domingo, 25 de marzo de 2018

Escandalizados (2º Parte)


Escandalizados (2º Parte)
Escrito autóctono

Continuación…

¿Qué se gana con forzar la fe? ¡Realmente nada! Más bien se pierde.

Aquellos que son inmersos involuntariamente en una práctica que no les es inherente, normalmente la detestan. Y con respecto a la fe, quien resulta odiado es Dios.

El problema final es que se cree que Dios obliga al hombre a ser santo, cosa totalmente opuesta a la verdad.

Ni Dios ni nadie que comprenda la fe, la impondrá bajo ninguna circunstancia pues la fe no es una ideología.

Las formas de la edad media, de tratar con diabólica intolerancia a quienes pensaban diferente, quedaron como un testimonio de la barbaridad y de la inhumanidad, jamás del amor.

En la actualidad con pensar diferente y con argumentos claros no peligra la vida (bueno… eso dice uno), pero casi inevitablemente se es reo de señalamientos, juicios, condenas; expuesto a la denigración y hasta destrucción de la imagen, sufriendo el corte de la relación con los demás, la burla y la humillación. (Peor que la inquisición)

En fin, todo por la ignorancia y el temor de que posiblemente lo que se cree mayoritariamente puede no estar tan de lado de la verdad. Tantos no podrían estar equivocados  -es lo que se piensa-.

Lo hemos experimentado hasta al hablar con amigos sinceros que lo aprecian a uno; ellos no te condenan, ni se burlan, pero por el tamaño de sus ojos que expresan asombro, mejor cambian de tema. Realmente nadie se quiere complicar ni mucho menos siquiera pensar que lo que siempre ha adoptado como cierto y da por un hecho, pueda estar en entredicho.

La razón es que nos asustan los cambios radicales, sobre todo si están tan diametralmente opuestos a lo que damos por sentado. Tememos ser engañados.  Pero ¿y si ya lo estamos?

Pensar en lo que se dirá de nosotros o cómo reaccionen quienes nos conocen si llegan a enterarse que estamos dudando o valorando cambiar.

Pero al final pueden más la verdad y la paz si es que las queremos.

Continuará…


domingo, 18 de marzo de 2018

Escandalizados (1º Parte)


Escandalizados (1º Parte)
Escrito autóctono

Sí, esa puede ser la primera reacción que aflora cuando se nos plantea algo que podría minar nuestras más sagradas creencias o costumbres.

No es nuevo; le pasó a los “guías espirituales” de la época del Señor cuando convencidos de que estaban claros respecto a lo que Dios pedía, de pronto un hombre sencillo enviado por Él vino a revolucionar los conceptos de cómo realmente comprenderlos, desafiando al estatus quo.

Cuando nos ocurre y se nos plantea algo extraño o “nuevo”, inmediatamente y como un instinto nos protegemos. ¿Cómo?, reaccionando o a la defensiva con enojo y señalamientos desproporcionados añadiendo la consabida expresión: “es una secta, de esas que nos advirtió el Señor que proliferarían en los últimos tiempos”. También buscamos protegernos rechazando de plano e intolerablemente cualquier argumento en forma de un portazo contundente.

Otros más osados sacan todo el arsenal aprendido para “demostrar” su gran conocimiento e intimidar a su oponente.

Tienen razón, salvo que no todo lo que suene diferente o inentendible sea una secta del diablo. El simple hecho de no poder comprender algo no lo sataniza necesariamente, ¿no es cierto? Por ejemplo, todavía no comprendemos muchos misterios del universo que nos rodea pero eso no lo vuelve diabólico.

Hace siglos, en épocas de la inquisición (poco después del año mil de nuestra era), cuando los científicos presentaban sus estudios demostrando que la tierra era redonda (ya lo decía la biblia) o que circulaba alrededor del sol o que no era inobjetablemente el centro del universo, los religiosos de entonces que contaban con el aval del estado, los obligaban a demitir de sus conclusiones con un verdugo a la par. (¡Vaya tren de ignorantes!)

Hoy nos mataría de la risa que alguien jurara con su propia vida que la tierra es plana, sin embargo en esa época era tan serio que se debía escoger entre retractarse o sufrir las consecuencias, solo porque a los religiosos todo les parecía brujería o que socavaba su forma de explicar las Escrituras.

