Escandalizados
(1º Parte)
Escrito autóctono
Sí, esa puede
ser la primera reacción que aflora cuando se nos plantea algo que podría minar
nuestras más sagradas creencias o costumbres.
No es nuevo; le
pasó a los “guías espirituales” de la época del Señor cuando convencidos de que
estaban claros respecto a lo que Dios pedía, de pronto un hombre sencillo
enviado por Él vino a revolucionar los conceptos de cómo realmente
comprenderlos, desafiando al estatus quo.
Cuando nos
ocurre y se nos plantea algo extraño o “nuevo”, inmediatamente y como un
instinto nos protegemos. ¿Cómo?, reaccionando o a la defensiva con enojo y señalamientos
desproporcionados añadiendo la consabida expresión: “es una secta, de esas que
nos advirtió el Señor que proliferarían en los últimos tiempos”. También
buscamos protegernos rechazando de plano e intolerablemente cualquier argumento
en forma de un portazo contundente.
Otros más osados
sacan todo el arsenal aprendido para “demostrar” su gran conocimiento e
intimidar a su oponente.
Tienen razón, salvo
que no todo lo que suene diferente o inentendible sea una secta del diablo. El
simple hecho de no poder comprender algo no lo sataniza necesariamente, ¿no es
cierto? Por ejemplo, todavía no comprendemos muchos misterios del universo que
nos rodea pero eso no lo vuelve diabólico.
Hace siglos, en
épocas de la inquisición (poco después del año mil de nuestra era), cuando los científicos
presentaban sus estudios demostrando que la tierra era redonda (ya lo decía la
biblia) o que circulaba alrededor del sol o que no era inobjetablemente el
centro del universo, los religiosos de entonces que contaban con el aval del
estado, los obligaban a demitir de sus conclusiones con un verdugo a la par. (¡Vaya
tren de ignorantes!)
Hoy nos mataría
de la risa que alguien jurara con su propia vida que la tierra es plana, sin
embargo en esa época era tan serio que se debía escoger entre retractarse o sufrir
las consecuencias, solo porque a los religiosos todo les parecía brujería o que
socavaba su forma de explicar las Escrituras.
La estupidez de imponer la fe... cuando fe es algo que no se puede obligar.
Continuará…