Tras la Presencia de Dios (6°
parte)
Escrito Autóctono
Continuación…
Esto no significaría que el
hombre podría manipular y controlar la Presencia de Dios trasladándola a su
gusto. El tabernáculo nunca se movió en el desierto sin que Dios diera la orden
moviendo la nube que les cubría. Así que los israelitas no movieron el
tabernáculo a criterio propio en el desierto. La Presencia de Dios se movería
solo en los hombros de los sacerdotes y por mandamiento del Señor.
Cualquier intención de hacerlo
de otra manera, hacía encender la ira del Señor. Cualquiera que la tocara moría
(2°
Samuel 6: 6 y 7).
Por otro lado, parte del tabernáculo vendría a ser el altar
que por cierto tomaba otra forma. Ya no sería de piedras. Aquí no sería el
sitio preponderante de la manifestación de la Presencia de Dios como tal pues
estaba contenida en el Arca de la Alianza.
Pero el altar de piedras no
quedaría anulado pues siguió siendo utilizado para marcar sitios y aún para la
manifestación de la Presencia de Dios y adoración a Él dentro de la tierra
prometida en diferentes momentos.
El
Templo (La Presencia de Dios en un edificio)
Cabe destacar por cierto, que el
primer templo-edificio que aparece narrado en las Escrituras no es el autorizado
por Dios, sino uno de tradición pagana según las costumbres de las naciones Cananeas
que quisieron hacerle casa terrenal a sus dioses para honrarlos. Así que el
primer templo nombrado en la biblia es pagano (Jueces 9: 27).
Interesantemente mucho tiempo
después, los israelitas le llaman templo al sitio en que está el Arca de la
Alianza esto es en Silo (1° Samuel 1: 9). Eso no tenía referencia con el templo-edificio pagano.
Cuando llegó el momento de edificar
una casa para Dios, la idea no provino de Dios, aunque no la descarta (1°
Reyes 8: 17 y 18). Construirle una casa no significaba que la misma
fuese su casa para que Él viviera y Salomón que la edificó lo comprendió muy
bien (lea 1° Reyes 8: 27; 2° Crónicas 2: 5 y 6), con todo Dios más bien
les pregunta de manera irónica “¿Dónde
está la casa que me habréis de edificar…?” (Isaías 66: 1).
Continuará…