lunes, 31 de marzo de 2014

El corazón de Dios sobre el uso de los recursos en su casa (1° Parte)

El corazón de Dios sobre el uso de los recursos en su casa (1° Parte)
Escrito autóctono

Al revisar las Escrituras, no podemos obviar algo que en la realidad actual está tan dejado aparte, encasillado como un programa de atención mínima o peor aún, ni existe dentro del cristianismo tradicional. Lamentablemente hoy lo que se refiere a ello solo se queda como un pequeñísimo programa dentro del seno de la iglesia tradicional dejado a ministerios paraeclesiásticos en la mayoría de los casos.

Según el testimonio de la palabra de Dios como lo veremos en detalle a continuación, lo concerniente a la atención de los necesitados, huérfanos, viudas y extranjeros, no era uno de entre tantos asuntos del pueblo de Dios. Era su asunto primordial.

Recordemos que los únicos Escritos Sagrados conocidos por los hermanos del primer siglo, concernían a lo que tenemos hoy como Antiguo Testamento en nuestras Biblias.

Para comprender el por qué le dieron tanta importancia al asunto, debemos dar un repaso en primera instancia a lo que hay en el Antiguo Testamento sobre esto.  

Le recomiendo no solo ver el comentario que hago a la par del pasaje mencionado sino ir a su Biblia, leerlo y corroborarlo para que se convenza y cambie su manera de pensar.

Antiguo Testamento
Éx. 22: 21 – 25 La Ley salvaguardaba los intereses de los necesitados (viudas, huérfanos, extranjeros y pobres)
Éx. 23: 9 (no afligir al extranjero)

Lv. 19: 33, 34 (no afligir al extranjero)

Dt. 10: 17 – 19 (Dios exige tener compasión de los desventurados)
Dt. 15: 7 – 11 (Préstamo a los pobres)
Dt 14: 29 (que comieran del diezmo también)
Dt. 16 (capítulo de las fiestas anuales) el enfoque principal de las tres fiestas judías más importantes era compartir con los necesitados Dt. 16: 11, 12. (Tres fiestas solemnes anuales consideradas como las principales (La pascua, la fiesta de las semanas (Pentecostés) y la fiesta de las cabañas o de los tabernáculos)
Dt. 24: 12 – 15, 17, 19 - 21 (continuación de Leyes humanitarias) No torcer su derecho, bendiciones al hacerlo
Dt 26: 11 - 13 (Primicias y Diezmos) que de aquí coman también
Dt. 27: 19 (maldito el que pervirtiere su derecho)

Sal. 12: 5 (Dios mismo se levanta por los pobres y menesterosos)
Sal. 35: 10 (Dios mismo libra al pobre y al menesteroso)
Sal. 41:1 “Bienaventurado el que piensa en el pobre, en el día malo lo librará Jehová”


Continuará…

domingo, 9 de marzo de 2014

El espíritu de Diótrefes

El espíritu de Diótrefes
Escrito autóctono

“Yo he escrito a la iglesia; pero Diótrefes, al cual le gusta tener el primer lugar entre ellos, no nos recibe. Por esta causa, si yo fuere, recordaré las obras que hace parloteando con palabras malignas contra nosotros; y no contento con estas cosas, no recibe a los hermanos, y a los que quieren recibirlos se lo prohíbe, y los expulsa de la iglesia”. 3° Juan 1: 9-10


Son muchas las cosas que nos enseña la Palabra de Dios para que sepamos reconocer todo cuanto pudiese no andar bien respecto a quienes se dicen tener el llamado de parte de Dios para cuidar a la grey.

La carta en cuestión es escrita alrededor del año 85 de nuestra era, siendo Juan el apóstol un hombre entrado en años ya que bien podría andar por quizá unos 65 a 75 años y se encontraba, de acuerdo a algunos estudios, en Efeso. La carta está dirigida a Gayo, quien se cree es el mismo que creyó al evangelio por el ministerio de Pablo y fue luego su compañero fiel y líder posterior en la iglesia. Si es él, este Gayo vivió en Derbe (que bien podría ser nativo de Macedonia) y estuvo con Pablo en la revuelta que se sucedió en Efeso muchos años antes (Hechos 19: 29) por lo que debe haber conocido muy bien cómo crecía la iglesia y su situación en las diferentes regiones de Turquía años después, desde algún sitio no muy lejos de Efeso. Hago el comentario porque en el mensaje que escribe Juan a la iglesia de esa región en Apocalipsis, el Señor elogia curiosamente el que ellos han sabido detectar y reconocer a falsos líderes. (Ap. 2: 1-7)

