domingo, 18 de marzo de 2018

Escandalizados (1º Parte)


Escandalizados (1º Parte)
Escrito autóctono

Sí, esa puede ser la primera reacción que aflora cuando se nos plantea algo que podría minar nuestras más sagradas creencias o costumbres.

No es nuevo; le pasó a los “guías espirituales” de la época del Señor cuando convencidos de que estaban claros respecto a lo que Dios pedía, de pronto un hombre sencillo enviado por Él vino a revolucionar los conceptos de cómo realmente comprenderlos, desafiando al estatus quo.

Cuando nos ocurre y se nos plantea algo extraño o “nuevo”, inmediatamente y como un instinto nos protegemos. ¿Cómo?, reaccionando o a la defensiva con enojo y señalamientos desproporcionados añadiendo la consabida expresión: “es una secta, de esas que nos advirtió el Señor que proliferarían en los últimos tiempos”. También buscamos protegernos rechazando de plano e intolerablemente cualquier argumento en forma de un portazo contundente.

Otros más osados sacan todo el arsenal aprendido para “demostrar” su gran conocimiento e intimidar a su oponente.

Tienen razón, salvo que no todo lo que suene diferente o inentendible sea una secta del diablo. El simple hecho de no poder comprender algo no lo sataniza necesariamente, ¿no es cierto? Por ejemplo, todavía no comprendemos muchos misterios del universo que nos rodea pero eso no lo vuelve diabólico.

Hace siglos, en épocas de la inquisición (poco después del año mil de nuestra era), cuando los científicos presentaban sus estudios demostrando que la tierra era redonda (ya lo decía la biblia) o que circulaba alrededor del sol o que no era inobjetablemente el centro del universo, los religiosos de entonces que contaban con el aval del estado, los obligaban a demitir de sus conclusiones con un verdugo a la par. (¡Vaya tren de ignorantes!)

Hoy nos mataría de la risa que alguien jurara con su propia vida que la tierra es plana, sin embargo en esa época era tan serio que se debía escoger entre retractarse o sufrir las consecuencias, solo porque a los religiosos todo les parecía brujería o que socavaba su forma de explicar las Escrituras.

La estupidez de imponer la fe... cuando fe es algo que no se puede obligar.

Continuará…