domingo, 24 de marzo de 2024

Doctrinas y prácticas evangélicas en el ojo del escrutinio. 78° Parte

Doctrinas y prácticas evangélicas en el ojo del escrutinio. 78° Parte

Continuación…

Lo otro de la razón de estas lenguas era para el uso en privado que servía para la edificación espiritual de quien las poseyera al usarlas en oración. Su entendimiento quedaba vacío pues no las comprendía pero su espíritu era sobremanera edificado y fortalecido.

Todo ello lo obtenemos de la información que nos da el apóstol Pablo en sus enseñanzas y experiencia misma.

Es vital que captemos el propósito de esas lenguas cuando era entre creyentes y que necesariamente debían tener interpretación, si no, no servían para nada. Debemos contextualizarlas pues eran la forma en que Dios les daba revelación. Ellos no poseían más que la Torá o Antiguo Testamento como sus Escrituras para comprender el plan de Dios y la obra de Cristo. Por supuesto las enseñanzas del mismo Señor que eran impartidas por los apóstoles. Pero nada referente a la nueva vida de iglesia que estaban experimentando y la persona del Espíritu que estaba en ellos. Las doctrinas apenas comenzaban a ser vivencia entre ellos.

La revelación completa para su funcionalidad que sí tenemos nosotros hoy por medio de la bendita Palabra de Dios, no estaba con ellos.

Todo ahora lo sopesamos por medio de las Escrituras en su totalidad, si está de acuerdo a la línea integral y doctrinal ya definida. Lo que se salga, tenemos la responsabilidad y autoridad para desecharlo.

Es el gran cuidado que debemos tener y la atención que debemos poner cuando se quiere insistir en una funcionalidad extralimitada de las lenguas hoy.

Realmente no las ocupamos en grupo salvo algún caso verdaderamente particular y de Dios, aunque sí creo que tienen muchísima funcionalidad y riqueza para nuestro espíritu cuando se usan de manera privada en oración (respetando los criterios).

Continuará…


domingo, 17 de marzo de 2024

Doctrinas y prácticas evangélicas en el ojo del escrutinio. 77° Parte

Doctrinas y prácticas evangélicas en el ojo del escrutinio. 77° Parte

Continuación…

Las lenguas que se nombran ya en la vida de la iglesia, no son como nada de estas que se han suscitado en los pasajes vistos, sino unas que son angelicales (no humanas) dadas como un don por el mismo Espíritu a los creyentes y por las cuales Dios les comunica sus misterios, siendo acompañadas por interpretación por el mismo Espíritu para que el misterio o mensaje de Dios sea entendible por todos.

Además dichas lenguas le servían a quien tuviese el don, para edificar su espíritu de manera particular en oración. De ello debemos hablar pues hay que aclarar que se trata de un don que nunca se consideró bíblicamente hablando, como evidencia de la presencia del Espíritu en nadie (valga decir).

Entonces, debemos comprender que las lenguas existentes en las experiencias narradas en Hechos como hemos visto, son humanas (entendibles por algunos de los presentes al producirse) con excepción de las de los últimos que vimos (los 12 hombres) que profetizaron además; en otras palabras, parece ser que tuvieron algo muy cercano a lo que sucedía o sucedería en las iglesias con el tiempo, pues dicha profecía posterior a las lenguas que se nombra aquí se refería a la interpretación de las lenguas que acababan de suscitarse.

Las lenguas que se narran en Corintios como parte de la vida de la iglesia son angélicas o celestiales podríamos decir, cuyo propósito es que no sean entendidas por nadie con el fin de mostrar su sobrenaturalidad y que poseen un mensaje que Dios quería comunicar cuando estaban presentes entre los creyentes.

La interpretación de esas lenguas era imprescindible, de lo contrario su propósito quedaba vacío. Dicha interpretación era otro de los dones del Espíritu a algunos creyentes para que ahora sí pudieran serles de provecho y edificación en sus reuniones.

Continuará…