Primordialmente por
las casas… ¿Y el templo? 2° parte
Escrito autóctono
Continuación…
La doctrina neotestamentaria resalta
más la vida relacional entre hermanos como la vivencia natural de la iglesia, que
las experiencias multitudinarias, pues ella es una familia, más que un
movimiento de masas.
Esta es la razón por la que
primordialmente retornamos a las casas. No necesitamos un edificio para ser
iglesia; tampoco necesitamos una casa para experimentar la vida de iglesia;
pero sin embargo, la casa es el sitio más apto de todos para estar en comunidad.
Los primeros 3000 convertidos el día
de Pentecostés eran una multitud, pero aprendieron la vida relacional de
hermanos en grupos pequeños familiares por las casas. Nadie puede negar eso. Y
esa fue la tónica normal de relación durante los siguientes 300 años doquiera
se predicara el evangelio.
Tampoco podemos negar que hubo
reuniones multitudinarias, pero para asuntos verdaderamente especiales, como
cuando eligieron los servidores de las mesas (Hechos 6) o bien cuando eran enseñados por los apóstoles en el
Pórtico de Salomón ubicado al frente del templo de Herodes en Jerusalén; más le
aseguro que ni aún allí llegaba toda la iglesia al mismo tiempo para ser
enseñados sino que lo hacían siempre por grupos un tanto más grandes que por
las casas, por la facilidad de espacio que había allí y a diferentes horas. Es
perfectamente lógico que cada apóstol tomase un grupo y le enseñara por unas
horas y luego tomara otro e hiciera lo mismo hasta terminar el día. Sucedía así
porque los horarios de trabajo de los hermanos se presentaban en diferentes
períodos del día y acomodaban su asistencia a las enseñanzas basados en eso. Recordemos
que ya no era un solo maestro haciendo la obra, eran doce apóstoles cumpliendo
la ardua tarea. Esto por supuesto hacía que se dedicaran a la enseñanza la predicación
y la oración todo el tiempo. (Hechos 5:
42)
La zona conocida como el atrio de
los gentiles en el templo de Herodes allí en Jerusalén, tenía alrededor los
pórticos compuestos por decenas de columnas que sostenían así mismo techos de
piedra y proveían amplios sitios sombreados y ventilados muy aptos para la
permanencia, que fueron usados por los creyentes para escuchar enseñanzas. El
más conocido de ellos y también el más grande era el Pórtico de Salomón,
mencionado en la Palabra como el sitio más usado por Jesús para enseñar. Los
apóstoles siguieron su ejemplo. También había una escalinata muy reconocida al
costado sur del templo que era sitio constante de enseñanzas de rabinos. Allí
también enseñó el Señor a sus seguidores y permitía por su posición tener un
número importante de personas cómodamente sentadas ofreciendo igualmente
condiciones acústicas óptimas. Esto siguió siendo aprovechado para las
reuniones de enseñanza y predicación de los apóstoles.
¿Qué pasó con el aposento alto?
Este fue el sitio en que los
primeros discípulos se reunían para compartir entre ellos y orar. Allí lo hacía
el Señor con ellos y es probable que fuera el sitio de la última cena del
Señor. Era un segundo o tercer piso de una casa en Jerusalén con campo
suficiente para albergar a una cantidad un poco más grande de ellos pero
imposible para tener a 500 por ser una casa. Por ello (posterior a Pentecostés)
las casas continuaron siendo el lugar para seguir creciendo según insiste
Hechos. El aposento alto se convirtió entonces en diríamos la casa de los
apóstoles para vivir y orar mientras estaban en Jerusalén, y es seguro que
desde allí coordinaban asuntos de la
iglesia. No se le nombra más como un sitio de reunión de los hermanos aunque
tampoco se descarta que por las noches lo fuera, como sucedía en muchas casas
en Jerusalén. Esto de que los creyentes se reunieran por las casas nunca fue
una estrategia de crecimiento porque sucedió de manera natural, como lo lógico
al ser tantos y también porque era la forma en que el ministerio de Jesús se
había desarrollado en los tres años en que les discipuló. Jesús era práctico.
Les enseñaba mientras viajaba de un sitio a otro por el camino, les enseñaba
por el campo, les enseñaba en un monte, les enseñaba junto al mar de Galilea,
les enseñaba en los sitios mencionados del templo de Jerusalén o en la sinagoga,
y también lo hacía en las casas a las que llegaba o en las que se quedaba.
Lo que sucedió después de
Pentecostés potenció lo que ocurría en las casas pues ahora todos habían sido
habilitados por el Espíritu Santo para funcionar en su Poder, por eso no se
trata de abrir casas para reuniones así porque así ni mucho menos como un
programa de multiplicación numeral de una iglesia tradicional pues eso no
coincide con la naturalidad original que tenían ni el propósito de Dios.
El movimiento celular moderno no se
equipara a las reuniones de hermanos por las casas del primer siglo de acuerdo
a toda la doctrina y funcionalidad que se destaca en el Nuevo Testamento.
Además se requiere imperiosamente la
revelación del Señor para comprender (discernir) el cuerpo, sin lo cual son tan
solo un grupo social corriente que se reúne a cantar, orar y tener un estudio
bíblico sin que falte por supuesto la ofrenda. Sin dicha revelación, se termina
por perpetuar las prácticas de iglesia tradicional solo que en chiquitito, donde
el caudillismo insano promueve creyentes mal dependientes de otros y no el
libre ejercicio de los dones de todos sin excepción, coordinados totalmente por
el Espíritu.
No estamos en esto por sacar hermanos
de los edificios para llevarlos a las casas, ni estamos promoviendo un nuevo
movimiento de cristianos que ya no asisten a ellos. No es nuestro asunto y creemos firmemente que
ni el de la Palabra.
Continuará…