Primordialmente por
las casas … ¿Y el templo?
Escrito autóctono
Dentro de nuestro rótulo-presentación
del blog en la parte superior, definimos una característica que quisimos dejar
por escrito basándonos en Hechos 2: 46.
Pero quiero dejar en claro que decir
“…primordialmente por las casas…” no encierra ni establece de plano que creamos
que las casas son el único sitio válido para la reunión de hermanos. Ni la
Palabra de Dios con toda la información al respecto que brinda, dice tal cosa.
Y en esto quiero ser por un lado
radical sin caer en extremismos y por otro tolerante sin caer en complacencias.
¿Quién soy yo para estorbar a la obra del Señor? ¿Quién soy yo para poner en la
intención de Dios algo que no está? ¿Quién soy para manipular teológicamente a alguien
valiéndome de su poco conocimiento?
Quizá por todo lo terrible que vi
que producía el sistema, fui intolerante cuando comenzaba a caminar en esta
vida del Señor hace poco más de una década (2004), aunque no lo hacía con un
mal espíritu. Hoy lo reconozco con mucha pena, porque el Señor en su inmensa
misericordia me mostró que si Él no hace la obra ¿cómo pretendo yo convencer
con la Palabra a manera de bazuca?
He visto de todo, desde actitudes
intransigentes y cerradas que prácticamente quisieran tener la bomba atómica en
sus manos para borrar de la faz de la tierra al sistema, hasta quienes creen
estar viviendo algo nuevo solo por estar en las casas pero con un sistemita en
pequeño. He visto hermanos de la iglesia tradicional menospreciar a sus
hermanos al punto del repudio solo porque decidieron caminar por la Palabra
libres del sistema y a hermanos también de allí ser tolerantes sin dejar de
amarlos no atreviéndose a juicios o señalamientos dañinos y pecaminosos.
Pero me dirijo ahora a hermanos
nuestros que satanizan literalmente los edificios y caen en el mismo pecado
juicioso para con quienes se congregan allí.
Qué, ¿acaso congregarse en un edificio
es pecado? Estaríamos entrando en intransigencias si decimos que sí solo porque
allí llaman a eso templo o iglesia. ¿Arremeteremos contra el edificio como si
un local fuese algo y arrasaremos hasta con los hermanos allí? ¿No comprendemos
que a pesar del edificio, allí hay hermanos nuestros lavados con la sangre de
Cristo? Igual las casas son edificaciones materiales.
No por estar en una banca en un
salón o en un sillón en la sala de una casa ocurre nada extraordinario. ¿Tan
necios somos? Ni el edificio es nada ni la casa es nada.
¿Acaso me he vuelto a favor o en
contra de alguien? En ninguna manera.
Debemos comprender que Dios no trata
con nada material o inanimado como cosas o edificaciones, trata con personas.
Igual podríamos estar en la calle,
en la plaza, en una oficina, en el parque, en la cárcel, y hasta en otro
planeta; “…Porque donde están dos o tres
congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos” dijo el Señor (Mateo
18:20). Donde quiera estén los hermanos, allí está la iglesia del Señor; no
por el lugar sino por los hermanos.
Dios no opera ni más ni menos solo
por encontrarnos en un edificio o en una casa, porque su operación es en los
corazones de quienes le aman sin importar el sitio en que se encuentren pues Él ya santificó lo que tenía que
santificar y es a la persona, no al lugar.
A falta de entender esto y por la
carnalidad, hermanos se vuelven contra otros hermanos comiéndose unos a otros
solo por el sitio en que se congregan. ¡Qué necedad!
Si Dios no hace la obra, en vano nos
ocupamos quienes consideramos estar en ella. Si Dios no edifica la casa (su
casa) en vano trabajamos los que creemos estar trabajando. (Salmo 127: 1)
Definitivamente estamos comiendo las
hojas y dejando las zanahorias en la tierra.
Debemos arrepentirnos y reconocer
que tanto por las casas como en los edificios, hay pueblo del Señor y corazones
dispuestos para Él. Debemos arrepentirnos y reconocer que tanto por las casas
como en los edificios, hay personas que nunca comprenderán y están allí
religiosamente sin más ni más. Dios es el que conoce los corazones.
Ahora, que un sitio facilite las
posibilidades mejor que otro, eso es diferente. Así como no se ordeña una vaca
en un sanitario, cada cosa con su cosa. No deberíamos mezclar liturgias, ni
formas, ni nada de lo que se practica en un local disque rindiendo culto a Dios,
con un grupo de personas reunidas para edificarse en una casa.
Por condiciones de espacio y por
cantidad de personas, a menor grupo mayor la posibilidad de relacionarse, de
conocerse, de tratarse, de enseñarse, de edificarse mutuamente y que todos
puedan ejercer sus dones como registra 1°
Corintios del capítulo 12 en adelante, lea también el 14: 26. Esto era la
normalidad de vida de los hermanos respecto a sus reuniones de edificación.
Verdaderamente imposible lograrlo con multitudes al mismo tiempo en un solo
lugar.
Continuará…