Ya que Dios no
nos hizo Robots... (2° Parte)
Escrito Autóctono
Continuación…
Lo
que estoy diciendo es que su disposición al crearnos con tal nivel de libertad llegó
al punto no solo de mostrarnos todo el bien y la verdad que ya experimentábamos con el resultado
lógico de un bienestar indescriptible, sino que también nos presentó
el mal y sus consecuencias claras de destrucción y muerte, con el árbol de la ciencia o conocimiento del bien y del mal que permitió que brotase en medio del huerto y llevándonos
a conocerlo (Génesis 2:16 y 17; 3:2 y 3). Recordemos que también allí mismo lucía otro árbol llamado de vida que también conocíamos (Génesis 2:9) Parece inaudito, pero ese árbol de fruto tentador era un
elemento más que colaboraba a nuestra libertad porque nos daba otro factor más que
tenía su lugar y que no nos ocultaría adrede para que pudiéramos decidir con
todos los elementos sobre la mesa. Es decir, Dios no nos ocultó la verdad, nos
mostró la totalidad de la situación porque parte de la realidad era también la
existencia del mal evidentemente.
Claro!,
porque darnos voluntad pero no mostrarnos el árbol de la ciencia del bien y del
mal o impedir que estuviera allí, era igual a limitarnos a conocer solo lo bueno y nada más que lo bueno
decidiendo por nosotros y eso lo hacía cruzar la línea del derecho con que nos
había creado, aunque nosotros en nuestra perfección no lo hubiésemos
considerado así estoy seguro. Pero también es muestra característica del Amor
que es Él que no obliga a nadie a estar con Él. Quiere que ello sea resultado
del amor y nada más.
Piense
por un momento, no exponernos al mal lo convertía automáticamente en injusto
obligándonos a ver solo una parte de la realidad. Porque existía esa otra
realidad, dañina, pero realidad al fin y ese era el mal. ¡Qué increíble amor!
Ahora,
como mencioné, estábamos tan bien y plenos con Él que finalmente teniendo en
forma clara el panorama completo tanto del bien como del mal presentado por nada
menos que Dios mismo, en nuestra perfección y conocimiento no tuvimos la más
mínima intención de ir en otra dirección. Pero
Dios, consciente de que teníamos la experiencia del bien más no la del mal, sabe que requeríamos experimentar también la otra parte debido a esa libertad con que nos hizo.
Mostrarnos
la puerta hacia el mal no fue inducirnos a él (tentarnos) en ninguna manera, porque
es algo que Él como Dios no puede hacer.
¿Cómo podríamos entonces hurgar
experimentalmente la otra cara de la moneda para completar nuestra libertad?
Continuará…