domingo, 29 de noviembre de 2020

La Dinámica del Perdón (6° parte)

La Dinámica del Perdón (6° parte)

Continuación…

Otro punto de gran importancia y que no podemos pasar por alto, nos lo muestra Lucas 17: 3 que analizaremos en pocos instantes cuando hablemos de la parte ofendida. Allí me llama poderosamente la atención la recomendación explícita del Señor en referencia a este tipo de situaciones: Él dijo: “Mirad por vosotros mismos”; parafraseado es algo así como: “arréglense ustedes”; o lo que sería más adaptado a nuestro idioma latino: “tengan seriedad y dejen de meter a Dios en sus enredos; no le cobren a Él sus pleitos y problemas”.

Esto es tan importante porque no deberíamos pretender que Dios sane una relación por su obra y gracia no haciendo nada nosotros, creyendo frescamente que Dios está obligado a inmiscuirse. Eso es un error, una desconsideración y hasta una sinvergüenzada. De eso está lleno el mundo donde culpan a Dios de cosas que son solo y únicamente nuestra responsabilidad.

Así mismo muchos creen que es falta de madurez cristiana el que alguien a quien dañaron simple y sencillamente ha de proceder olvidando una situación como si nada hubiera pasado y ya está. Por favor! Eso sí que es un descaro de quien ofendió y una soberana irresponsabilidad. ¡Nada se sanará de esa forma entendámoslo de una buena vez!

Como excusa barata a veces nos justificamos a nosotros mismos diciendo que como nadie lo hace con nosotros, tampoco nosotros lo haremos. Una actitud muy infantil para colmo de males.

 

El Ofendido (la otra cara de la moneda)

Bien ¿Qué, cuando se cambian los papeles? ¿Qué, cuando se es la parte ofendida según la Palabra de Dios? Veamos:

Lucas 17: 3 y 4 “3 Mirad por vosotros mismos. Si tu hermano pecare contra ti, repréndele; y si se arrepintiere, perdónale.

4 Y si siete veces al día pecare contra ti, y siete veces al día volviere a ti, diciendo: Me arrepiento; perdónale.

Es interesante cómo el Señor define con toda claridad cómo tratar este importante asunto. Retomamos de nuevo la expresión: “Mirad por vosotros mismos” ¿Quienes? En primera instancia los involucrados en una situación de fricción. Eso deja definido que terceros no deberían ni enterarse, ni meterse y ni mucho menos verse afectados en un problema de dos salvo que se requieran para intentar mediar en un caso muy serio.

Continuará…


domingo, 22 de noviembre de 2020

La Dinámica del Perdón (5° parte)

La Dinámica del Perdón (5° parte)

Continuación…

Ahora bien, este entablar de nuevo la relación definitivamente requiere primero una actitud de humildad y reconocimiento de un error y por supuesto un arrepentimiento sincero que presenta necesariamente una disculpa genuina de corazón, dolido por el daño provocado y hace lo que sea necesario para volver las cosas a la normalidad, inclusive pagar de más.

Claro, esto es posible solo si existe amor, verdadero amor. No se trata de una simplicidad. Eso ya es más que solo decir el trillado y hueco " hermano perdóname" que realmente no hace nada ni está interesado en mover un dedo a favor de reparar una relación.

La Palabra nos insiste “…Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres” (Romanos 12: 18). ¡Qué importante mandamiento!

Un breve texto que comparto a continuación, puede servirle de guía en cómo debería expresar su pena a un hermano al que ofendió según este espíritu que nos indica la Palabra:

"Hermano, siento mucho haberte ofendido. Tengo un profundo dolor por mi comportamiento contigo y realmente me arrepiento de haberte dañado. Quiero expresarte mi amor sincero y estoy dispuesto a reparar cualquier daño que haya provocado con tal de que se restablezca nuestra comunión".

Y verdaderamente si existe algo que pueda hacer para reparar el daño, debe proceder rápidamente, y muy naturalmente debe considerar hacer algo más que sea bueno para el hermano.

