El
precio de vivir la verdad según la piedad. (3° parte)
Escrito autóctono
Continuación.
¿Cómo vamos a querer una vida limitada
si la época moderna exige contar con recursos para estar a la altura y no
quedarse atrás?
Encima, saltan las doctrinas pseudo-cristianas
que le venden a sus seguidores la promesa de riquezas abundantes invirtiendo
en la obra de Dios, como si se tratase de un negocio bursátil.
Sus líderes carismáticos que ya lograron
el salto a “una vida sin carencias”, muestran como “Dios no miente” porque a
ellos les funcionó. Claro!, porque todos los recursos les apuntan a ellos
mientras que los demás esperan que del cielo les baje la pepita de oro.
Continúa diciéndonos la Escritura: “Porque los que quieren enriquecerse caen en
tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los
hombres en destrucción y perdición; porque raíz de todos los males es el
amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron
traspasados de muchos dolores. Mas tú, oh hombre de Dios, huye de estas
cosas, y sigue la justicia, la
piedad, la fe, el amor, la paciencia, la mansedumbre.” 1°
Timoteo 6: 9 al 11
En resumen… ¿Debemos interpretar con
todo esto que esforzarse por alcanzar una vida tranquila en el plano económico
va en contra del propósito de Dios?
Le puedo asegurar que no.
1°
Tesalonicenses 4: 11 y 12 nos recalca: “…que
procuréis tener tranquilidad, y ocuparos en vuestros negocios, y trabajar con
vuestras manos de la manera que os hemos mandado, a fin de que os
conduzcáis honradamente para con los de afuera, y no tengáis necesidad de nada.”
Parece una contradicción pero no lo es. Una
cosa es la codicia, vana y diabólica que pretende enriquecerse a toda costa y otra prepararse académicamente y trabajar
honestamente por una mejor calidad de vida.
Entonces dejémoslo claro: aunque este caminar
con Dios no define la pobreza como un requisito, tampoco implica la promesa de convertirse
en un magnate del dinero y querer prácticamente “torcer” el brazo a Dios para
que otorgue la prosperidad, tan tergiversada por muchos.
Continuará…