Tras la Presencia de Dios (7°
parte)
Escrito Autóctono
Continuación…
De verdad, pensar en hacerle
una casa al Dios del Universo no resulta cuerdo, y Él se los dice: “El cielo es mi trono y la tierra estrado de
mis pies”. Ni siquiera los cielos mismos le pueden contener. Aún así, Dios no les deja a ellos el criterio
de cómo construirla sino que les da el diseño como lo había hecho siglos antes
igualmente con el tabernáculo (1° Crónicas 28: 19)
Pensar que el hombre pudiera
contener al Dios verdadero en un edificio es como pensar que se puede meter al
Sol en el bolsillo del pantalón.
Llamarle casa de Dios a un
sitio, fue más la manera de decir que su Presencia estaba allí, más no
necesariamente que Dios viviera allí. La Palabra lo afirma categóricamente: “Él
no habita en templos hechos por manos humanas” (Hechos 7: 48; 17: 24).
En su momento también los
sacerdotes colocaron el Arca de la Alianza dentro del santuario en el Lugar
santísimo y luego la Presencia de Dios vino a llenarla.
RESUMEN
La Presencia de Dios que podía
manifestarse de diferentes maneras convertía a un sitio en: su santuario, un
lugar santo, su casa temporal (Génesis 28: 16 y 17; 35: 6 y 7); o a
una montaña (Horeb, Éxodo 3: 1-5), o
un sitio cualquiera (Josué 5: 14 y 15). Luego transformó
al tabernáculo al que se le llamó templo o casa de Dios por estar en él el Arca
de la Alianza (1° Samuel 1: 7, 9 y 24; 2: 22;
3: 3) y por último al edificio-templo como tal ubicado en un sitio
(Jerusalén) marcado o elegido por Él para ser su santuario por encontrarse allí
su Nombre y a donde sería llevada el Arca de la Alianza (1° Reyes 8; Esdras 6: 12)
hasta que desapareció de la historia unos 600 años antes de Cristo.
La
Presencia de Dios por primera vez y en definitiva en un hombre; ¡Cristo!
Después de manifestarse de
diferentes maneras y en distintos sitios físicos, la Presencia de Dios estaría
en uno que no tendría antecedente ni referencia o parecido alguno con los
anteriores. Uno designado por Dios no construido por el hombre ni visible aunque contenido en
un vaso visible: un cuerpo: Jesús mismo;
constituyéndose Él ahora en el templo. Nunca antes nadie se lo habría
imaginado ni había llegado hasta ese punto de considerarse a sí mismo templo,
ni hubiese podido serlo antes de Él, pues el pecado imposibilitaba a cualquier ser
humano la santidad requerida para contenerla.
¿Cómo podría la Presencia de
Dios poseer un cuerpo si solo el hecho de tocarla provocaba la muerte
inmediata?
Continuará…