Escrito autóctono
“…porque separados de mí nada podéis hacer” Juan 15: 5b
He visto esta película en varias oportunidades.
Jim Carry en una de sus mejores
actuaciones (para mi concepto) es el personaje central (Truman) de dicha
producción cinematográfica, y cuando digo personaje central no es meramente un
decir. La trama se desarrolla presentando la vida normal de un hombre en una
comunidad en la que todo marcha dentro de lo normal o lo que al menos para él
es normal.
Truman, sin saberlo está rodeado
de actores que trabajan en una especie de reality show en que miles de cámaras
filman todo su proceso de vida. Y es que Truman fue adoptado por el director y
diseñador del reality desde antes que naciera y es quien dicta absolutamente
todo lo que ocurre dentro de ese gigantesco escenario que simula un pequeño
mundo dentro de otro. Así, existe control total de las estaciones, el día, la
noche, la lluvia o el viento. Todo absolutamente está manejado bajo las órdenes
del director, aún los acontecimientos en la vida de Truman. Mientras tanto, el
resto del mundo está siguiendo paso a paso el suceder diario de su vida con
alto rating de sintonía.
De pronto algo comienza a
suceder, siente que algo no está bien. Su deseo de toda la vida en conocer FIJI
es una y otra vez impedido por circunstancias inexplicables junto a su temor por
embarcarse en una travesía marina debido al trauma de la pérdida de su padre
siendo un niño.
Pero su persistencia al final
tiene un desenlace que nadie imaginaría.
Hace un tiempo me
identifiqué de manera singular con la película, porque al igual que Truman, parece ser
que todo en la vida tiene una forma de ser y existe un Status Quo que todos
seguimos y respetamos. De hecho si alguien se opone, es considerado como
extraño y podría hasta ser hostigado. Existe un sistema muy bien montado que
decide todo cuanto somos y que nos circunda de forma tal que no lo
cuestionamos. Llámelo gobierno, educación, iglesia, etc. Todo está como interconectado
para programarnos de cierta manera desde que nacemos con la idea de que seamos
ciudadanos productivos y “bien portados”. Pero un día algo comienza a suceder.
Se activa inexplicablemente dentro de nosotros un sentir de que existe algo más
de lo que hasta entonces conocimos. La Biblia le llama “conocer la verdad” para ser
verdaderamente libres. No me refiero a una alteración del sistema el cual
debe continuar así por orden humano. Hablo más bien de algo dentro nuestro. Nuestra
búsqueda de la verdad.
Esta parece ser la eterna y gran
pregunta del hombre: “¿Qué es la
Verdad?”. Hace 2000 años Pilato la hizo al mismo Señor. Y la
verdad no era una filosofía, sino un hombre: Jesús. No es saber de Él. No es
conocer sus enseñanzas. Tampoco haber podido andar con Él físicamente o haberle
tocado literalmente como pudieron muchos. Es más profundo, es interno, es un hacerse
uno con Él. Un morir para que Él viva.
Probablemente los temores
infundados por nuestro entorno y formación son los mayores obstáculos que
debemos saldar antes de poder ser libres de este pequeño universo de creencias
o costumbres que nos rodea en el que estamos convencidos de que no hay nada más.
De nuevo, no se trata de
rebelarse (por pura rebelión), ni hacer la guerra al sistema, ni mucho menos a
quienes están en él. Más bien es una guerra contra uno mismo. Un permitirse dejar
los prejuicios y por qué no “resetearse” o mejor dicho, permitirle a Dios que
nos resetee para comenzar de cero no cargando uno la información sino dejando a
Dios reflejarse en nosotros y confiar en lo que Él desea revelarnos. La Palabra
lo plantea como ser niños, volver a su inocencia libre de conocimientos prediseñados
para que esta revelación del Señor pueda tener todo el espacio para fluir con
libertad dentro nuestro.
Hay quienes creyendo ser libres viven
en cautiverio como le ocurrió a Truman, y hay quienes estando en cautiverio
experimentaron la libertad de verdad cuando decidieron enfrentar sus prejuicios
como plantea la Película.
Claro que el desenlace inesperado
parece ser inevitable, sin embargo y por encima de ello, es más bien una
realidad del ser que ahora sabemos, dependiente totalmente del Señor que antes
creímos vivir pero ahora es verdad palpable.
Comprendemos lo que es vivir en
Él y por Él y no más por otras fuentes.