domingo, 7 de junio de 2020

¿Qué es la iglesia que está en la casa? 7° Parte


¿Qué es la iglesia que está en la casa? 7° Parte
Escrito Autóctono

Continuación…

11-     La iglesia que está en la casa no es el comienzo de una iglesia denominación nueva.
Es curioso como coinciden muchos testimonios que he escuchado de personas que no se conocen entre ellos, en algo que posiblemente usted también ha escuchado. Muchas iglesias tradicionales actuales comenzaron en una casa con tres o cuatro familias a lo sumo y de pronto comenzaron a crecer al punto que tuvieron que buscarse un local porque les resultó incómodo estar en una casa. Al final terminaron ya sabemos cómo. Las palabras de aquellos que iniciaron siguen resonando, “nunca fue tan especial como cuando estábamos reuniéndonos en una casa”. Lo interesante es que a lo diseñado por el Señor lo convertimos en una institución con todas las de la ley y hasta le ponemos nombre para diferenciarnos de otros. La reunión de hermanos en casa según la Escritura no está planteada como el génesis de una denominación. Al crecer con el crecimiento que da Dios, se deben abrir naturalmente más casas y no llegar al punto de que la imposibilidad de espacio y participación de todos lo permita. Nunca se debería ser tantos que pensemos en un local más grande. Siempre el crecimiento debe dar lugar a más casas abiertas con unas cuantas familias edificándose mutuamente en cada una. El acuerdo y la disposición para ello era tal en el primer siglo que Pablo habla en varias de sus cartas de muchos grupos que se reunían por las casas en la misma región. Hermosamente se relata cómo se enviaban saludos entre ellas. (Hch. 12: 12; Rom. 16: 5; 1° Cor. 16: 19; Col. 4: 15; Tito 1: 10-11; Flm. 1: 2; 2° Juan 1. 10.). ¡Qué maravillosa vida relacional!

       12-    La iglesia que está en la casa no es una reunión con un programa.
Una vez más la necesidad de programas, hizo que en alguna forma estableciéramos un formato a nuestras reuniones cuando de cosas espirituales se trata. Y es que aunque ya tocamos en este listado algo sobre esto, es imperioso que no dejemos por fuera esto tan vital. Nada tiene una forma tan repetitiva que las reuniones cristianas de manera tal que prácticamente hemos memorizado cada parte y lo hacemos nuestro culto a Dios. ¡Qué mal! La verdad es que son muchísimas veces en que Dios ni se ha asomado a nuestras reuniones o quizás sí y nosotros no solo las hemos santificado en nuestra manera, sino que las hemos controlado y acabado sin alterar ni un punto de los mentados programas y no nos hemos dado cuenta de que el más importante de la reunión nunca pudo intervenir. Qué altivo de nuestra parte pretender que la reunión de la casa del Señor sea como nosotros lo disponemos y decidimos y no como Él lo quiere, pues ni se lo permitimos ni le preguntamos. Encasillamos la reunión a nuestras formas. El programa tiene más poder, porque nosotros lo hemos hecho así. Tal es su poder que eliminó de tajo nuestra fe de ver al Señor moverse y tomar como Él quiera a cada asistente y usarle para bendición del resto. ¡Pero no! Lo hacemos nosotros y decidimos lo que tienen que hacer y en qué momento participan quienes que ya dispusimos y el resto deben recibir (tragar) obligatoriamente lo que les servimos. Pero la reunión de hermanos que plantea la Palabra tiene un solo director el cual es el Señor y le vemos manifestarse en todos y cada uno para la mutua edificación.

Continuará…