Si hay amor verdadero en ambos corazones, se logra una reconciliación genuina y la sanidad en la relación porque la Palabra dice que el amor es el vínculo perfecto. (Colosenses 3: 14) Pero también hay otro vínculo importante que es restablecido, el de la paz (Efesios 4: 3)

Creo que la sabiduría de la Palabra es tal que no la hemos comprendido en toda su extensión, cuando nos propone resarcir más de lo que se ha dañado aún. El caso es que si usted repara el daño únicamente, aunque hay perdón queda en el ambiente un sentimiento de mejor tenerle cuidado y quizá tratarlo lo menos posible. Pero si usted hizo más, entonces en el corazón del hermano lo que queda es satisfacción, porque hasta sentirá que volver por si acaso a ser ofendido por usted es ganancioso para él. Piénselo.

¿Cuál es la mejor muestra de la sanidad de una relación? Que puedes seguir tratando con aquella persona como con otra con quien nunca hayas tenido una diferencia, y quizá hasta mejor porque ya tuvieron la oportunidad de conocerse más cercanamente.

Continuará…


domingo, 15 de noviembre de 2020

La Dinámica del Perdón (4° parte)

La Dinámica del Perdón (4° parte)

Continuación…

Le pongo otro ejemplo.

Suponga que visita a alguien y por accidente golpea un valioso jarrón que se viene al suelo y se hace añicos o quiebra un vidrio de un ventanal y usted ni siquiera se inmuta o inclusive lo ignora deliberadamente. Es extraño ¿no le parece? Espero por supuesto que alguien aquí no crea que eso es normal o de poca importancia.

Según el pasaje leído, el que ofendió debe buscar al ofendido para reconciliarse (es decir entablar de nuevo la relación y conforme otros pasajes de la Escritura, reparar el daño).

Lo insólito que está sucediendo y tomándose lamentablemente como lo normal, es por ejemplo que “quebramos el jarrón o el vidrio del prójimo y apenados le solicitamos a él el dinero para reponérselo”. Risible ¿no?, pero eso es lo que estamos haciendo con el tan trillado “pedir perdón”. Esto si es que más bien no nos hacemos los desentendidos, le achacamos la culpa a otro o al mismo dueño de la casa por colocar el jarrón o el vidrio en la trayectoria de paso o aparentamos que fue el viento o un temblor el que se trajo el artículo al suelo. Algunos hasta correrán a esconderse. Es la clase de pésimas actitudes que mostramos cuando ofendemos.

No es placentero, pero hay que resarcir el daño como corresponde, procurando tener cuidado de no volver a quebrarle alguna otra cosa más. Si usted acostumbra a visitar a sus amigos y cada vez que les visita les quiebra algo, dudo mucho que le quieran seguir invitando a sus casas.

Ahora bien, imagine ¿cómo reaccionará la persona si además de reponerle el jarrón o repararle el vidrio, usted le repara otro que tenía ya quebrado? No solo hizo lo que debía sino que hizo más. Le aseguro que disipará la molestia inicial de esa persona y no dudará de su honestidad jamás. Creo que aquí aquello de caminar una milla más dicho por Cristo adquiere un sentido importante adicional.

Si bien el pasaje que estamos analizando no especifica ese resarcir con creces un daño provocado, le aseguro que es parte implícita en el proceso de reconciliación. Leamos el caso de Zaqueo.

Actitud de un corazón manso

Zaqueo: Lucas 19: 8 “Entonces Zaqueo, puesto en pie, dijo al Señor: He aquí, Señor, la mitad de mis bienes doy a los pobres; y si en algo he defraudado a alguno, se lo devuelvo cuadruplicado.

9 Jesús le dijo: Hoy ha venido la salvación a esta casa

Así que tratar con Zaqueo era muy conveniente, no porque tuviera dinero sino porque mantenía unos principios muy sólidos que garantizaban cualquier trato a la hora de hacer negocios. 

Continuará…


domingo, 8 de noviembre de 2020

La Dinámica del Perdón (3° parte)

La Dinámica del Perdón (3° parte)

Continuación…

El Ofensor

Mateo 5: 23 "Por tanto, si traes tu ofrenda al altar, y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti," (esto es porque le ofendiste por algo que hiciste), la recomendación es: 24 "deja allí tu ofrenda delante del altar, y anda, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda."

