sábado, 7 de febrero de 2015

Primordialmente por las casas… ¿Y el templo? 2° parte



Primordialmente por las casas… ¿Y el templo?  2° parte
Escrito autóctono

Continuación…

La doctrina neotestamentaria resalta más la vida relacional entre hermanos como la vivencia natural de la iglesia, que las experiencias multitudinarias, pues ella es una familia, más que un movimiento de masas.

Esta es la razón por la que primordialmente retornamos a las casas. No necesitamos un edificio para ser iglesia; tampoco necesitamos una casa para experimentar la vida de iglesia; pero sin embargo, la casa es el sitio más apto de todos para estar en comunidad.

Los primeros 3000 convertidos el día de Pentecostés eran una multitud, pero aprendieron la vida relacional de hermanos en grupos pequeños familiares por las casas. Nadie puede negar eso. Y esa fue la tónica normal de relación durante los siguientes 300 años doquiera se predicara el evangelio. 

Tampoco podemos negar que hubo reuniones multitudinarias, pero para asuntos verdaderamente especiales, como cuando eligieron los servidores de las mesas (Hechos 6) o bien cuando eran enseñados por los apóstoles en el Pórtico de Salomón ubicado al frente del templo de Herodes en Jerusalén; más le aseguro que ni aún allí llegaba toda la iglesia al mismo tiempo para ser enseñados sino que lo hacían siempre por grupos un tanto más grandes que por las casas, por la facilidad de espacio que había allí y a diferentes horas. Es perfectamente lógico que cada apóstol tomase un grupo y le enseñara por unas horas y luego tomara otro e hiciera lo mismo hasta terminar el día. Sucedía así porque los horarios de trabajo de los hermanos se presentaban en diferentes períodos del día y acomodaban su asistencia a las enseñanzas basados en eso. Recordemos que ya no era un solo maestro haciendo la obra, eran doce apóstoles cumpliendo la ardua tarea. Esto por supuesto hacía que se dedicaran a la enseñanza la predicación y la oración todo el tiempo. (Hechos 5: 42)

La zona conocida como el atrio de los gentiles en el templo de Herodes allí en Jerusalén, tenía alrededor los pórticos compuestos por decenas de columnas que sostenían así mismo techos de piedra y proveían amplios sitios sombreados y ventilados muy aptos para la permanencia, que fueron usados por los creyentes para escuchar enseñanzas. El más conocido de ellos y también el más grande era el Pórtico de Salomón, mencionado en la Palabra como el sitio más usado por Jesús para enseñar. Los apóstoles siguieron su ejemplo. También había una escalinata muy reconocida al costado sur del templo que era sitio constante de enseñanzas de rabinos. Allí también enseñó el Señor a sus seguidores y permitía por su posición tener un número importante de personas cómodamente sentadas ofreciendo igualmente condiciones acústicas óptimas. Esto siguió siendo aprovechado para las reuniones de enseñanza y predicación de los apóstoles.

¿Qué pasó con el  aposento alto?

Este fue el sitio en que los primeros discípulos se reunían para compartir entre ellos y orar. Allí lo hacía el Señor con ellos y es probable que fuera el sitio de la última cena del Señor. Era un segundo o tercer piso de una casa en Jerusalén con campo suficiente para albergar a una cantidad un poco más grande de ellos pero imposible para tener a 500 por ser una casa. Por ello (posterior a Pentecostés) las casas continuaron siendo el lugar para seguir creciendo según insiste Hechos. El aposento alto se convirtió entonces en diríamos la casa de los apóstoles para vivir y orar mientras estaban en Jerusalén, y es seguro que desde allí  coordinaban asuntos de la iglesia. No se le nombra más como un sitio de reunión de los hermanos aunque tampoco se descarta que por las noches lo fuera, como sucedía en muchas casas en Jerusalén. Esto de que los creyentes se reunieran por las casas nunca fue una estrategia de crecimiento porque sucedió de manera natural, como lo lógico al ser tantos y también porque era la forma en que el ministerio de Jesús se había desarrollado en los tres años en que les discipuló. Jesús era práctico. Les enseñaba mientras viajaba de un sitio a otro por el camino, les enseñaba por el campo, les enseñaba en un monte, les enseñaba junto al mar de Galilea, les enseñaba en los sitios mencionados del templo de Jerusalén o en la sinagoga, y también lo hacía en las casas a las que llegaba o en las que se quedaba.

Lo que sucedió después de Pentecostés potenció lo que ocurría en las casas pues ahora todos habían sido habilitados por el Espíritu Santo para funcionar en su Poder, por eso no se trata de abrir casas para reuniones así porque así ni mucho menos como un programa de multiplicación numeral de una iglesia tradicional pues eso no coincide con la naturalidad original que tenían ni el propósito de Dios.

El movimiento celular moderno no se equipara a las reuniones de hermanos por las casas del primer siglo de acuerdo a toda la doctrina y funcionalidad que se destaca en el Nuevo Testamento.

Además se requiere imperiosamente la revelación del Señor para comprender (discernir) el cuerpo, sin lo cual son tan solo un grupo social corriente que se reúne a cantar, orar y tener un estudio bíblico sin que falte por supuesto la ofrenda. Sin dicha revelación, se termina por perpetuar las prácticas de iglesia tradicional solo que en chiquitito, donde el caudillismo insano promueve creyentes mal dependientes de otros y no el libre ejercicio de los dones de todos sin excepción, coordinados totalmente por el Espíritu.

No estamos en esto por sacar hermanos de los edificios para llevarlos a las casas, ni estamos promoviendo un nuevo movimiento de cristianos que ya no asisten a ellos.  No es nuestro asunto y creemos firmemente que ni el de la Palabra.

Continuará…