domingo, 19 de marzo de 2023

Doctrinas y prácticas evangélicas en el ojo del escrutinio. 25° Parte

Doctrinas y prácticas evangélicas en el ojo del escrutinio. 25° Parte

Continuación…

05- Hay utensilios y sitios sagrados que no debemos tocar con las manos sucias de pecado o sin haber sido consagrados para ello. No suba al altar en pecado”.

La costumbre que la religión nos legó de consagrar cosas, hace que santifiquemos lugares y edificios como si eso asegurara que le pertenecen a Dios y no se usarán para nada pecaminoso.

Sin embargo la biblia dice que del Señor es la tierra y su plenitud, el mundo y los que en Él habitan (Salmo 24: 1; 89: 11). Es decir, nada que los hombres hagamos hace más de Dios algo de lo que ya es. Su derecho como Creador de todo lo que existe le da tal estatus de dueño de todo.

Pero el que Dios sea dueño de todo no santifica necesariamente todo cuánto le pertenece, porque finalmente los hombres le dimos a las cosas el uso que quisimos por cuanto Dios las puso en nuestras manos para que los administráramos. Dios no crea nada contaminado, pero cuando el hombre cayó, contaminó todo cuanto estaba en sus manos.

Ahora bien, en el antiguo pacto Dios santificaba utensilios, lugares, y todo cuanto materialmente era utilizado en el santuario que era de uso exclusivo para su servicio; pero la cruz definió -reitero- ese antes y después de todo ello. A partir de la llegada de Cristo, Dios define un nuevo templo ya no material sino humano; siendo Cristo el Señor el primero en declararse como tal. A partir de su obra redentora, la nueva especie que se genera a partir de Él también es llamada el templo de Dios. Los creyentes redimidos son el sitio sagrado de su habitación.

Por todo esto, los santificados son ellos, ya no las cosas. No existe templo ni edificio avalado por Dios en esta nueva dispensación de la gracia en la cual vivimos. Él estableció ahora su lugar santísimo dentro de ellos por cuanto los habita. Al no haber edificio físico avalado por Dios en esta etapa histórica después de la cruz, no existe altar santificado.

Pensar que una tarima en que se coloca un púlpito es santo, está fuera de toda realidad y fuera de todo contexto de la Palabra de Dios.

¿Púlpitos y altares en la iglesia Neotestamentaria? En ninguna parte. ¿Sitios y santuarios santificados? Después de la cruz, ya no más.

Defender otra cosa es ignorar la Palabra y una clara oposición al diseño establecido por Dios para nosotros ahora.

Veredicto: No hay, no existen cosas, muebles, utensilios, vestidos, o lugares santos. Lo que hay hoy son personas hechas santas por la presencia de Cristo el Señor en ellas.

Continuará…