La estupidez de imponer la fe... cuando fe es algo que no se puede obligar.

Continuará…

domingo, 11 de marzo de 2018

Llevad mi yugo sobre vosotros… (9° y última Parte)


Llevad mi yugo sobre vosotros…  (9° y última Parte)
Escrito autóctono

Continuación…

Si se le dificulta comprender mi analogía de las herramientas, se lo explicaré claro y directo: es muy fácil que usted consiga pala y carretillo, pero el Espíritu tiene el tractor. Usted cuenta con sus pies para caminar grandes distancias, pero el Espíritu cuenta con el avión. Puede tener un pico, pero la dinamita la tiene el Señor; puede fácilmente conseguir un hacha, pero la motosierra la posee el Espíritu.

Cada uno de estos elementos que facilitan el trabajo, son las formas y maneras que Dios usa y cómo también procede Él para hacer las cosas, es decir fe más que músculo.

Así que solo hay dos formas de acabar la labor: fatigado o con gozo.

“Mi yugo es fácil y ligera mi carga”… ¿Qué significará esto para los creyentes modernos sumidos en trabajos sin fin con tal que el mundo no se pierda? 

Este pasaje es y ha sido especialmente reconfortante, si comprendo que como “buey más joven e inexperto” Él va llevándome y yo solo debo caminar con su guía y aprender. Además como es lógico se me asigna una carga ligera, es decir nada gravosa.

Él dijo: “por nada estéis afanados” o lo que es lo mismo: “no se preocupen”.

Todos deberíamos calmarnos, respirar profundo e ir a Él.

Además, he comprendido en medio de todo esto que más bien la estrategia del enemigo es hacernos pensar que trabajamos duro para ganarle la partida, y  verdaderamente nos empeñamos en hacerlo, y al final logra mantenernos ocupados desviando nuestra atención y apartándonos de lo simple y es por allí que se aprovecha y nos hace daño.

Ya no vivamos conforme nuestra propia cosmovisión y análisis de las situaciones puesto que Dios ya definió nuestro camino y la vida por la cual vivir para llegar al final de nuestra jornada como Dios manda: reposados.

Fin

domingo, 4 de marzo de 2018

Llevad mi yugo sobre vosotros… (8° Parte)


Llevad mi yugo sobre vosotros…  (8° Parte)
Escrito autóctono

Continuación…

Claro que no podía quedarme solo viéndolos sin al menos tratar de hacer algo intentando señalarles esa libertad sin asustarles, pero para ser honestos les suena extraña, diferente e irreal de acuerdo a lo que conocen y ya han dado como un hecho incuestionable. Algunos tal vez comienzan a divisar una pequeña luz en el horizonte. 

Sinceramente deberían dejar sus trajinados ministerios. Le aseguro que lograrían más para sí y para la obra. No me refiero a “tirar la toalla”, más bien a sentarse a los pies del Maestro y aprender cómo hace Él las cosas para luego hacerlo ellos también pero no solos sino con Él y en sus términos.

Tenga la seguridad que el diseño o la forma de Dios es más efectiva y también más descansada. Dios nunca se ha complicado.

La Palabra habla del arduo trabajo en la obra, pero si lo analizamos, se trata de productividad que va más relacionada a efectividad y no a desgaste. Evidentemente cualquier acción conlleva desgaste, pero depende de nosotros si creemos al diseño de Dios y su forma para hacer las cosas, que el resultado final nos producirá o cansancio o satisfacción. Pablo habla de acabar su carrera de la mejor manera: con efectividad y con gozo (Hechos 20: 24). Y conocemos las dimensiones de su trabajo.

Hay un yugo que usar, y hasta hay una cruz que cargar ciertamente (Lucas 9: 23). El Señor prometió la aflicción como una realidad para nosotros pero a la par de ella la seguridad de la victoria por su obra (Juan 16: 33). En otras palabras, no estaríamos solos jamás frente a las penurias propias de la vida y el mal que traería cada día. 

En alguna forma somos más dados a realizar nuestra labor de la manera más obstaculizada que exista.

Si nos hubiese tocado a nosotros la creación, le aseguro que llevaríamos unos cuantos millones de años solo decidiendo por dónde empezar y una vez decidido, otro tiempo igual para averiguar qué materia prima usar.

Continuará…