domingo, 30 de octubre de 2022

Doctrinas y prácticas evangélicas en el ojo del escrutinio. 5° Parte

Doctrinas y prácticas evangélicas en el ojo del escrutinio. 5° Parte

Continuación…

Nadie manifestaba estar engrosando la iglesia por su trabajo, porque a la verdad nadie puede hacer eso (aunque lo quiera), porque ese es un asunto del Padre y del Hijo. Lea: Mateo 11: 27; Juan 1: 13, 6: 44;  Hechos 2: 47.

¿Qué hacemos nosotros entonces disque “metiendo” gente a la iglesia? Sinceramente ni sabemos, ni entendemos lo que estamos haciendo.

La práctica actual, aunque sea la forma más aceptada y nada cuestionada, deberíamos dejarla y funcionar en la forma que expresa la Palabra.

El problema es que ya la hicimos necesaria sobre todo cuando nos da resultados numerales nada despreciables. Pero pregunto: ¿son números lo que le interesa al Señor? Si somos sinceros, enormes cantidades de tales nuevos conversos en las actividades masivas que producimos, no toman con seriedad sus aparentes decisiones. Las cifras se reducen entonces a muchísimo menos de lo que se anota en los registros como resultados reales. Pero procedemos a justificarlo diciendo que es igual a una pesca común en que las redes traen de todo pero al final hay mucho que realmente no sirve en ellas. Sin embargo al final reportamos como exitosas las redes llenas.

Nos emociona eso. Nos emociona y hasta nos gusta ser vistos como quienes mueven masas “para la Gloria de Dios”. Nuestro corazón se inflama del poderío que esbozamos.

Nos emociona leer en la Palabra lo que ocurrió con Pedro en aquel su primer discurso allá en Pentecostés y también lo que ocurrió cuando la curación del cojo, máxime por las conversiones masivas que se dieron en ambos casos. Más ignoramos deliberadamente los elementos alrededor de dichos eventos que conllevaron números efectivos pero no cómo un registro publicitario de dichos números.

Continuará…


domingo, 23 de octubre de 2022

Doctrinas y prácticas evangélicas en el ojo del escrutinio. 4° Parte

Doctrinas y prácticas evangélicas en el ojo del escrutinio. 4° Parte

Continuación…

Nadie hacía ningún llamado ni tampoco una invitación insistente coaccionando a nadie (en la Palabra no se ve la tal coacción). Tampoco nadie procuraba hacer una lista de convertidos para “darles seguimiento”, sino que quienes habían creído al mensaje, se juntaban con ellos de forma inmediata y natural, muy probablemente expresándoles que habían recibido y creído lo que se les había dicho (Hechos 2: 41) o simplemente siguiéndoles, y ahora estos nuevos creyentes que se acercaban, eran bautizados haciendo confesión de sus pecados al Señor para ser limpios -cómo recomendó Pedro a la multitud que debían hacer (Hechos 2: 38) y Ananías a Saulo (Hechos 22: 16) entre tantos otros pasajes-.

Estos nuevos seguidores del camino, estaban deseosos de escuchar más, de ser enseñados y profundizar en aquel en quien habían creído, y aquellos evangelistas se quedaban a vivir con ellos en sus comunidades un buen tiempo para exponerse más de cerca. Así nacían las iglesias del Señor.

Una o más personas cuyos corazones habían sido abiertos por el Señor,  una o más familias que comenzaban a reunirse por las casas para aprender, ahora se sentían ellos mismos parte de una sola familia, la de la fe.

Pero escuche, eso no era nada extraño para dichos evangelistas, así lo había hecho el Señor y ahora de la misma forma les ocurría y funcionaba con ellos.

Esto tampoco le suena extraño a muchos que leen, porque quizá es la misma forma en que comenzaron en el camino del Señor por medio de alguien que les predicó en su caserío o barriada y comenzaron a recibir enseñanza en sus mismas casas. Al principio nadie les metió a una iglesia, eso ocurrió al tiempo.

Lo que está muy claro sobre la conversión que se observa en la Palabra, es que nadie invitó a la disque iglesia suya a nadie, porque no existían las tales iglesias de tipo local estructural. Otra cosa, nadie andaba dándose de grande entre el pueblo del Señor, porque tenía más “boletas de conversión llenas” que otros ministros que también predicaban de la misma forma.

Así todos estaban bien ubicados haciendo su trabajo y el Señor añadía a la iglesia los que habían de ser salvos (Hechos 2: 47). Note quien añade y a quienes; no a todos. Se nos olvida que el Señor es quien pesa los corazones.  Tampoco nadie se entrometía en el trabajo del Espíritu Santo que sigue siendo el único que convence al mundo de pecado, de justicia y de juicio  (Juan 16: 8).

Continuará…


domingo, 16 de octubre de 2022

Doctrinas y prácticas evangélicas en el ojo del escrutinio. 3° Parte

Doctrinas y prácticas evangélicas en el ojo del escrutinio. 3° Parte

Continuación…

Quizá usted reaccione en forma molesta con esto que le digo. ¿Cómo voy a concluir eso acerca de Dios, cuando su Palabra bien declara que el que a Él viene, no le echa afuera y Él quiere que todos procedan al arrepentimiento? Por sobre todo -me dirá usted-, debemos predicar y traer a los pies de Cristo a todos cuántos podamos.

Le quiero resaltar algo… es cierto que no podemos cerrarle la puerta a nadie, pero la idea de la Palabra va más allá de campañas, actividades o días de cultos evangelísticos preparados para ganar incrédulos.

