domingo, 25 de febrero de 2018

Llevad mi yugo sobre vosotros… (7° Parte)

Llevad mi yugo sobre vosotros…  (7° Parte)
Escrito autóctono

Continuación…

Claro, todos alcanzarán su objetivo, pero un grupo lucirá sudoroso y maltratado con ampollas en sus manos o en sus pies y otro como si nada, con apenas muestras de su trabajo, eso sí totalmente descansados.

La lucha es inevitable pero ¿de qué manera la estamos encarando?

Dios nos deja que tomemos la herramienta que queramos. Al final del día mostraremos los signos de cuál usamos.

De la misma manera, muchos llegarán al cielo “jadeantes pidiendo agua” por su paso en esta vida, deseosos de una suave cama de nubes para descansar un par de milenios, con las marcas no de Cristo sino de su vida cristiana que los hizo bregar de un punto a otro en una maraña de círculos y cruces. Como los israelitas, que tardaron 40 años por su obstinación recorriendo el desierto y cuyo trayecto hacia la Tierra prometida era de solo días. Nunca estuvieron listos para la maravillosa libertad que Dios les estaba brindando y pagaron su incredulidad desgastándose y hasta quedando postrados allí.

Por otra parte, otros llegarán al cielo a disfrutar su eternidad habiéndose asociado con el Señor en su plan, propósito y forma. Dejándose guiar por el Espíritu y no intentando resolverlo todo a su manera o hacerlo todo ellos.

Tu fe o tu incredulidad serán las responsables de hacerte trabajar de más o que seas efectivo.

El caso es que conversando con mis hermanos y amigos del liderazgo tradicional, increíblemente algunos llegaban al punto de hasta dudar de su llamado o de su salvación… -mire qué serio-, producto de las contrariedades que estaban viviendo. Y entonces me dije para mí mismo: “Cuánto tiempo más pasarán lidiando con las mismas cosas una y otra vez como un círculo vicioso, teniendo los mismos problemas durante toda la vida. Los mismos problemas que vi aquí o allá desde que tengo memoria.

Pero el foco de su problema realmente es que parecen creer que no hay otra manera de vivir, por la falta de poner atención a la Palabra, a la libertad que Cristo el Señor compró para nosotros y al descanso que nos provee, a no soltarse de cargas la gran mayoría de las cuales realmente nadie se las asignó sino que ellos se las endosaron a sí mismos.


Continuará…


domingo, 18 de febrero de 2018

Llevad mi yugo sobre vosotros… (6° Parte)

Llevad mi yugo sobre vosotros…  (6° Parte)
Escrito autóctono

Continuación…

Si, vivimos luchas diarias, pero debemos entenderlas como pasajes totalmente asumibles pues contamos con el poder y la fortaleza del Espíritu en nosotros permanentemente. Tendremos  etapas difíciles y algunas experiencias hasta groseras si se quiere pero tampoco serán para toda la vida. Unos más que otros créame según Dios definió para cada cual conforme a sus condiciones, pero todas tienen el objetivo de aumentar nuestra resistencia y sacar a la luz toda la capacidad que Dios nos ha dado.

Admiro hermanos y hermanas que se han enfrentado a experiencias que ni las imagino para mí, pues pienso no tener el aplomo para vivirlas al menos desde mi sentimiento o perspectiva personal, sin embargo ellos las pasaron. Ninguno se quedó en ellas. El peso de gloria y fe que adquirieron es por demás admirable. ¡Gloria al Señor!

Entonces, ¿cómo veo la lucha del creyente?

Pienso en los boxeadores profesionales. Trabajan unos más conscientes que otros para sus combates. Saben que subirán a la lona y recibirán golpes, pero lograrán evadir la mayoría si se prepararon bien, así mismo asestarán al oponente buenos ganchos, pero solo el que se haya capacitado mejor y aplicado la técnica más depurada, saldrá victorioso. Y se nota la diferencia de cómo el vencedor muchas veces “paseó” en el cuadrilátero y logró conectar a su adversario de forma más contundente hasta derribarlo y él apenas muestra vestigios en su rostro. Pero eso no quita que en algún momento tuviese que aplicarse para no convertirse él en la víctima de su rival. Aún y con mejor preparación, no debe subestimar a su contrincante.

Ahora bien, usted tiene dos maneras de lograr su objetivo. Y aquí viene la parte en que nuestra fe y por qué no decirlo, nuestra inteligencia es puesta a prueba ya en el servicio a Dios. Por ejemplo puede nivelar un terreno sumamente quebrado y disparejo con solo pala y carretillo por semanas y semanas o puede hacerlo en unas cuantas horas con un tractor (vi eso literalmente cerca de mi casa cuando niño y me dejó tremenda enseñanza para este momento). Usted decidirá cómo desea afrontar sus situaciones.  

Puede atravesar un país a pie durante muchos días o montarse en un avión y cubrirlo en horas.

