Primordialmente por
las casas… ¿Y el templo? 3° parte
Escrito autóctono
Continuación…
Edificio vrs casas
¿Qué podemos decir?, ¿abrir las
casas significa entonces cerrar y/o desaparecer los edificios? No es la idea ni creemos que se deba llegar a eso. Lo que sí debemos comprender, es que
el edificio no es ningún santuario, ni sitio que aunque haya sido dedicado a
Dios se constituya sagrado.
No estamos pasando por alto lo que
ocurrió en el antiguo pacto de Dios con Israel, pero todos sabemos que ocurrió
algo nuevo después de la cruz, algo que tendría vigencia para la nueva
dispensación de la gracia llamada el nuevo pacto.
Le comento que aunque queramos construir
en un terreno un edificio y pongamos una biblia junto a la primera piedra que
se usará como base, y una vez levantado se unja con aceite, y oremos por él y
le impongamos manos, y reprendamos todos los espíritus malignos de los aires
alrededor…, seguirá siendo un local común y corriente no habitado por
Dios. Tampoco lo que llamemos allí altar
será santo. Ni los instrumentos, mesas, pulpitos, copas, cortinas, bancas… nada
será sagrado allí aunque lo dediquemos a Dios, porque en esta nueva
dispensación de la gracia Dios ya no santifica ni lugares ni cosas.
Seguir atado al antiguo pacto sin
comprender lo que Dios dispuso desde la cruz de Cristo, nos ha hecho mucho
daño, pues las personas creen ciegamente que entrar a un edificio de estos es estar
entrando literalmente al santuario, a la casa de Dios y así le llaman; que tocar
algo allí con “las manos sucias” es pecado, o que subirse al altar (tarima) en
pecado es morir espiritualmente hablando. Se le da un trato de misticismo a
todo allí alimentando la idea de que eso ha de ser manejado solo por ciertos
elegidos o preparados para hacerlo y que los demás deben sentirse afortunados
de tener la posibilidad de participar.
Dios en el antiguo pacto santificó todo
el menaje del tabernáculo y posteriormente del templo de Salomón por causa de
su Presencia, pero después de la cruz no lo hizo más porque ahora su Presencia venía
a llenar otro templo-santuario el cual es de carne y hueso, el cual había hecho
Él con sus propias manos; el hombre.
Igual sucede con las casas, no
deberíamos ungirlas porque la unción está para quienes las habitan en un caso
eventual. La ordenanza dada por el Señor por medio del apóstol Pablo, de ungir a alguien -por cierto, únicamente a
los enfermos (Santiago 5: 14)-, no
significa que el aceite sea sagrado o santo. Tampoco lo es el agua del bautismo
(ambos son elementos físicos).
Cualquier casa o edificio puede
contener actividad espiritual y sucede específicamente por lo que las personas
se prestan a hacer en esos lugares. Lo digo no como quien cree en lo que movimientos
ocultos o inclusive muchos cristianos aseveran. Lo digo porque la Palabra
establece que en los aires (regiones celestes) se mueven y operan seres
angelicales y también demoníacos (Efesios
6: 12). Esto puede tornar pesado un ambiente o hasta una región según la
actividad que se realice en ellos (Apocalipsis
2: 13), pero eso dista mucho de creer que los espíritus vivan en o posean
materiales inanimados.
Muchos son engañados porque les
dicen que así como el manto de Jesús fue tocado y transmitió poder sanador (Lucas 8: 43-44), o que como los paños o
delantales que conservaban poder sanador por los cuales eran sanados los
enfermos en el tiempo de predicación de Pablo en Éfeso (Hechos 19: 12), hay fundamento suficiente para creer que los
objetos pueden ser impregnados de bendiciones o maldiciones. ¡Mucho cuidado! No existe ninguna referencia
neotestamentaria que indique que el manto de Jesús quedase con poderes
especiales ni que lo que le ocurrió a Pablo continuara siendo usual o se
convirtiera en doctrina en la iglesia jamás.
Debemos saber diferenciar un hecho
aislado de una práctica o doctrina. De lo contrario podríamos pensar que al orar,
si el sitio donde estamos no tiembla (Hechos
4: 31), entonces Dios no hizo nada.
No existe siquiera una copa
santificada que tengamos que usar para la Cena del Señor. Ni se bendice al pan
(no lo dice la biblia por ninguna parte ni Jesús lo hizo). Se bendice a quienes
participan del pan y de la mesa. Tampoco la biblia que usamos como tal es
sagrada. Sagrado es su mensaje. El resto es papel y tinta. No se halle usted
usándola como un amuleto pues no lo es.
Los objetos siguen siendo objetos
pero lo que las personas hacen o se atreven a hacer con ellos obedece a la
situación espiritual de cada persona, buena o mala; a lo que cree, bien o mal; a donde pone su fe; a las puertas que
abre en su vida referente a esas cosas sean creencias buenas o malignas. No
debemos poner nuestro corazón en esas cosas; se estableció algo nuevo después
de la cruz.
La Palabra insiste que debemos ser
maduros en nuestra forma de pensar (1°
Corintios 14: 20) y desechar las fábulas (1° Timoteo 4: 7).
Continuará…