La reunión de hermanos según la sana doctrina neotestamentaria, no está para ese fin.

Si lo lee sin prejuicios en la biblia, verá que lo que le digo es cierto. Lo que sí vemos como un hecho, es que la predicación para una “pesca de almas”, se hacía de otra manera y en otros espacios, nunca en reuniones de edificación de los creyentes que era solo para creyentes y para la mutua edificación entre ellos, algo que por cierto los extraños no entenderían.

Nunca vemos a los evangelistas bíblicos en Campañas-cultos para que las comunidades cristianas se reunieran en una especie de celebración callejera para que los incrédulos oyeran el evangelio. Tampoco organizando un evento masivo y ofreciéndolo como si se tratase de la llegada al lugar de un circo o show a fin de crear interés alrededor de él. Más bien una especie de anuncio a favor, incomodó sobremanera al apóstol Pablo (Hechos 16: 17 y 18)

Los creyentes compartían el mensaje de salvación en cualquier lugar al que llegaran. En media calle, en el campo, en algún foro, en las sinagogas, a las orillas de algún río, entre las montañas, en el bosque, en las plazas, en los anfiteatros cónicos, en el camino, en un barco, en la playa, y por cierto en casas de no creyentes que querían escucharles. En los lugares más inverosímiles, allí hablaban y el Señor operaba en los corazones dispuestos por su voluntad.

Continuará…


domingo, 9 de octubre de 2022

Doctrinas y prácticas evangélicas en el ojo del escrutinio. 2° Parte

Doctrinas y prácticas evangélicas en el ojo del escrutinio. 2° Parte

Continuación…

No estoy diciendo aquí que aquellos que vivieron en carne propia tal forma, de haber sido invitados a una actividad cristiana donde les hicieron un llamado y procedieron a él, no sean parte del pueblo de Dios. No me atrevería a cuestionarlo.

Lo que sí veo en la Palabra, es que eso no era estrategia para ganar almas en la iglesia Neotestamentaria y son hasta hipotéticas las posibilidades que resulten en personas  ajenas invitadas a una reunión de hermanos (1° Corintios 14: 23). Aún así, alguien podría colarse en una de ellas sin serlo.

El proceso al que sometemos a las personas a que hagan una oración de arrepentimiento aceptando a Cristo, parece ser una fórmula inapelable y que nos hace estar completamente seguros de que así se convierten en hijos de Dios. Pero a Dios nadie le preguntó. Asumimos que está feliz por lo que hacemos y eso nos basta.

Imagine que a usted alguien le trae unos niños huérfanos desconocidos habiéndoles hecho la promesa de que con toda seguridad usted los va a adoptar porque usted es una buena persona y por lo tanto se los entrega sin preguntarle si quiera si puede adoptarlos.

Piense: ¿Cómo se sentiría usted con esa falta de consideración hacia su persona y esa confianza excesiva de alguien decidiendo por usted?

Considere lo traumático e ingrato que sería para esos niños si no se cumple la expectativa de aquello que se les prometió.

Aunque parece risible y un ejemplo improbable, es exactamente lo que hemos hecho por siglos con Dios, siendo también ingratos con las personas, casi que regalándoles la salvación como si tuviésemos ese derecho. 

Queriendo hacer “un bien” y sentirnos muy bíblicos en aquello de predicarle a la gente sobre la necesidad de ser salvos -lo que por supuesto no está errado-,  nos hemos metido en lo que no nos importa tomando decisiones que no nos competen.

Continuará…


domingo, 2 de octubre de 2022

Doctrinas y prácticas evangélicas en el ojo del escrutinio 1° Parte

Doctrinas y prácticas evangélicas en el ojo del escrutinio. ¿Por qué se han aceptado como verdades indiscutibles? 1° Parte

Existen muchas creencias que hemos recibido a través de muchos años y quizá siglos, sobre aspectos que al ser analizados bíblicamente, los encontramos faltos de base o privados de ella. La intención de este escrito es comprobar algunos de los más diseminados de manera simple y llana, y llamar a la reflexión a quienes lean estas indagaciones.

No se busca desestabilizarlas o anularlas por el mero hecho de hacerlo, pero si cuestionarlas y confrontarlas concienzudamente con la verdad. Hallar el por qué se han aceptado y el efecto positivo o negativo que hayan producido.

La idea es que de tener base, han de afianzarse aún más en nosotros si es que se sostienen por sí mismas y si no, debemos desecharlas por más sagradas que nos parezcan.

Comencemos.

1- Llevar gente a la iglesia o reuniones de creyentes para que conozcan a Cristo

Tanto tiempo hicimos las cosas a nuestro modo, que nos parece normal o hasta nos gusta, y no al modo del Señor.

Creemos que el mejor sitio para que alguien se encuentre con el Señor es sin duda alguna entre los creyentes, entonces nos convertimos en promotores por generar actividades para llevar y estar invitando a incrédulos a nuestras reuniones, antes que desarrollar procesos con ellos fuera de la iglesia.

Es que tenemos tantas experiencias de personas incrédulas que se vieron de pronto en medio de alguna actividad cristiana o reuniones de creyentes y fueron movidos a creer o querer también ellos ser parte de uno de esos grupos (por nuestra insistencia).

Claro, porque una vez allí, hacíamos todo por convencerlos a “aceptar” a Cristo, luego de lo cual llenos de alegría les dábamos la bienvenida a la "nuestra iglesia" con bombos y platillos y les consumíamos en las actividades de ella. (Clásico).

Continuará…