La prueba de la Verdad
(5° parte)
Escrito autóctono
Continuación…
A algunos ya les bastó
con su experiencia. Ya lograron lo que tanto ansiaban. Culminaron sus
expectativas. Vivieron todo cuanto se propusieron. Académica, sentimental, disque
espiritualmente satisfechos. Pero ciegos ante tan evidente realidad planteada
en las páginas de las Escrituras: el amor.
El amor en su más pura
esencia. Reitero, no es de este mundo.
Ciertamente no hay más
elevado sentimiento que se pudiera experimentar. Nada se compara a haberse
apropiado de él o mejor dicho que él nos haya poseído. Su impacto trasciende a
esta existencia y conmueve a la misma eternidad. Únicamente otras dos se le
acercan en importancia: la fe y la esperanza; pero ni siquiera aún estas santas
virtudes lo igualan.
Tan poderosamente capaz y
a la vez tan dejado en poco u olvidado por completo. Hoy por hoy se hace tan evidente
su abandono o peor, su desconocimiento.
El incomprable amor; no
existe dinero que lo pudiera pagar. Innegociable. Supera con creces a todos los
valores hablados por el Señor.
No procede a nada
incorrecto, no es interesado ni pretende nada. No paga mal a nadie.
Sublime como el mismo
Dios, de hecho Él lo personifica. Capaz de resistirlo todo. Por él estamos aquí
y por él continuaremos más allá de esta vida.
Tan importante, que el
Señor lo reafirmó como mandamiento, el más grande de todos. Fue su tema y
vivencia incluso hasta el último minuto de su vida.
Continuará…