domingo, 20 de agosto de 2017

Tras la Presencia de Dios (6° parte)

Tras la Presencia de Dios (6° parte)
Escrito Autóctono

Continuación…

Esto no significaría que el hombre podría manipular y controlar la Presencia de Dios trasladándola a su gusto. El tabernáculo nunca se movió en el desierto sin que Dios diera la orden moviendo la nube que les cubría. Así que los israelitas no movieron el tabernáculo a criterio propio en el desierto. La Presencia de Dios se movería solo en los hombros de los sacerdotes y por mandamiento del Señor.

Cualquier intención de hacerlo de otra manera, hacía encender la ira del Señor. Cualquiera que la tocara moría (2° Samuel 6: 6 y 7). 

Por otro lado,  parte del tabernáculo vendría a ser el altar que por cierto tomaba otra forma. Ya no sería de piedras. Aquí no sería el sitio preponderante de la manifestación de la Presencia de Dios como tal pues estaba contenida en el Arca de la Alianza.

Pero el altar de piedras no quedaría anulado pues siguió siendo utilizado para marcar sitios y aún para la manifestación de la Presencia de Dios y adoración a Él dentro de la tierra prometida en diferentes momentos.

El Templo (La Presencia de Dios en un edificio)
Cabe destacar por cierto, que el primer templo-edificio que aparece narrado en las Escrituras no es el autorizado por Dios, sino uno de tradición pagana según las costumbres de las naciones Cananeas que quisieron hacerle casa terrenal a sus dioses para honrarlos. Así que el primer templo nombrado en la biblia es pagano (Jueces 9: 27).

Interesantemente mucho tiempo después, los israelitas le llaman templo al sitio en que está el Arca de la Alianza esto es en Silo (1° Samuel 1: 9). Eso no tenía referencia con el templo-edificio pagano. 

Cuando llegó el momento de edificar una casa para Dios, la idea no provino de Dios, aunque no la descarta (1° Reyes 8: 17 y 18). Construirle una casa no significaba que la misma fuese su casa para que Él viviera y Salomón que la edificó lo comprendió muy bien (lea 1° Reyes 8: 27; 2° Crónicas 2: 5 y 6), con todo Dios más bien les pregunta de manera irónica “¿Dónde está la casa que me habréis de edificar…?” (Isaías 66: 1).

Continuará…