domingo, 31 de marzo de 2019

Lo concerniente a la Vida (7°y última parte)


Lo concerniente a la Vida (7°y última parte)
Escrito Autóctono

Continuación…

La Vida está en nosotros, pero ha de revelarse a nuestra esencia y ocurre cuando Dios sabe que estamos listos para ella.

Somos llevados a la Vida para vivir por ella.

Esa Vida es la que nos impulsa a estar en comunidad con otros que también viven por ella porque verdaderamente nos necesitamos e identificamos mutuamente. Esa Vida nos toma y llama a todos alrededor nuestro para llevarles hacia ella en algún momento de sus existencias.

Vivir por su Vida nos hace olvidarnos de todo, permanecer en constante comunión con Él pero como una respuesta natural no planeada, ni agendada, ni provocada, es Vida.

Vivir por su Vida nos da una nueva perspectiva de los demás, ya no son sencillamente los demás, adquieren una nueva y real importancia. Entonces vemos con los ojos de Dios.

Vivir por su Vida hace que perdamos interés en todo, hasta en nosotros mismos, en lo que representaba nuestras motivaciones, en lo que nos era prioridad; de alguna forma todo se acomoda. No abandonamos nada, solo que conseguimos efectividad en lo que hacemos. Aún la fe toma una nueva dimensión. Nuestra conciencia de las cosas ya no es terrenal sino eterna. Ahora somos dependientes, definitivamente dependientes de Él. Caminamos sobre este mundo pero esto se transforma en el cielo. Es Él viviendo en nosotros porque nosotros morimos. Es Cristo manifestándose de nuevo en este mundo, pero a través de nosotros. 

Vivir por su Vida finalmente es haber sido hecho partícipe de su naturaleza como lo dice 2° Pedro 1: 3 y 4

El ultimo nivel de esta Vida se completará cuando seamos unidos a Cristo al final de los tiempos para vivir por siempre con Él. En realidad será el fin de nuestros tiempos, porque participaremos físicamente de otra dimensión en donde el tiempo ya no es más: la eterna; no me refiero a la vida eterna porque ésta ya nos pertenecía desde antes de la fundación del mundo.

Fin.


Próxima serie: "La Voluntad de Dios para mi vida"



domingo, 24 de marzo de 2019

Lo concerniente a la Vida (6°Parte)


Lo concerniente a la Vida (6°Parte)
Escrito Autóctono

Continuación…

El Poder de la cruz de Cristo es la Vida. El Poder de su resurrección es la Vida. Ese es el Poder del evangelio. Concierne a la Vida y a nada más. Concierne a quienes viven no a quienes están muertos. 

Conocer la Palabra, la doctrina, las cosas de Dios, que no se da por mero leerlas sino por revelación claro está, nos lleva ineludiblemente a una confrontación con la Vida tarde o temprano. Nos pone frente a la cruz para que procedamos al siguiente nivel: morir para vivir.

Pero aquí surgen las preguntas válidas: entonces ¿qué había en el Cristo que se nos predicó al principio y en el cual creímos?, ¿acaso no era Vida?, ¿qué recibimos cuando se nos dio al hijo de Dios a fin de que fuésemos salvos?

¡Pues todo!, lo recibimos todo en Él porque “…en Él habita corporalmente la plenitud de la deidad” (Col. 2: 9)

Pero no estamos listos para todo en ese momento. Entonces su revelación es gradual. Como un niño recién nacido que tiene en él todas las facultades (hablar, caminar, autosustentarse, etc); pero no está listo todavía. Requerimos crecer en su gracia y conocimiento, poco a poco hasta que seamos capaces para Dios. Esto no diciente con nada de la Palabra; “el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo” (Filip. 1: 6).

Es necesario un proceso en el que vamos aprendiendo y desaprendiendo a la vez, para obtener la certeza de cuán valiosa es la esperanza a la que hemos sido llamados, de cuán aptos estamos para finalmente valorar lo que ya estaba dentro de nosotros pero que no lo sabíamos. De nuevo, no es un saber cognitivo (de la mente o intelecto). Lo concerniente a la Vida no se obtiene por saberlo o por verlo en otra persona, se debe haber sido llevado allí y en eso nosotros no podemos hacer nada, nada más que confiar en fe en Dios.

Siempre que Moisés estaba en la misma presencia de Dios (cara a cara con Él), su rostro adquiría su Luz. Pero eso se desvanecía con el tiempo porque nuestro cuerpo expuesto al pecado no puede retener la Luz de su Gloria. Nuestro cuerpo no fue hecho para contenerla como propia. Él debía ponerse un velo para que nadie notara que la Luz se disipaba. Ese Moisés no es el mismo que se encontró con Cristo y con Elías en el monte de la transfiguración el cual ya vivía inmerso en la Luz. Ellos resplandecieron con y por esa Luz.

