sábado, 31 de enero de 2015

Primordialmente por las casas … ¿Y el templo?



Primordialmente por las casas … ¿Y el templo?
Escrito autóctono

Dentro de nuestro rótulo-presentación del blog en la parte superior, definimos una característica que quisimos dejar por escrito basándonos en Hechos 2: 46.

Pero quiero dejar en claro que decir “…primordialmente por las casas…” no encierra ni establece de plano que creamos que las casas son el único sitio válido para la reunión de hermanos. Ni la Palabra de Dios con toda la información al respecto que brinda, dice tal cosa.

Y en esto quiero ser por un lado radical sin caer en extremismos y por otro tolerante sin caer en complacencias. ¿Quién soy yo para estorbar a la obra del Señor? ¿Quién soy yo para poner en la intención de Dios algo que no está? ¿Quién soy para manipular teológicamente a alguien valiéndome de su poco conocimiento?

Quizá por todo lo terrible que vi que producía el sistema, fui intolerante cuando comenzaba a caminar en esta vida del Señor hace poco más de una década (2004), aunque no lo hacía con un mal espíritu. Hoy lo reconozco con mucha pena, porque el Señor en su inmensa misericordia me mostró que si Él no hace la obra ¿cómo pretendo yo convencer con la Palabra a manera de bazuca?

He visto de todo, desde actitudes intransigentes y cerradas que prácticamente quisieran tener la bomba atómica en sus manos para borrar de la faz de la tierra al sistema, hasta quienes creen estar viviendo algo nuevo solo por estar en las casas pero con un sistemita en pequeño. He visto hermanos de la iglesia tradicional menospreciar a sus hermanos al punto del repudio solo porque decidieron caminar por la Palabra libres del sistema y a hermanos también de allí ser tolerantes sin dejar de amarlos no atreviéndose a juicios o señalamientos dañinos y pecaminosos.

Pero me dirijo ahora a hermanos nuestros que satanizan literalmente los edificios y caen en el mismo pecado juicioso para con quienes se congregan allí.

Qué, ¿acaso congregarse en un edificio es pecado? Estaríamos entrando en intransigencias si decimos que sí solo porque allí llaman a eso templo o iglesia. ¿Arremeteremos contra el edificio como si un local fuese algo y arrasaremos hasta con los hermanos allí? ¿No comprendemos que a pesar del edificio, allí hay hermanos nuestros lavados con la sangre de Cristo? Igual las casas son edificaciones  materiales.

No por estar en una banca en un salón o en un sillón en la sala de una casa ocurre nada extraordinario. ¿Tan necios somos? Ni el edificio es nada ni la casa es nada.

¿Acaso me he vuelto a favor o en contra de alguien? En ninguna manera.

Debemos comprender que Dios no trata con nada material o inanimado como cosas o edificaciones, trata con personas.

Igual podríamos estar en la calle, en la plaza, en una oficina, en el parque, en la cárcel, y hasta en otro planeta; “…Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos” dijo el Señor (Mateo 18:20). Donde quiera estén los hermanos, allí está la iglesia del Señor; no por el lugar sino por los hermanos.

Dios no opera ni más ni menos solo por encontrarnos en un edificio o en una casa, porque su operación es en los corazones de quienes le aman sin importar el sitio en que se encuentren  pues Él ya santificó lo que tenía que santificar y es a la persona, no al lugar.

A falta de entender esto y por la carnalidad, hermanos se vuelven contra otros hermanos comiéndose unos a otros solo por el sitio en que se congregan. ¡Qué necedad!

Si Dios no hace la obra, en vano nos ocupamos quienes consideramos estar en ella. Si Dios no edifica la casa (su casa) en vano trabajamos los que creemos estar trabajando. (Salmo 127: 1)

Definitivamente estamos comiendo las hojas y dejando las zanahorias en la tierra.

Debemos arrepentirnos y reconocer que tanto por las casas como en los edificios, hay pueblo del Señor y corazones dispuestos para Él. Debemos arrepentirnos y reconocer que tanto por las casas como en los edificios, hay personas que nunca comprenderán y están allí religiosamente sin más ni más. Dios es el que conoce los corazones.

Ahora, que un sitio facilite las posibilidades mejor que otro, eso es diferente. Así como no se ordeña una vaca en un sanitario, cada cosa con su cosa. No deberíamos mezclar liturgias, ni formas, ni nada de lo que se practica en un local disque rindiendo culto a Dios, con un grupo de personas reunidas para edificarse en una casa.

Por condiciones de espacio y por cantidad de personas, a menor grupo mayor la posibilidad de relacionarse, de conocerse, de tratarse, de enseñarse, de edificarse mutuamente y que todos puedan ejercer sus dones como registra 1° Corintios del capítulo 12 en adelante, lea también el 14: 26. Esto era la normalidad de vida de los hermanos respecto a sus reuniones de edificación. Verdaderamente imposible lograrlo con multitudes al mismo tiempo en un solo lugar.

Continuará…