domingo, 7 de octubre de 2018

Debemos entenderlo… no hay de otra (2° Parte)


Debemos entenderlo… no hay de otra (2° Parte)
Escrito Autóctono

Continuación…

Él hace la obra en los corazones que quiere y cumple su propósito. Y lo ha estado haciendo a través de los siglos mientras nosotros los hombres que decimos conocerle estamos en nuestros propios enredos adorando lo que ni sabemos (Juan 4: 22-24)

Nos convertimos en completos ciegos guiando a otros ciegos y ambos caeremos en el mismo hoyo. (Mateo 15: 14)

¿Por qué será que no lo entendemos? Bueno, si sé; por nuestro orgullo descomunal que no da lugar a otra cosa más que a nuestras ideas porque creemos que eso es; como la Torre de Babel que una vez edificamos y pensamos llegar hasta el Altísimo con nuestros esfuerzos pero la verdad ¡Qué engañados vivimos!

Tanto nos hemos desgastado a nosotros mismos y desgastado a los demás en la búsqueda de un objetivo pero bajo nuestros términos y no los claramente planteados en la Palabra.

Y es que cualquier cosa que propongamos no pasa de ser un mecanismo, lleno de engranajes, al cual hay que “darle cuerda”, al que hay que ponerle “una batería” para que funcione, pero dejará de hacerlo en cualquier momento porque dicha energía tarde o temprano se agotará, y cansados volvemos a intentarlo, hasta que una y otra vez nos damos cuenta -si es que llegamos a comprenderlo-, que nada de lo que hicimos tenía Vida. Todo resultó ser plástico, materia inanimada, muerta, un títere al cual manipulamos.

Nada tenía Vida porque a la Vida no la podemos controlar nosotros. La Vida la tiene Dios y Él la hace surgir entre los suyos por el Espíritu Santo. Allí nada podemos hacer, solo funcionar de acuerdo a su diseño.

Esfuerzos vanos, cualquier cosa que hagamos. ¡Por favor entendámoslo!

Si lo que tenemos lo hemos producido nosotros… en realidad no tenemos nada.

Si lo que tenemos no lo ha producido la Vida entonces lo que tenemos está muerto, por más bonito que nos parezca. Por más organizado que sea, por más impecable que se vea. Un jardín, pero de césped sintético y flores plásticas. Un sepulcro blanqueado.

Cuando gustamos la Vida, cuando somos testigos de su Presencia en medio de la reunión de los santos manifestándose por medio de los dones que les ha dado, cuando sabemos que es Él entre nosotros, nada, absolutamente nada en este universo se le puede comparar.

Una vez que es Él, ya no queremos ninguna otra cosa. La más maravillosa experiencia y vivencia que podríamos -valga la redundancia- experimentar, es Él.

Continuará…