domingo, 26 de marzo de 2023

Doctrinas y prácticas evangélicas en el ojo del escrutinio. 26° Parte

Doctrinas y prácticas evangélicas en el ojo del escrutinio. 26° Parte

Continuación…

6- ¿Se le debe llamar iglesia a un local donde se reúnen los creyentes?

Por todo lo que vemos en la Palabra, no vemos respaldo alguno en ella para hacerlo.

La iglesia es el cuerpo de Cristo la cual está conformada por personas (nadie niega eso). Ni existe bajo ninguna circunstancia ni contexto alguno, dos formas de interpretarla; una como la descrita y otra como adicionamos los hombres: un edificio físico material.

En algún momento de la historia desde que se hizo a un lado la esencia de la iglesia corporativa y funcional en que todos y cada uno de los miembros son capacitados por el Espíritu Santo por medio de sus dones para la mutua edificación, muchos grupos eclesiales fueron seducidos a juntarse ya no bajo Cristo el Señor sino bajo el Imperio Romano quien los unificó en una sola iglesia “protegida” por el estado, recibiendo sostén económico así como el “legado” de grandes edificios y terrenos que hasta ese momento habían servido para el paganismo religioso. A esos templos y sitios paganos,  ahora se les llamó iglesias porque allí se reunirían los miembros de esta nueva organización eclesial, para realizar sus ceremonias y ritos litúrgicos programados en honor a Dios, denominados cultos.

La historia nos dice que esas edificaciones y los nuevos edificios que construyeron, fueron santificados por los hombres como casa de Dios, templos consagrados a su servicio, santuarios en los cuales podían encontrar a Dios quienes necesitaran de Él. Todo terminó por institucionalizarse de manera que hasta quienes deseaban servir debían prepararse y ser debidamente formalizados para fungir en puestos dentro de líneas jerárquicas establecidas. Esto generó un grupo profesional encargado llamados ministros (luciendo puestos con los nombres que la biblia definía como funciones) y sostenidos por otro gran grupo dependiente de ellos ministerialmente hablando llamados feligreses o laicos.

Todo organizado y manejado por los hombres en “nombre de Dios” y ya no por Dios.

Continuará…


 

domingo, 19 de marzo de 2023

Doctrinas y prácticas evangélicas en el ojo del escrutinio. 25° Parte

Doctrinas y prácticas evangélicas en el ojo del escrutinio. 25° Parte

Continuación…

05- Hay utensilios y sitios sagrados que no debemos tocar con las manos sucias de pecado o sin haber sido consagrados para ello. No suba al altar en pecado”.

La costumbre que la religión nos legó de consagrar cosas, hace que santifiquemos lugares y edificios como si eso asegurara que le pertenecen a Dios y no se usarán para nada pecaminoso.

Sin embargo la biblia dice que del Señor es la tierra y su plenitud, el mundo y los que en Él habitan (Salmo 24: 1; 89: 11). Es decir, nada que los hombres hagamos hace más de Dios algo de lo que ya es. Su derecho como Creador de todo lo que existe le da tal estatus de dueño de todo.

Pero el que Dios sea dueño de todo no santifica necesariamente todo cuánto le pertenece, porque finalmente los hombres le dimos a las cosas el uso que quisimos por cuanto Dios las puso en nuestras manos para que los administráramos. Dios no crea nada contaminado, pero cuando el hombre cayó, contaminó todo cuanto estaba en sus manos.

Ahora bien, en el antiguo pacto Dios santificaba utensilios, lugares, y todo cuanto materialmente era utilizado en el santuario que era de uso exclusivo para su servicio; pero la cruz definió -reitero- ese antes y después de todo ello. A partir de la llegada de Cristo, Dios define un nuevo templo ya no material sino humano; siendo Cristo el Señor el primero en declararse como tal. A partir de su obra redentora, la nueva especie que se genera a partir de Él también es llamada el templo de Dios. Los creyentes redimidos son el sitio sagrado de su habitación.

Por todo esto, los santificados son ellos, ya no las cosas. No existe templo ni edificio avalado por Dios en esta nueva dispensación de la gracia en la cual vivimos. Él estableció ahora su lugar santísimo dentro de ellos por cuanto los habita. Al no haber edificio físico avalado por Dios en esta etapa histórica después de la cruz, no existe altar santificado.

Pensar que una tarima en que se coloca un púlpito es santo, está fuera de toda realidad y fuera de todo contexto de la Palabra de Dios.

¿Púlpitos y altares en la iglesia Neotestamentaria? En ninguna parte. ¿Sitios y santuarios santificados? Después de la cruz, ya no más.