Evidentemente este proceder está muy dentro del contexto judío y de la forma en que presentaban diferentes ofrendas en el altar del templo según sus tradiciones y vivencias religiosas. El trasfondo de la enseñanza es que para Dios entre cumplir con una ofrenda y la reconciliación con tu hermano, esto último es trascendental para que lo primero tenga propósito. Conste que no es una licencia para no ofrendar.

Ahora como decíamos, no se trata de pedir perdón al prójimo, eso no es bíblico. Eso más bien es como cobrar cuando se debe, porque pedir perdón es encima como sumarle al ofendido una responsabilidad siendo que nosotros fuimos los que arruinamos la relación. Por eso es que la Palabra no lo plantea así. Pedir perdón es decirle a la persona que ofendiste que además tras de que la ofendiste, proceda a perdonarte recordándole su “obligación”. Y no estás en posición de pedirle nada a quien le debes evidentemente.

Cuando hemos procedido de mala manera con alguien, lo que hemos hecho en realidad es romper algo preciado para esa persona como la paz, la confianza, o su tranquilidad. Lo que el Señor espera de nosotros es que seamos sensibles, que nos permitamos naturalmente ese sentimiento de pena no solo por el hecho de sentirnos mal sino para proceder al arrepentimiento -lo que sí es bíblico según veremos adelante- pero llevando el proceso a término, no ignorándolo, ni dejándolo a medias. ¿Cómo?

Subrayo en el pasaje “anda” es decir es una acción que la Palabra está pidiendo del ofensor; debe moverse, proceder a hablar de corazón con el hermano afectado expresándole el dolor que le significa el hecho de que la relación se halla roto por su causa.

Más fácil leerlo que hacerlo; y por lo visto, en la mayoría de los casos ni se le presta atención ni importancia.

Continuará…

domingo, 1 de noviembre de 2020

La Dinámica del Perdón (2° parte)

La Dinámica del Perdón (2° parte)

Continuación…

Cuando “milagrosamente” nos atrevemos a disculparnos, lo hacemos casi siempre porque media un asunto de intereses en el que no se asoma comúnmente un arrepentimiento verdadero. Esa es la realidad.

Apegado a la biblia, nadie debería pedir perdón a otro, lo que la Palabra nos plantea más bien es un arrepentimiento verdadero si es que reconocemos de corazón que hemos fallado y creo que cuando ha existido en nosotros un dolor profundo que nos ha empujado a lo que llamamos “pedir perdón”, evidentemente no es un mal sentimiento valga decir, solo que debemos entonces encaminarlo por el proceso de la Palabra llamándolo como se debe y accionando conforme su consejo. Cuando eso pasa, tenemos una oportunidad celestial de mostrarnos apenados, humillarnos, arrepentirnos y ahora sí, proceder a disculparnos.

¿Por qué lo enmarco como celestial?

Porque es tan relevante, que la Palabra de Dios lo plantea como un requisito con proporciones eternas, por lo que no deberíamos desestimarlo, ni tomarlo a la ligera. Definitivamente se conmueve el ámbito espiritual cuando procedemos a arrepentirnos para con un hermano al que le hemos fallado u ofendido, pero también cuando estamos dispuestos a perdonar si hemos sido nosotros los dañados tal como lo hace Dios el Padre. 

Así de fuerte e importante.

Cuando la Palabra dice "perdonándoos unos a otros" (Efesios 4: 32), no se refiere a que dos hermanos se pidan perdón mutuamente sino más bien a que la dinámica del perdón sea una realidad patente de otorgar el perdón el uno al otro lo que es muy diferente a lo otro. Este es un proceso necesarísimo del cuerpo de Cristo que permite sanar y conservar una relación armoniosa entre los miembros. 

Ahora bien, la esencia de las relaciones tienen fundamentalmente dos actores: el ofensor y el ofendido. Y aunque existe también un actor tercero que analizaremos posteriormente, por ahora examinaremos a estos dos en la Palabra.

Continuará…