Adán fue creado por Dios en total perfección. Vivía, se relacionaba y caminaba con Dios permanentemente. Estaba expuesto a la Luz de Dios, Luz que le embargaba. La tenía en él y la irradiaba literalmente pues estaba vestido de Luz. En cuanto Eva fue sacada de él, también irradiaba la luz de su Creador. Ambos estaban revestidos de esa luz. Nuestros cuerpos libres del pecado tomaban incandescencia al estar expuestos ante su Gloria. Pero cuando pecaron notaron que estaban desnudos, la luz se había disipado. La Luz de Dios no es compatible con el pecado.  Más un día tendremos un cuerpo nuevo y glorificado preparado para la eternidad el cual irradiará luz y lo hará por siempre.

Continuará…

domingo, 17 de marzo de 2019

Lo concerniente a la Vida (5°Parte)


Lo concerniente a la Vida (5°Parte)
Escrito Autóctono

Continuación…

En todo este proceso (desde el día en que el Señor se le aparece en el camino a Damasco hasta que ya Dios le llama), pasan casi 2 décadas.

El tenía la Vida desde que la recibió y fue bautizado pero esta no se había manifestado en él. Aprendió información con los hermanos. Buenísima información sin duda, pero tenía que ser llevado él mismo a la cruz.  Luego de todo ese tiempo que le demandó dicho proceso, emerge el apóstol Pablo con un mensaje que revolucionó al mundo concerniente a la Vida.

El no predicaba información de Cristo, era el Poder de su Vida (el Cristo crucificado). No del hijo de Dios que fuera martirizado meramente, sino de aquel que murió para ser resucitado por el Poder del Espíritu de Vida (Su mensaje era la Vida).

Somos llamados a la Vida, no a una nueva forma de vivir.

Cristo nos mostró la Vida, Él nos la enseñó, la modeló, la vivió; pero no era hasta allí. Quería que se produjera (emergiera) en nosotros, no que se reprodujera (duplicara). Pablo dijo: “sed imitadores de mi como yo de Cristo” (1° Cor. 11: 1) pero lo interpretamos erróneamente como “cópienme, porque yo estoy copiando a Cristo”. Más la revelación de lo que nos comparte con esta expresión es más profunda. En el idioma original se refiere a seguir el ejemplo en forma permanentemente que en nada significa copiar y ya, en otras palabras, no se trata de adquirir costumbres o normas cristianas, sino un anhelo constante por el Señor, por su esencia que finalmente es la Vida. Porque Cristo, que es la Vida, no vivió por Él mismo en este mundo sino por la Vida del Padre en Él. Ésa debe ser nuestra aspiración, que suceda en nosotros de la misma forma como ocurrió en Él, algo que sólo Él sabe hacer.

Esto de copiar comportamientos se muestra claramente en la Palabra cuando nos dice de personas que ingresaban a las comunidades de los santos pero para espiar su libertad y cómo se manejaban en este mundo. Entonces terminaban igualándolos a la vista, mostrando algo “plástico” no producido por la Vida, cuyos fines eran desviados, pero eran fácilmente detectables por los creyentes genuinos quienes los  identificaban como “falsos hermanos”. 

Así mismo actitudes como el amor en que el apóstol les recuerda a los creyentes que este sea sin fingimiento, porque es tan fácilmente detectable, que hace lucir mal a quienes operan en él.  

La Vida de Dios no se puede duplicar, no es transferible por medios humanos, no la podemos manipular ni aprisionar.

Continuará…

domingo, 10 de marzo de 2019

Lo concerniente a la Vida (4°Parte)


Lo concerniente a la Vida (4°Parte)
Escrito Autóctono

Continuación…

La Presencia del Espíritu Santo en nosotros pretendía llevarnos hacia la Vida siendo que Él es la Vida porque en realidad solo adquiriríamos conocimiento con toda la información disponible para conocer la Verdad, pero la finalidad de Dios era y es desde siempre hacernos vivir en este mundo por su Vida, no por la nuestra.

Eso acababa de tajo con cualquier intensión religiosa, cualquier buena costumbre que aprendiéramos porque la verdad somos especialistas en copiar comportamientos y hacerlos un altar en nuestra vida y hasta adorarlas. Pero eso debe de ser derribado, debe ser extinto en nosotros; no podemos conocerle presencial ni experimentalmente con eso porque seguirán representando nuestros esfuerzos. El que tiene a Cristo tiene la Vida, porque Él es la Vida.

