Escandalizados (2º
Parte)
Escrito
autóctono
Continuación…
¿Qué se gana con
forzar la fe? ¡Realmente nada! Más bien se pierde.
Aquellos que son
inmersos involuntariamente en una práctica que no les es inherente, normalmente
la detestan. Y con respecto a la fe, quien resulta odiado es Dios.
El problema
final es que se cree que Dios obliga al hombre a ser santo, cosa totalmente
opuesta a la verdad.
Ni Dios ni nadie
que comprenda la fe, la impondrá bajo ninguna circunstancia pues la fe no es
una ideología.
Las formas de la
edad media, de tratar con diabólica intolerancia a quienes pensaban diferente,
quedaron como un testimonio de la barbaridad y de la inhumanidad, jamás del
amor.
En la actualidad
con pensar diferente y con argumentos claros no peligra la vida (bueno… eso dice
uno), pero casi inevitablemente se es reo de señalamientos, juicios, condenas; expuesto
a la denigración y hasta destrucción de la imagen, sufriendo el corte de la
relación con los demás, la burla y la humillación. (Peor que la inquisición)
En fin, todo por
la ignorancia y el temor de que posiblemente lo que se cree mayoritariamente puede
no estar tan de lado de la verdad. Tantos no podrían estar equivocados -es lo que se piensa-.
Lo hemos
experimentado hasta al hablar con amigos sinceros que lo aprecian a uno; ellos no
te condenan, ni se burlan, pero por el tamaño de sus ojos que expresan asombro, mejor cambian
de tema. Realmente nadie se quiere complicar ni mucho menos siquiera pensar que
lo que siempre ha adoptado como cierto y da por un hecho, pueda estar en entredicho.
La razón es que
nos asustan los cambios radicales, sobre todo si están tan diametralmente
opuestos a lo que damos por sentado. Tememos ser engañados. Pero ¿y si ya lo estamos?
Pensar en lo que
se dirá de nosotros o cómo reaccionen quienes nos conocen si llegan a enterarse
que estamos dudando o valorando cambiar.
Pero al final
pueden más la verdad y la paz si es que las queremos.
Continuará…