Puede tratar de picar una gran roca con un pico o dinamitarla. 

Puede cortar un árbol con una hoja dentada metálica o un hacha, o bien usar una motosierra.


Continuará…


domingo, 11 de febrero de 2018

Llevad mi yugo sobre vosotros… (5° Parte)

Llevad mi yugo sobre vosotros…  (5° Parte)
Escrito autóctono

Continuación…

Hasta no estar listos, vendrá el yugo del Señor que será el tiempo para servirle.

Y aquí aclaro que cualquier “experiencia” que creamos tener por nuestro paso por el mundo, no nos sirve de nada porque en este reino las cosas funcionan diferente. 

El yugo, esa “incomodidad” que se les coloca a los bueyes. Un buey experimentado junto a otro joven e inexperto. La idea es aprender a caminar bajo la guía del que conoce para evitar lo menos posible errores al arar o trasladar carga. La razón: hacer el trabajo lo más fácil posible y llevar la carga con el mínimo esfuerzo.

Carga, sí, pero ligera dijo el Señor.

Imagine lo que sería para alguien que estuvo toda la vida obligado a llevar carga pesada que marcó su espalda pensar en tener que volver a algo que solapadamente le plantea una condición similar. Sería como salir de una pesadilla para entrar a otra. ¿Cree usted que es eso lo que Dios planeó?

De hecho la Palabra habla de tribulaciones, muchas tribulaciones y de padecimientos para los creyentes. Eso es una realidad ineludible. Pero no serán infiernos invivibles o interminables. No hay nada de eso contemplado para los creyentes en ninguna parte.

Muchos cristianos me dirán que hablo fantasías o trato de minimizar las cosas pues ven la vida cristiana como una lucha feroz en que se llega a la noche agotados para medio descansar y despertar a una nueva jornada de duro trabajo hasta que otro nos releve, caigamos exhaustos o muertos. (como un campo de exterminio nazi) 

No lo creo.

Debemos comprender que el evangelio si bien es de trabajo vigoroso en muchas áreas, la parte más difícil ya la hizo el Señor.

Algunos se “casan” con el trabajo arduo de ir a “salvar almas” a tal punto,  que olvidan que ya ellas tienen un Salvador. Le aseguro que ni el mundo ni Dios dependen de usted.

Quizá es bueno recordarles a esos hermanos, que no son Mesías ni Salvadores del mundo. Quizá es bueno recordarles que no son Moisés guiando a un pueblo en medio del desierto por 40 años. Tampoco no son ni la sombra del rey David defendiendo a su pueblo de sus enemigos; ni siquiera Sansón que necesitara fuerzas de búfalo para derrotar a tantos y tantos enemigos. Aún no son el gran Pablo enfrentándose solo a evangelizar a los gentiles de su mundo conocido.


Continuará…


domingo, 4 de febrero de 2018

Llevad mi yugo sobre vosotros… (4° Parte)

Llevad mi yugo sobre vosotros…  (4° Parte)
Escrito autóctono

Continuación…

“…venid a mi todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansarMateo 11: 28

¿Qué sentimiento le deja a usted este revelador pasaje?

Cuando arribamos del mundo y de una vida sin Dios, sí que se está muy similar a haber experimentado los trabajos forzados de una cantera de piedras. Trabajados, asoleados, fatigados, cargados y adoloridos, con las manos sajadas y las espaldas marcadas, hambrientos, sedientos.  Es la condición de aquellos que han vivido en esclavitud o el estado de alguien que viene de un largo, larguísimo viaje a pie; andrajoso, mal oliente, hambriento, sin dinero ni para pagarse un baño.

El Señor ofrece y de hecho nos ofreció todo el alivio que necesitábamos y la restitución a una condición digna. Descanso, pero para esta vida, no a aquella que vendrá después de ésta como se ha dicho.

No sé qué nos pasa, pero andamos como locos por puestos (como si fueran tan bonitos) y los que creen tenerlos, los pelean como si fuera la mejor cosa que les ocurrió en la vida.  Y de este lado (el reino que nos enseñó el Señor) el asunto no tiene en lo absoluto nada que ver con puestos.

La gente viene al Señor y quiere “ponerse las botas” o se las dejan poner por otros sin darse la oportunidad de estar a los pies del maestro, de descansar, de sencillamente estar quietos, de disfrutar compartir con los creyentes en comunidad real. De conocer y ser conocidos. En fin… un proceso vital que debe darse sin premuras de ninguna especie.

Comprenda, el tema no es de correr.

¿Y después de ese proceso?

Pruebas, pero cuyo único propósito es entrenarnos para formarnos, no devastarnos ni mucho menos destruirnos.

Ha de ser así para que comprendamos cuánto hemos crecido y cuán capaces somos. Ojo, todavía no hemos entrado en la batalla.

Hasta no estar listos, vendrá el yugo del Señor que será el tiempo para servirle.

Continuará…