A Saulo le correspondió una fuerte visión en el camino a Damasco que transformó su vida. La vida que llevaba fue impactada allí y le configuró la existencia, pero eso aunque fue sobrenaturalmente muy fuerte en su vida (de hecho la cambio diametralmente), no produjo al Pablo que conocemos el cual no estaba ni siquiera a la vuelta de la esquina. Tuvo que obtener a Cristo confesando sus pecados y luego bautizarse. El proceso había comenzado en Él. No recibió un ministerio todavía, solo sabía que lo recibiría. Fue a Damasco a otra cosa, ya no a asolar la iglesia sino a compartir su testimonio para con inconversos y creyentes. Mientras aprendía las características de esta nueva vida y vida de iglesia, ésta todavía no se había manifestado plenamente en él. Fue a Arabia a lugares desiertos en donde muy probablemente tuviera la experiencia de ser llevado al tercer cielo en que recibió la revelación de Cristo, su cruz y su iglesia. Es aquí en que ya es habilitado. Comprendió el misterio del evangelio y su poder. Ahora era un creyente completo y auténtico. Sin embargo no corrió hacia el llamado, lo esperó y este vino en el tiempo de Dios.

La Vida de Dios hace que todo afán inclusive de servirle a Dios pierda interés porque de nuevo somos nosotros y no Él quien nos lleva al momento justo.

Luego de volver y estar en Damasco como 3 años, y por motivo al peligro que corría su vida por sus nuevos enemigos (antiguos compañeros), fue a Jerusalén a verse con Pedro unos días pero también por los enemigos allí se fue a las regiones de Cilicia (Tarso) a donde Bernabé su amigo creyente fue a buscarlo para traerlo a Antioquía de Siria donde estuvo 14 años desarrollándose en vida de iglesia, aprendiendo mucho y también enseñando, sirviendo entre los hermanos hasta que Dios lo llamó.

Continuará…



domingo, 3 de marzo de 2019

Lo concerniente a la Vida (3°Parte)


Lo concerniente a la Vida (3°Parte)
Escrito Autóctono

Continuación…

Somos llevados a la cruz a dejarlo todo allí. Nos puede parecer o no, podemos quererlo o intentar evitarlo, pero es necesario para que vivamos por la Vida.

El que tiene a Cristo tiene la Vida”. ¡Qué sentido adquiere, por Dios!

Y pensábamos que por todo lo vivido, por todo lo aprendido, por todo lo hecho, por todo lo que edificamos, por todo lo que servimos, por todo lo que sacrificamos, por todo lo que dimos, por todo lo que sentimos, por todo lo que fuimos, por todo a lo que nos entregamos,… que lo tuvimos. Y no; que lo conocíamos,… y no.

No estoy hablando de salvación…, a ella la obtuvimos desde que creímos. Ella hizo que le siguiéramos, pero…, apenas anduvimos con Él. Apenas le escuchamos enseñar y sus enseñanzas nos impactaron comprendiendo que solo Él enseñaba de la forma que lo hacía, como quien tiene autoridad y no como todo lo que habíamos escuchado antes. Apenas vimos sus milagros, observamos su autoridad sobre los elementos y eso nos asombró, le vimos levantar muertos… (que al tiempo volvieron a morir por supuesto) y nos maravilló, le vimos multiplicar los panes, le vimos andar sobre el mar, le vimos ir a la cruz, morir y resucitar y nos dejó perplejos; le vimos irse al cielo, todo, y eso nos dio un norte, pero fue solo información, maravillosa información claro, información que entendíamos o no pero finalmente información que nos sirvió para caminar. Sin embargo su propósito no era solo que supiésemos de Él y le admiráramos más y más.

Al final era darnos Vida, su misma Vida en nosotros. “…Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundanciaJuan 10: 10.

No significaba solo caminar en sus cosas sino andar en el Espíritu

Pero “andar en el Espíritu” que significa: vivir por Él, nunca tuvo como premisa consumirnos en un cúmulo de buenas normas para desarrollar la tal y tan anhelada santidad como un fin, sino sumirnos en la Vida.

Porque la santidad que es una vida apartada del pecado, nos significaba una lucha constante con el pecado para poder alcanzarla, como si fuese una meta, una lucha descarnada y agotadora que al final nos era imposible superar, pues Dios quien sabe que no podemos ganar allí, nos da su Vida y esta anula el deseo de nuestra carne. Nuestro corazón es circuncidado (Rom. 2: 29; Col. 2: 11); el pecado pierde todo poder en nosotros, muere, es destruido. La santidad es posible. La santidad no es algo a lo que debíamos de esforzarnos para obtener sino algo que recibíamos con su Vida. Somos hechos santos.

¿Acaso no lo dice así la Escritura?

Entonces si pecamos viene a ser por nuestra propia voluntad, ya no por debilidad. Somos nosotros quienes le concedemos ahora poder al pecado sobre nuestros miembros, no como antes que lo teníamos impreso en ellos.

Así que si pecamos, lo confesamos a Dios para ser limpiados (1° Juan 1: 9) y tomamos nuestro cuerpo ya limpio para presentarlo como una víctima dedicada a Dios en el altar para sacrificarlo (Rom. 6: 12 y 13; 12: 1), poniendo la razón (inteligencia, entendimiento) en ello que es nuestra dedicatoria (culto)/adoración a Dios. No presentamos un cuerpo imperfecto… pues ninguna víctima debía serlo, sino uno que ya tiene las condiciones de ofrenda para ser entregado.

Continuará…