La Voluntad de Dios para mi vida (21°
Parte)
Escrito autóctono
Continuación…
María
la Madre del Señor, mujer
especial y también singular para su época. La Voluntad de Dios llega a ella en
el momento -diríamos humanamente hablando- menos indicado, pues no era libre
sentimentalmente hablando, ya que estaba comprometida con José. Cuando se le presenta la Voluntad establecida
de Dios por medio del ángel, no cuestiona adversamente nada en lo absoluto, tan
solo pregunta cómo se embarazaría sin que mediara un varón (pregunta muy lógica
por cierto pues está comprometida con un hombre que será el padre de sus hijos).
Más sus posteriores palabras son elocuentes sobre su disposición una vez
saldada su duda: “He aquí la sierva del
Señor, hágase conmigo conforme a tu palabra” Lucas 1: 38. ¡Qué maravillosa expresión de entrega
incondicional!
En ningún momento antes de este evento ella
está preocupada por conocer cuál es la Voluntad de Dios para su vida ni la pide
tampoco después aún cuando podrían venir tantas preguntas a su mente sobre cómo
afrontaría ese peligroso proceso en vista de su actual estado de compromiso. No
piense ni por un momento que hoy la madre del Señor posiblemente tendría otro
nombre si María hubiese rechazado la oferta, porque la Voluntad establecida de
Dios Eterna y Perfecta no se equivoca. Dios sabía que ella estaría anuente
independientemente de las circunstancias y consecuencias. ¿Las podría tener? Evidentemente.
Se exponía a la humillación y vergüenza en el mejor de los escenarios y a la
muerte segura como era la costumbre al hallarse que una virgen había quedado
embaraza fuera de su compromiso. Eso, sin añadir claro está, el desprecio de
aquel a quien había elegido y el dolor que le causaría por creer que le había engañado.
La verdad, no era nada fácil disponerse para lo que Dios quería, pero ella lo
hizo. Imagine, siendo que ella estaba
tomándose un riesgo tan grande, podría haber pedido algunas “cláusulas” a su
favor como por ejemplo tiempo para pensarlo, y accediendo entonces al mejor
lugar donde pasar su embarazo, y por supuesto un “hospital cinco estrellas”
para tener al Hijo de Dios. Nada de eso fue su interés ni su petición; solo se dejó
llevar por esa Voluntad sin importar qué pasaría o las incomodidades que
tendría. ¡Qué maravillosa mujer!
Continuará…