Defender otra cosa es ignorar la Palabra y una clara oposición al diseño establecido por Dios para nosotros ahora.

Veredicto: No hay, no existen cosas, muebles, utensilios, vestidos, o lugares santos. Lo que hay hoy son personas hechas santas por la presencia de Cristo el Señor en ellas.

Continuará…

 

domingo, 12 de marzo de 2023

Doctrinas y prácticas evangélicas en el ojo del escrutinio. 24° Parte

 

Doctrinas y prácticas evangélicas en el ojo del escrutinio. 24° Parte

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¡Qué falta de seriedad y sobre todo de conocimiento lleva a la gente a creer en esas falacias! Perdidos por todos los ángulos.

Dios ya no tiene hace miles de años altares sobre la tierra. Ahora están en los corazones de los creyentes según Romanos 12: 1. Y allí dice cuál es uno de los sacrificios avalados por Dios que debemos ofrecer en este tiempo (nosotros).

Dios ya no habita un lugar a manera del lugar santísimo como en el tabernáculo israelita ni el templo judío desde hace más de 2000 años. Su lugar santísimo está en los corazones de los creyentes quienes son su templo.

Y los lugares celestiales no son sitios a los que llegaremos, sino los que han sido abiertos en nuestros corazones.

La Presencia misma de Dios nos habita y cada creyente es portador de ella por medio de Jesucristo.

Ya no hay que mirar al cosmos como buscando a Dios allí, hay que volver nuestra vista hacia nuestro interior en donde Él nos aguarda.

La adoración antes impregnada de formas, muebles, vestidos, sacrificios, utensilios, rituales, ofrendas, y todo cuanto leemos en la Palabra que la conformaba dentro del pueblo judío, ahora es espiritual, de adoradores que adoran a Dios verdaderamente desde sus espíritus vivificados y es a quienes Dios busca vehementemente (Juan 4: 23)

¡Qué magnífica noticia para nosotros en saber que todo lo que necesitamos para adorar a Dios de verdad, está dentro de nosotros. Y Él ama y anhela que le adoremos desde allí.

No existen los altares santificados, ni los lugares consagrados, el fuego santo de Dios está dentro de nosotros por su Santo Espíritu y nos consume maravillosamente. Sepamos que la cruz marca un antes y un después. Ya no requerimos de nada como lo fue antes de ella.

Veredicto: ¿“Altar” tarima o escenario físico santificado? Hay que desecharlo de una vez y para siempre.

Continuará…

 

domingo, 5 de marzo de 2023

Doctrinas y prácticas evangélicas en el ojo del escrutinio. 23° Parte

Doctrinas y prácticas evangélicas en el ojo del escrutinio. 23° Parte

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¡Qué maravilla el Poder de la Salvación de Dios en acción sin ninguna cosa ni ingrediente adicional que sumemos ni nos inventemos los hombres! es que no necesita nada más

Y eso era todo.

Nada de altares para que la gente viniera. Al fin y al cabo nunca existió ningún altar cristiano (tarima o púlpito) en ninguna parte del Nuevo Testamento. Completamente extraño a la sana doctrina.

Nada de presión ni insistencia a nadie a levantar su mano ni “dar un paso de fe”.

Y tan increíble como suena, nadie era invitado a ir a ninguna iglesia. Tal concepto de iglesia a donde ir no existía. Dios es quien añadía a la iglesia a los nuevos salvos. Eso de “meter gente a la iglesia” nadie podía hacerlo literalmente porque los hombres no podemos fundir a nadie a la iglesia, ni entendemos cómo lo hace Dios.

Veredicto: Al final como quiera que sea, se vea, se practique y nombre que se le dé, la aplicación de la “oración del penitente o del pecador” en la forma que se ha hecho y la conocimos dentro del cristianismo evangélico, no tiene base alguna en la Palabra. Es otro gran santificado disparate. (¡Qué duro suena, pero es verdad!). Hay que desecharlo.

Y de nuevo… si no tiene aval en la Palabra, ¿insistiremos en ella?

 

4- El altar se transforma en un lugar sagrado desde donde ministra Dios.

El invento de un altar (púlpito o escenario) que nada tiene que ver con los altares que sí aparecen en la Palabra, en un templo-iglesia material que nos inventamos los hombres, y como por un milagro se transforma en un lugar sagrado (que nada tiene de parecido ni de referencia con los que menciona la Palabra) desde donde ministra Dios, parece otro cuento fantástico de esos de las mil y una noches. Es decir, asumimos que Dios santificó un sitio solo porque lo decimos nosotros, uno que nunca estuvo en su lista de sitios santificados ni debía estar porque es uno que nos inventamos los hombres.

Continuará…