domingo, 9 de octubre de 2022

Doctrinas y prácticas evangélicas en el ojo del escrutinio. 2° Parte

Doctrinas y prácticas evangélicas en el ojo del escrutinio. 2° Parte

Continuación…

No estoy diciendo aquí que aquellos que vivieron en carne propia tal forma, de haber sido invitados a una actividad cristiana donde les hicieron un llamado y procedieron a él, no sean parte del pueblo de Dios. No me atrevería a cuestionarlo.

Lo que sí veo en la Palabra, es que eso no era estrategia para ganar almas en la iglesia Neotestamentaria y son hasta hipotéticas las posibilidades que resulten en personas  ajenas invitadas a una reunión de hermanos (1° Corintios 14: 23). Aún así, alguien podría colarse en una de ellas sin serlo.

El proceso al que sometemos a las personas a que hagan una oración de arrepentimiento aceptando a Cristo, parece ser una fórmula inapelable y que nos hace estar completamente seguros de que así se convierten en hijos de Dios. Pero a Dios nadie le preguntó. Asumimos que está feliz por lo que hacemos y eso nos basta.

Imagine que a usted alguien le trae unos niños huérfanos desconocidos habiéndoles hecho la promesa de que con toda seguridad usted los va a adoptar porque usted es una buena persona y por lo tanto se los entrega sin preguntarle si quiera si puede adoptarlos.

Piense: ¿Cómo se sentiría usted con esa falta de consideración hacia su persona y esa confianza excesiva de alguien decidiendo por usted?

Considere lo traumático e ingrato que sería para esos niños si no se cumple la expectativa de aquello que se les prometió.

Aunque parece risible y un ejemplo improbable, es exactamente lo que hemos hecho por siglos con Dios, siendo también ingratos con las personas, casi que regalándoles la salvación como si tuviésemos ese derecho. 

Queriendo hacer “un bien” y sentirnos muy bíblicos en aquello de predicarle a la gente sobre la necesidad de ser salvos -lo que por supuesto no está errado-,  nos hemos metido en lo que no nos importa tomando decisiones que no nos competen.

Continuará…