domingo, 29 de octubre de 2017

La prueba de la Verdad (6° parte)

La prueba de la Verdad (6° parte)
Escrito autóctono

Continuación…

Podrían escribirse miles de libros acerca de él y jamás describirse. Inentendible con nuestra mente finita. Por eso solo es maravillosamente contenido en los vasos de Dios y expresado por ellos; imposible hallarlo en otro sitio.

Le pregunto directamente: ¿Qué creencia le ocupa? Dígame la mayor y más exacta afinidad que haya encontrado o le haya sobrecogido. Aún la que pudiera verdaderamente estar en la verdad según su convencimiento.

Le digo que si el amor no es su bandera, nada es. Así de simple. ¿Conoce el amor genuino entre quienes le enseñan o con quienes comparte? No el del “abracito”  o “besito” porque usted es fiel a su grupo, sino el de la atención cuando usted está sin trabajo o enfermo. No el de la llamada telefónica o mensaje de texto cuando usted está en una situación difícil, sino el que le visita y le procura ayuda real y tangible. Ahora, ¿es el mismo amor que usted muestra a los demás haciéndolo con ellos? No le digo expresamente solo con los que lo hacen con usted sino con aquellos con quienes no se relaciona tanto y de quienes no recibirá quizá ni un gracias. Al final el amor no es interesado de reconocimiento.

Si la extensión del amor no le es revelado a su interior de manera que revolucione toda su vida y perspectiva, por Dios que ¡nada tiene!, por Dios que ¡qué desdicha la suya de solo ser un religioso más!, por Dios que ¡qué pérdida de tiempo más descomunal en cualquiera creencia que milite!

Dígame, ¿acaso la creencia cualquiera sea que tenga le provee ese amor? Le digo que aunque se la quiten y no pueda volver a ver su doctrina en todo el resto de su existencia, ese amor es imposible que se lo quiten porque forma parte de la esencia, no es mental. Si el amor que dice tener se basa en la continuidad y permanencia o fidelidad que usted le tenga a su grupo eclesial, ¡por Dios que no tiene nada!

Continuará…


domingo, 22 de octubre de 2017

La prueba de la Verdad (5° parte)

La prueba de la Verdad (5° parte)
Escrito autóctono

Continuación…

A algunos ya les bastó con su experiencia. Ya lograron lo que tanto ansiaban. Culminaron sus expectativas. Vivieron todo cuanto se propusieron. Académica, sentimental, disque espiritualmente satisfechos. Pero ciegos ante tan evidente realidad planteada en las páginas de las Escrituras: el amor.

El amor en su más pura esencia. Reitero, no es de este mundo.

Ciertamente no hay más elevado sentimiento que se pudiera experimentar. Nada se compara a haberse apropiado de él o mejor dicho que él nos haya poseído. Su impacto trasciende a esta existencia y conmueve a la misma eternidad. Únicamente otras dos se le acercan en importancia: la fe y la esperanza; pero ni siquiera aún estas santas virtudes lo igualan.

Tan poderosamente capaz y a la vez tan dejado en poco u olvidado por completo. Hoy por hoy se hace tan evidente su abandono o peor, su desconocimiento.

El incomprable amor; no existe dinero que lo pudiera pagar. Innegociable. Supera con creces a todos los valores hablados por el Señor.

No procede a nada incorrecto, no es interesado ni pretende nada. No paga mal a nadie.

Sublime como el mismo Dios, de hecho Él lo personifica. Capaz de resistirlo todo. Por él estamos aquí y por él continuaremos más allá de esta vida.

Tan importante, que el Señor lo reafirmó como mandamiento, el más grande de todos. Fue su tema y vivencia incluso hasta el último minuto de su vida.

Continuará…



domingo, 15 de octubre de 2017

La prueba de la Verdad (4° parte)

La prueba de la Verdad (4° parte)
Escrito autóctono

Continuación…

Quizá usted es de los que no paran de buscar y buscar, de los que prestan sus oídos para escuchar cualquier cosa por si acaso se perdieron de algo, de los que pondrían poner en tela de juicio por una u otra razón hasta su creencia, de los que no se sienten seguros si verdaderamente están en la verdad o no.  O también podría ser de los que finalmente están convencidos de lo que creen pero no dan crédito a todo en su creer.

¿Sabe cuántos viven así? Miles de millones. Y ha sido así por siglos. Van y vienen generaciones y la condición es exactamente la misma. Se repite una y otra vez. Como un círculo vicioso sin fin.

Es una intensa búsqueda que se gesta desde que se tiene memoria. El hombre continúa preguntándose, cuestionándose,  y algunos, al llegar al final de su vida, no están seguros de si hallaron o no la Verdad y parten a la eternidad sin tener claro aún qué les espera. Muchos inclusive dieron su vida por una mentira.

Los hay por montones y hasta en las iglesias fungiendo como líderes de ellas o ministros destacados.

