Llevad mi yugo
sobre vosotros… (7° Parte)
Escrito autóctono
Continuación…
Claro, todos
alcanzarán su objetivo, pero un grupo lucirá sudoroso y maltratado con ampollas
en sus manos o en sus pies y otro como si nada, con apenas muestras de su
trabajo, eso sí totalmente descansados.
La lucha es inevitable
pero ¿de qué manera la estamos encarando?
Dios nos deja
que tomemos la herramienta que queramos. Al final del día mostraremos los
signos de cuál usamos.
De la misma
manera, muchos llegarán al cielo “jadeantes pidiendo agua” por su paso en esta
vida, deseosos de una suave cama de nubes para descansar un par de milenios, con
las marcas no de Cristo sino de su vida cristiana que los hizo bregar de un
punto a otro en una maraña de círculos y cruces. Como los israelitas, que
tardaron 40 años por su obstinación recorriendo el desierto y cuyo trayecto
hacia la Tierra prometida era de solo días. Nunca estuvieron listos para la
maravillosa libertad que Dios les estaba brindando y pagaron su incredulidad
desgastándose y hasta quedando postrados allí.
Por otra parte,
otros llegarán al cielo a disfrutar su eternidad habiéndose asociado con el
Señor en su plan, propósito y forma. Dejándose guiar por el Espíritu y no
intentando resolverlo todo a su manera o hacerlo todo ellos.
Tu fe o tu
incredulidad serán las responsables de hacerte trabajar de más o que seas
efectivo.
El caso es que
conversando con mis hermanos y amigos del liderazgo tradicional, increíblemente
algunos llegaban al punto de hasta dudar de su llamado o de su salvación… -mire
qué serio-, producto de las contrariedades que estaban viviendo. Y entonces me
dije para mí mismo: “Cuánto tiempo más pasarán lidiando con las mismas cosas
una y otra vez como un círculo vicioso, teniendo los mismos problemas durante toda
la vida. Los mismos problemas que vi aquí o allá desde que tengo memoria.
Pero el foco de
su problema realmente es que parecen creer que no hay otra manera de vivir, por
la falta de poner atención a la Palabra, a la libertad que Cristo el Señor compró
para nosotros y al descanso que nos provee, a no soltarse de cargas la gran
mayoría de las cuales realmente nadie se las asignó sino que ellos se las
endosaron a sí mismos.
Continuará…