¿Cómo se distribuían los recursos en la
iglesia del Nuevo Testamento?
6° y última Parte
Escrito autóctono
Continuación...
Lamento que lo que sigue pueda herir susceptibilidades lo
cual está lejos de mi intención. De corazón y delante del Señor lo digo. Pero
no puedo cerrar esta serie obviándolo.
Todo lo estudiado, se torna en
nada si antes no comprendemos que las directrices de la Palabra nos hablan de una
iglesia cuya organización no gasta
en compra de terrenos, equipos, instrumentos, sillas, muebles, decoraciones,
servicios como luz, agua, teléfono, Internet, salarios a personal
administrativo o líderes de ostentosas billeteras, construcciones ni edificaciones
de ningún tipo, alquileres, seguridad, medios de transporte, propagandas ni
publicidad, seminarios, encuentros ni actividades de ningún tipo, invitados
especiales, campañas evangelísticas, papelería, materiales impresos, programas
radiofónicos o televisivos proselitistas, etc, etc. ¿Existe una iglesia así?
Según la Palabra
de Dios sí, la iglesia de su Palabra.
Nada de todos y cada uno de esos
gastos que plantea la iglesia moderna se hicieron necesarios ni vitales para el
funcionamiento de la iglesia que nos narra la Escritura ni la
extensión efectiva del reino. De hecho muchos de estos gastos modernos ni se
hubiesen imaginado en el primer siglo. Estoy completamente seguro que si algo
les hubiese representado un gasto fuera de lo normal en algún momento, como por
ejemplo la atención a personas enfermas, gastos médicos externos eventuales,
algún pago de impuestos o bien la ayuda a hermanos víctimas de un desastre
natural, lo hubiesen recolectado extraordinariamente entre todos sin tocar en
manera alguna los recursos en el haber común que ya tenía fin definido.
Recordemos lo que hizo el Señor con Pedro cuando debían pagar un tributo (Mateo
17: 24-27); no sacaron de la bolsa
que usaban para el ministerio sino que Dios les proveyó abriendo la boca del
primer pez que pescó Pedro.
No se me malentienda. No estoy
diciendo que deberíamos obviar el uso de radioemisoras y medios de comunicación
serios que sirven para la extensión del evangelio. Sé el impacto e importancia
que tienen esos y cualquier medio de comunicación si se hace un trabajo honesto
y equilibrado. Solo expreso que estos no deberían cargarse sobre los hombros de
los hermanos cuyo aporte ya tiene un fin definido si lo hablamos bíblica y
sanamente. Tampoco estoy diciendo que no
deberíamos utilizar las bondades de la tecnología moderna para facilitar la
labor de llegar a más personas; sólo que no debemos gravar a la iglesia con ninguna
de ellas. Si Dios nos permite una estrategia, cualquiera sea esta, debemos
solventarla con recursos extraordinarios; lejos de los recursos que la
iglesia tiene para usarse conforme Dios estableció y no cambiar su finalidad
bajo ninguna circunstancia.
Quizá nos haga falta fe de la que
tanto hablamos, no solo para atrevernos a creerle a la Palabra en la forma de
iglesia que ella plantea, sino también en ver los milagros de multiplicación de
panes y peces y aún peces con monedas en la boca, para no disparar recursos tan
vitales en lo que nunca debió hacerse, sino conforme a lo que Dios desea y
claramente nos enseña en su Palabra.
La pregunta del millón es: si la
finalidad de los recursos está tan claramente expuesta en la Palabra de Dios, ¿Por qué
nos hacemos “de la vista gorda” y no hacemos lo que ella dice?
Respuesta: Porque los recursos que
damos lamentablemente hoy tienen dueño y ellos harán hasta lo imposible porque las
cosas no cambien pues es un asunto de conveniencia y estilo de vida. Lamentablemente
muchos líderes ya tienen su forma de vida hecha con ellos. Variar el fin de los
recursos, atenta con su comodidad y con la forma de uso institucional que se
sostiene de ella. Veo muy difícil e imposible que algo así ocurra en la forma
de iglesia hoy. Creo que no habrá cambio masivo pero si gradual e individual.
No digo que se deba quitar de la
noche a la mañana los salarios que sostienen a hermanos pastores de las iglesias
tradicionales pues sé que hay un sector de ellos que no se han contaminado
amando el dinero y los lujos.
No el liderazgo sino la iglesia
en consenso debe revisar sus finanzas y corregir los abusos. Eso podría ser un
buen primer paso. Si los líderes no lo permiten, entonces nos toca a nosotros (usted
y yo) obedecer la Palabra
de Dios y hacer de manera individual lo que ella nos dice.
Esto no significa en ninguna
forma una afrenta a la autoridad, más bien un encarrilarse conforme a la
autoridad que es Cristo, cabeza de la iglesia.
El Señor dijo en una oportunidad
al pueblo en relación con los líderes religiosos, que obedecieran lo que les
decían (conforme a los preceptos de Dios) pero que no hicieran lo que ellos
hacían (contrario a esos preceptos). También en ello debemos comprender la
realidad de cómo nos enseña la
Palabra que funciona la iglesia, el cuerpo de Cristo y la
actitud que debemos tomar cada uno frente a un liderazgo que nos dice que
obedezcamos la Palabra
pero muchas veces ellos hacen lo contrario y quieren imponernos sus criterios
en vez de los de Dios.
La iglesia debe tener en su
prioridad la labor social primeramente para con sus propios miembros. Eso es
muestra de amor. La insensibilidad frente a la necesidad más bien habla de un
corazón que no conoce al Dios de que habla. Hay una función de testimonio y
salvación para con los no creyentes, claro está, pero una identificación total
y permanente con las necesidades de los creyentes que nunca debió dejarse.
No estamos en este mundo como
iglesia para adquirir bienes materiales como un afán de comprar el planeta o
como si este mundo fuera nuestro hogar y tuviésemos que asegurarnos la
comodidad en él. No perdamos de vista
que somos peregrinos aquí. No me refiero con esto a lo que usted como creyente
desee adquirir honestamente como fruto de su trabajo para el bienestar de su
familia. Hablo de todo ese preciado recurso que se da en las iglesias que se
invierte en adquisiciones y mil rubros más, y que debió usarse en la atención
de los mismos hermanos. Dicho recurso no hace más que perderse. ¿Acaso llevaremos con nosotros todas esas mil y una adquisiciones en que se gastan los recursos cuando el Señor venga por su iglesia? ¡Qué lamentable
que no veamos o no queramos ver la verdad de esto! ¡Que el Señor abra nuestros
ojos!
Para finalizar, quiero dejar en
claro que pensar que esto es un ataque a la iglesia tradicional de cualquier
afiliación religiosa es no haber entendido y tener la vista corta. Sí lo es
contra la religiosidad, como quiera que se llame, que nos ciega para no ver
la verdad.
Ruego al Señor que esta serie de
estudios “El corazón de Dios sobre el
uso de los recursos en su casa” y “Cómo se distribuían los recursos en la
iglesia del Nuevo Testamento” traigan luz a los corazones de todo aquellos
que aman a Dios y su Palabra y deseen hacer la voluntad del Padre. Amén.