Corren como hambrientos y sedientos de que alguien les diga algo nuevo, algo revelador, algo profundo, algo que se salga de todos los parámetros conocidos. Corren en la búsqueda de experiencias sobrenaturales y si las hayan, mueren por ello.

A otros ni les importa, total la vida sigue su ritmo. No es tema que les angustie porque para ellos no hay problema de nada. Sus padres les legaron costumbres, creencias, tradiciones y eso basta. Sin complicaciones de ninguna índole. Solo cumplir rutinaria y fielmente como lo han hecho toda la vida de generación en generación y pare de contar. Al fin y al cabo tantos por siglos viviendo de la misma manera, jamás podrían estar equivocados. La vida les viene como les toque y su situación no cambiará en lo absoluto.  Tal como llegaron a esta existencia, partirán de ella.

Y las Palabras de Cristo allí, disponibles para ser comprendidas, pero totalmente ignoradas.

Continuará…




domingo, 8 de octubre de 2017

La prueba de la Verdad (3° parte)

La prueba de la Verdad (3° parte)
Escrito autóctono

Continuación…

Ni los logros reunidos, ni el dinero o riqueza acumulados, ni posesión adquirida o posición alcanzada, ni buen nombre amasado, ni fama. No pesará el carisma, o virtud alguno, el éxito de ninguna especie, las amistades construidas, la magnitud de las obras edificadas, la imagen, el poder, las masas fascinadas. No alcanzará la popularidad obtenida, inteligencia, señales o milagros realizados, elocuencia, respeto conseguido, habilidades,… ¡NADA!

Solo amor, verdadero y genuino amor; claro, transparente, fiel, puro; amor ajeno a adiciones, sin compromisos adquiridos, sin afiliaciones, sin demostraciones absolutas. Simple, humilde, discreto, callado. Amor a flor de piel, sin esfuerzo, sin cálculo alguno, sin miramientos de ningún tipo, ¡libre!

No hablo del amor humano interesado, calculador, condicional. Tampoco tiene que ver con aquel al que se le ha dado un matiz erótico o sensual; ni se trata de atracción de género. No es ni siquiera el filial. No se refiere al amor de una madre o un padre por sus hijos ni viceversa. Tampoco aquel que se promete en un altar para toda la vida aunque sea cierto y sincero.

No es el de este mundo, ni se alcanza por medios humanos. Hablo del amor que tiene vida propia. Imposible reproducirlo o duplicarlo por voluntad humana.

Ese amor se tiene o no, se conoce o no, se evidencia o no. Su fruto también es único y fácilmente reconocible por lo que nadie puede falsificarlo.

Es amor que hace amar a todos sin excepción y sin esperar nada a cambio. Amor que atiende al necesitado, amor que se da por los demás. Amor que alimenta, cuida, visita, ayuda, fortalece, viste, abriga, acompaña, perdona. Amor que se sacrifica.


Continuará…


domingo, 1 de octubre de 2017

La prueba de la Verdad (2° parte)

La prueba de la Verdad (2° parte)
Escrito autóctono

Continuación…

Más desde ya le aclaro, no se trata solo del hecho de hacer bien al prójimo lo que debería ser una norma humana en procura de una vida solidaria, armoniosa y constructiva, se trata de amar desde la perspectiva y en relación al amor de Dios, el conocimiento de Él que es muy diferente a cualquier amor que pudiéramos comprender fuera de Él.

Tanto así que finalmente si usted ya pasó por todo, ya conoce todo, ya comprendió todo, ya lo dio todo, ya logró lo que nadie; sencillamente no teniendo este único y elemental sentimiento de manera genuina en usted, de nada le ha valido; perdió todo su tiempo.

 ¿Cuánto más pasará para que caigamos en razón y nos dejemos de fábulas? ¿Se nos irá la vida acaso? ¿No habrá nadie que nos lo pueda decir tan directo y concreto como necesitamos oírlo?

¿Seguiremos así, haciendo eco a todo y todos, sin percatarnos de que nadie podrá hacer nada por nosotros cuando nos toque comparecer ante el Señor?  Él ya no fungirá allí como abogado, será el Juez.

Estaremos solos, totalmente solos, teniendo que responder el por qué cerramos nuestros oídos a sus Palabras. Nadie, en toda la existencia, podrá defendernos ni excusarnos. Solos estaremos, con todas las pruebas a nuestro favor o en nuestra contra. Sus acciones en Él lo delatarán o le librarán ¿Se atreverá alguno si quiera a pensar en su inocencia habiendo ignorado algo tan contundentemente definido en la Palabra?

Todo, absolutamente todo lo que usted significa, será probado por fuego allí. ¿Qué quedará?

No habrá lugar para ningún argumento sea cuál sea. Solo una cosa pasará la prueba de fuego: amor.

Continuará…