domingo, 18 de agosto de 2019

La Voluntad de Dios para mi vida (20° Parte)


La Voluntad de Dios para mi vida (20° Parte)
Escrito autóctono

Continuación…

La Voluntad perfecta y establecida de Dios lleva a los tres amigos de Daniel (Sadrac, Mesac y Abed-nego) a un monstruoso horno de fuego para ser quemados vivos. ¿Acaso se les ve preguntándole a Dios si era su Voluntad que murieran asados? No, la tenían muy clara y por cierto no era negociable aunque aquel espantoso final llegara a ser ineludiblemente su fin.

La Voluntad de Dios lleva a Daniel a un foso de leones hambrientos solo por su fidelidad a Él. Aunque acostumbraba a orar tres veces al día, en ninguna de las veces se registra que le pidiera a Dios mostrarle su Voluntad para su vida. La conocía, vivía en ella, inclusive en medio de leones tenía lugar la Voluntad de Dios. ¡Impresionante!

Al profeta Oseas le toca en la Voluntad de Dios tener a una esposa infiel que le enseña (rudamente por cierto) cómo se sentía Dios con respecto a Israel. Pero aún en medio de ello nunca se le ve buscando la Voluntad de Dios para su vida.

Un caso interesante es el de Jonás. Cuando La Voluntad de Dios le alcanza, corre… pero en sentido contrario. Se requiere del vientre de un gran pez para hacerle reflexionar. Quizá Jonás fantaseaba con un Dios cuyos mensajes eran de juicio y su historia favorita debe haber sido la de Sodoma y Gomorra pereciendo quemadas por su pecado. Sólo pensar que quizá un día él podría ser el pregonero de un mensaje de destrucción tal y poder deleitarse con ver freírse a los malvados; sí, eso le causaba una enorme satisfacción. Hasta que llegó el día de ver cumplido su anhelo. Sí, llevaría dicho mensaje a Nínive que se había corrompido sobremanera y entonces él entraría en la historia como el profeta que les anunció su decretado fin.

Pero conociendo a Dios pensó que su reputación quedaría por el suelo si acaso Dios no castigaba duramente a aquella gente. Así que obedeció a regañadientes esperando que la fatalidad sobreviniera sobre Nínive y no sobre él, todavía con olor a vómito de pez impregnado en la piel muy seguramente. Y vería -según él- la Voluntad de Dios convertida en impetuoso fuego y azufre sobre aquella ciudad para testimoniarlo a todas las naciones paganas y que temieran porque correrían el mismo destino. Pero la Voluntad de Dios que es perdonar si existe un genuino arrepentimiento, era a lo que más le temía Jonás.

Y ocurrió, Nínive se arrepintió y de qué manera. Así que Jonás pasó a la historia no por estar contento con apreciar la Voluntad de Dios manifestada en misericordia sino por esperar otro resultado más acorde a su deseo.

Aquello si bien tenía la seriedad de una posible calamidad para una ciudad perdida, era más una enseñanza de misericordia que Dios quería darle a su profeta amado. Con los años le aseguro que Jonás se dio cuenta más bien del ridículo que escenificó encolerizado con Dios, agradecido de la bondad de Dios no solo para con aquella ciudad sino principalmente para con él como su temperamental mensajero.  

Como ve, Jonás no buscaba saber cuál era la Voluntad de Dios para su vida, pues conocía la Voluntad maravillosa y perfecta de Dios que nunca quiere la destrucción ni pérdida del pecador así no más sino su arrepentimiento, Voluntad en la que viviría finalmente con los años sin duda alguna.

Continuará…