domingo, 14 de junio de 2020

¿Qué es la iglesia que está en la casa? 8° Parte


¿Qué es la iglesia que está en la casa? 8° Parte
Escrito Autóctono

Continuación…

13-La iglesia que está en la casa no es una reunión para crítica.
Quizá por la naturalidad y confianza que proporciona el ambiente de una casa, es por lo que nos hemos visto tentados a hacer de la reunión con los hermanos un deleite no en el Señor sino en la crítica. Si nos dan “cuerda” en todas nuestras quejas, es seguro que contaremos todas nuestras malas experiencias de manera que alimentaremos nuestros desconsuelos particulares auto convenciéndonos de que lo anterior que vivimos no funcionaba. Recuerdo que en muchas ocasiones enfrascamos la reunión en hablar de la frustración hacia el liderazgo tradicional y a lamernos las heridas, pero Dios nos enseñó la seriedad de esto y el daño que nos hacíamos en vez de la edificación que debíamos estar experimentando. ¿Sabe por qué?, porque Él no diseñó la iglesia para ser un foco de chismes y descontentos sobre lo tradicional. Si en verdad le conocemos, estaremos dispuestos a tolerar a nuestros hermanos y a no condenarles aunque nos hayan hecho daño. Todo juicio le concierne a Dios y no a nosotros (Lucas 6: 37). Hemos de ser tratados primeramente con perdón hacia ellos, no con rencor. Parece masoquista pero la Palabra nos manda a orar por ellos y amarles. No nos toca a nosotros arrancar cizañas de la casa de Dios, hemos de dar lugar a su trato como sólo Él sabe hacerlo y confiar en ello únicamente. Esto no quiere decir que aceptemos su impunidad; aquello en que hayamos sido material o moralmente afectados hemos de afrontarlo legalmente si se amerita. Pero estas cosas no deben ventilarse frente a terceras personas o nuevos creyentes que Dios añade a la reunión puesto que podríamos desanimarles y hasta contaminarles. Tampoco y mucho menos frente a inconversos. Pablo es detallista en ello. Debemos ser sabios, y centrarnos en la persona del Señor Jesucristo y todo lo que sea para la necesaria edificación de los oyentes (Rom. 14: 19; Ef. 4: 29; 1° Tes. 5: 11).
Por esto es que también una persona ajena que quisiera asistir a una reunión neotestamentaria de hermanos, debe ser tratada por aparte por los dirigentes para conocerle, para que haga todas las preguntas que desee y los comentarios de sus situaciones particulares. Debe ser abordada en sus expectativas sobre la iglesia, formada, adoctrinada y probada previamente para entonces recibirle en la reunión de los santos. (Gal. 2: 4; 1° Juan 4: 2). Ahora, existen cosas que tendrán que contestarse en la reunión según el pasaje de Judas 1: 22 pero el término “algunos” denota que no era lo usual. La discusión o contienda no está recomendada para la reunión de los hermanos (2° Tim. 2: 14, 23)

14-La iglesia que está en la casa no es una anarquía.
Según la Palabra, es Cristo mismo a través de su Espíritu quien dirige literalmente la  reunión de los santos. (Hch. 15: 28; Rom. 12: 3-9; 1° Cor. 7: 17; 12: 7-11)
Pero: ¿quiere decir entonces que si alguien de carne y hueso no dirige la reunión lo único que queda es que cada quien haga lo que le da la gana?
De ninguna manera. Sería como una anarquía y esta es la ausencia total de gobierno.
No el “liderazgo” sino los dirigentes, existen y son parte de la casa de Dios pero no controlan la casa de Dios. Su función -que no es una posición-, está más acorde al servicio, la guía, el cuido, nutrir, animar y alimentar, dar herramientas a los santos, motivarles a participar. Son hermanos comunes entre otros hermanos que han sido movidos por el Señor a esa labor, y todos les reconocen como personas con el carácter de Cristo, ejemplo tanto ante los de afuera como los de adentro y con un particular espíritu de servicio (1° Ped. 5: 2 y 3). No sobresalen de los demás; de hecho nadie ajeno sabría quienes son hasta que una situación extraordinaria como por ejemplo volver a encaminar las cosas por la ruta de la sana doctrina o estar atentos a cualquier factor extraño entre la reunión, los evidencia. El reconocimiento de la autoridad delegada de Dios en ellos y en cada uno de los hermanos, hace que todos estén sometidos unos a otros (1° Ped. 5: 5). Nadie en ese espíritu de comunión personalizaría la reunión alrededor de sí, pero si surge alguien fuera de ese sentir, es encaminado con todo amor y sabiduría a la mutualidad y la consideración de los demás. Puesto que es un asunto de mutualidad, todos se respetan unos a otros y esperan el momento de Dios para edificar a los hermanos con su don ("...hágase todo en orden"). La espontaneidad de una reunión interactiva es algo verdaderamente delicioso y edificante. (Salmo 133: 1)
El gobierno de Cristo es real e invisible además de efectivo.
Nuestra falta de costumbre a Él por no permitírselo literalmente, nos llevó a creer que dicha dirección tenía que ver con el carisma y la habilidad de una persona visible. De allí que nos convertimos en receptores pasivos y seguidores de hombres imperfectos, haciendo de esos hombres los imprescindibles manejadores (controladores) de todo. Nada funciona sin ellos. Eso ya es un mal, sin embargo si el asunto quedase allí el daño no se ampliaría más, pero el problema se hace crítico cuando ellos mismos se creen indispensables y lo demandan. El planteamiento bíblico no solo es sabio sino que va en otra dirección.

Continuará…