¿Qué es la iglesia que está
en la casa? 10° y última Parte
Escrito Autóctono
Continuación…
En vista de todo lo horrible que vemos en las
noticias referente a la violencia intrafamiliar, que se da lamentablemente
hasta en las casas de los mismos cristianos, toda esta verdad analizada, sí que
nos trae esperanza.
Vida relacional, reuniones participativas
La maravillosa vida relacional que se experimenta en
la iglesia que está en la casa no tiene comparación con nada que hayamos
conocido. En la Escritura se percibe claramente y se comprueba con la práctica.
Como hemos leído, la participación de cada uno es vital ejerciendo sus dones en
beneficio para con los demás; pero también los recursos económicos se usan en
total consenso y de acuerdo a la finalidad clara que expresa la Palabra de Dios
que es para atender las necesidades de los santos, entando a la vista de todos;
el compartir los alimentos en la práctica del comer juntos “con alegría y
sencillez de corazón” en donde cada familia aporta a la mesa un plato
previamente preparado; y algo primordial y razón por la cual nos reunimos por
todo su simbolismo y distintivo de quienes somos: La cena del Señor, “partir el
pan” tal como Cristo la instituyó.
La reunión de los hermanos tiene en forma básica que
desarrollarse con estos conceptos en relación con las cuatro cosas que nos
expresa Hechos 2: 42: “Y perseveraban en la
doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el
partimiento del pan y en las oraciones.”
¿Y
los niños? Estos no son excluidos de la reunión. Deben sentirse parte
importante en la misma. Deben ser incluidos en la reunión con tiempos para
ellos ya sea en cantos donde todos “nos hacemos niños”, lecturas y aportes de
opiniones, oración para bendecirles y que nos bendigan, quizá algo que
previamente han preparado en sus respectivas casas, etc. Ellos deben ser
tomados muy en cuenta y ser formados en la vida relacional y comunitaria de la
iglesia con otros hermanos y niños juntamente en la reunión.
A la
hora en que finaliza la reunión debemos mostrar una buena actitud para con los
miembros de la casa anfitriona. Todos hemos de colaborar en acomodar lo que se
desordenó, recoger los regueros, lavar los platos y dejar el lugar en buenas
condiciones como testimonio y consideración. Esto también es amar con hechos y
animar.
Razones
inadecuadas
La iglesia que está en la casa no es sólo decirlo o
abrir la puerta para que entren los hermanos. No se da porque nosotros
queremos, o porque estamos indispuestos contra unos líderes tradicionales o
cansados de ellos, o porque se nos ocurrió congregarnos de manera diferente.
Tampoco como producto de una división, un pleito con otros hermanos o un
despecho. (Rom. 12: 17 y 18)
¿Cuántas iglesias tradicionales hoy no se han constituido así?
No por comprender cada uno de estos puntos nos hace
aptos para hacer o desarrollar la iglesia que está en la casa. Debe
necesariamente ser revelado al corazón para finalmente asimilarlo. Debe
producirlas y guiarlas el Señor imperiosamente para que funcionen. Deben
emerger por obra del Espíritu de Dios necesariamente y no por mano de hombres. Debemos
bajar la guardia de nuestros egos, de nuestra suficiencia, de nuestros
conocimientos, de nuestra comprensión intelectual y académica en las cosas del
Señor para dejarle a Él moldearnos y que tome el control.
La iglesia que está en la casa es su iglesia, la que
Él ganó por su propia sangre, la que sólo Él tiene la capacidad y autoridad
para hacerla funcionar porque Él la diseñó.
¡Jesucristo es el Señor!
Fin.
Próxima serie: "El daño nefando que asesta la mala percepción de la autoridad"