En la época en que Juan escribe esta carta, la iglesia del Señor ya cuenta con muchos conversos en todo el imperio romano, crece y se fortalece por todas partes; de hecho la joven iglesia del Señor cuenta ya con poco más de 50 años. Para ese entonces ya ha ocurrido hará unos 15 años, la destrucción de Jerusalén por Tito. Pablo y los demás apóstoles ya están con el Señor siendo Juan el último de ellos. Es momento igualmente en que han surgido nuevos líderes entre los cuales hay muchos que continúan fielmente en las doctrinas apostólicas obedeciendo los mandamientos del Señor y creciendo en la gracia del Señor Jesucristo, como es el caso de Demetrio, descrito en esta misma carta o el mismo Gayo. En pocos años sobrevendrá otra gran persecución en que arrestarán y enviarán a Juan a la Isla de Patmos al oeste de Turquía, desterrado. Mientras tanto, es un tiempo de tranquilidad para la iglesia del Señor, pero así mismo han aparecido falsos hermanos que en un momento dado empezaron a tomar la preeminencia entre los creyentes y comenzaron a utilizarlos según sus propios criterios.

Diótrefes es el vivo ejemplo de aquellos lobos rapaces que ingresaron al redil fingiéndose mansas ovejas pero con la oculta intención de tomar la primera oportunidad que tuviesen. Es uno de los hasta ese momento no muchos casos, pero suficiente para alertarnos.

Según vemos en todo el Nuevo Testamento, los dirigentes de la iglesia nunca fungieron como señores ni manipulaban a los hermanos en ninguna manera. Su labor era cuidar de ellos y hacerlo como quien administra los asuntos de otra persona sabiéndose no dueños en lo absoluto de nada sino más bien servidores.

Sin embargo este Diótrefes hizo de la iglesia su territorio particular y posesión. No le importó de acuerdo a lo que escribe el apóstol, que Cristo debía ser el único Señor y quien debía tener el primer lugar. Usurpó su sitio. Además, en vez de servir a los hermanos, los esclavizó bajo su dominio manipulándoles al grado de la expulsión si no hacían lo que él les decía y mandaba.

Todo en medio de además centralizar en él la Palabra e intentar poner a los hermanos en contra de aquellos que eran genuinos hermanos quienes verdaderamente si se preocupaban por ellos. 

Cualquiera podía decir que esta comunidad de hermanos estaba condenada a vivir bajo el dominio de este dignatario del diablo, pero en definitiva había allí hermanos que no se dejaban dominar por él. Muchos inclusive le enfrentaban no haciendo lo que él les decía y con toda seguridad el Señor tomó cartas en el asunto cuando llegaron aquellos que si estaban al cuidado de los hermanos, incluyendo al mismo Juan.

Aún así, Diótefres debe haber arrastrado a algunos con él como suele suceder en estos casos para continuar su malévola vida de engaño y control en otro sitio. De manera similar ya estaba ocurriendo en otras regiones.

El espíritu de Diótrefes impresionante revivió en nuestros tiempos. Al igual que en aquella época muchos se levantan usurpando el señorío de Cristo mostrándose como siervos de él pero buscando su oportunidad de usar el reino para su propio provecho. Falsos, hijos del maligno que tienen veneno demoníaco en su sangre. Muchos ya construyeron sus propios reinos sobre las espaldas de hermanos aparentando piedad pero negando la eficacia de ella.

Juan nos brinda las características para detectarlos fácilmente; usan y manipulan a todos a su alrededor y condenan a quienes no hacen lo que ellos dicen. Aman los primeros lugares para ser vistos y elogiados por sus obras. Controlan a la iglesia en todos los aspectos, ellos son los señores allí aunque mientan diciendo que es Cristo. No permiten cuestionamientos, y evitan a toda costa que a los hermanos se les enseñe la verdad o se expongan a ella para que no puedan ser libres. El espíritu de Diótrefes que es el mismo espíritu del maligno, está en ellos.