domingo, 27 de septiembre de 2020

El daño nefando que asesta la mala percepción de la autoridad (Parte 14)

         El daño nefando que asesta la mala percepción de la autoridad (Parte 14)

Continuación…

Pero si miramos los términos del pasaje bajo los conceptos de autoridad humanos en que sujetarse se interpreta como dominio o control, entonces toda la idea original se ve afectada de mala manera. Le invito a buscar en el diccionario de lengua española el significado que se le da a sujetarse y equipararlo con el espíritu del pasaje y se dará cuenta que  no compagina con Cristo. Cristo por supuesto no es ningún tirano sobre la iglesia. Jamás la maltrataría.

La idea que el sistema tergiversado de autoridad impuso al término “sujetarse” que aparece en Reina Valera lo hace comprenderse como control, es decir que nadie puede moverse hacia ninguna parte sin permiso (abuso de poder). Eso (que lamentable sucede en nuestro medio) pasa comúnmente y como la normalidad en el seno de las iglesias modernas en que los feligreses son vistos como una pertenencia de sus denominaciones, finalmente números que engrosan sus membresías, por lo que no tienen libertad de ir aquí o allá si sus líderes no se los permiten. Otra vez, producto del tal sistema desvirtuado que está plenamente activo allí. Resultado de esa mala percepción de la autoridad que es entendida y vivida desde una perspectiva claramente humana y diabólica y no celestial.

La forma celestial como ya lo vimos, funciona sustentada en el amor por lo que la sujeción que se ve aquí es claro que no significa estar atados, porque la iglesia no está involuntariamente atada a Cristo deseosa de soltarse como si hubiese sido obligada a estar allí (por supuesto que advertimos que eso no es así) sino que está con Él, apegada a Él y con Él porque lo ama y es amada por Él. Realmente el término más exacto sería sumisión y no sujeción.

La sumisión es un concepto según la cual se reconoce la autoridad y se doblega ante ella movida por el amor en lo que no existe ni la tiranía ni el temor por ninguna parte sino el abrazo y el calor fraternos que generan seguridad.

(Servíos por amor…) es la norma en la verdadera casa de Dios que funciona en los términos del gobierno celestial.

Continuará…


domingo, 20 de septiembre de 2020

El daño nefando que asesta la mala percepción de la autoridad (Parte 13)

          El daño nefando que asesta la mala percepción de la autoridad (Parte 13)

Continuación…

Para muchas y muchos, el matrimonio es la tumba del amor y maldicen a Dios por ello. Pero de nuevo, el problema no lo generó Dios; simplemente nunca conocieron el gobierno de Dios ni quisieron que reinara en ellos ni en sus hogares por estar malformados y malinformados desde todas las esferas incluyendo la iglesia.

El hogar era el espacio para servirse y construirse por amor requiriendo esos conceptos del gobierno de Dios en él, no los conceptos del gobierno y autoridad humanos que son malignos.

Servir según el gobierno de Dios (tanto en el hogar como en la iglesia genuina del Señor), no tiene para nada referencia alguna con el concepto del servicio adulterado del gobierno de Luzbel el cual es el usado en el mundo. Este se aplica en forma de esclavitud, atadura, control, abuso y hasta humillación, cuyas “víctimas” son mayormente empleados, servidores, los más débiles; y los victimarios son empleadores, jefes, señores, fuertes, etc. que finalmente vienen a ser víctimas también de ese perverso sistema.

Pero el servir según el concepto de Dios significa cuido, protección, sustento, ejemplo, formación, enseñanza, pureza; todo bajo el régimen nuevo del Espíritu de Dios (Romanos  7: 6) que se basa en el amor (Gálatas 5: 13).

Por ello en la genuina casa del Señor quienes deseen “figurar” lo ejercerán sirviendo a los demás y serán reconocidos como grandes en el reino de Dios (Marcos 10: 42 y 43). Ellos se dedican sacrificialmente en beneficio de los demás (servir más que los demás) y cuya práctica abarcará al hogar por defecto, según lo que plantea la sana doctrina que leemos en el Nuevo Testamento.

Pero continuemos con más del hogar y la iglesia porque hay más.

El mayor ejemplo de cómo tratar a la mujer y como ser cabeza de hogar en el caso de los hombres,  estaría en Cristo mismo.

Leamos Efesios 5: 25 al 29

No existe lugar aquí para el irrespeto, ni el maltrato; tampoco para el abuso ni el abandono. Cristo no trata así a la iglesia. Ese ejemplo es el gran secreto revelado y Pablo lo establece como un gran misterio (verso 32). ¡Es una maravilla!

Continuará…


domingo, 13 de septiembre de 2020

El daño nefando que asesta la mala percepción de la autoridad (Parte 12)

El daño nefando que asesta la mala percepción de la autoridad (Parte 12)

Continuación…

El evangelio poderoso y genuino vendría ser una tranquilizante y reconfortante muy buena noticia para todos. Traería libertad de verdad de esos sucios sistemas. ¿Por qué? Porque el hombre hallaría realmente plenitud en todas sus áreas. La mujer además de su plenitud, hallaría el lugar de honor que originalmente le pertenecía. Los hijos encontrarían un verdadero refugio de seguridad y amor en sus casas. El evangelio original construiría hogares firmes, llevando la sociedad a niveles de bienestar nunca antes vistos.

Ese es el cambio propuesto por Dios, no políticos ni religiosos porque esos están contaminados bajo el sistema corrupto mundanal.

Interesantemente el gobierno de Dios daría a la mujer responsabilidad como gobernante de su casa así como al hombre (1° Timoteo 5: 14) lo que significa que ella también ejercería en conjunto con él o en su ausencia dicho orden, siempre bajo los términos del servicio y amor.  Entonces no cabía la  posibilidad de luchas de poder ni de denigración ni humillaciones del uno para el otro por ninguna parte.

El incremento de los maltratos en nuestra sociedad, de los tristemente femicidios, del  abandono de los hijos, del maltrato a ellos, de hombres degradados por mujeres desubicadas, todo viene de esa mala percepción de la autoridad a la que estamos tristemente acostumbrados y programados.

Los hombres llegan malformados al matrimonio buscando finalmente una servidora que se transforma en su esclava; alguien para controlar, usar a placer  para auto satisfacerse y en el camino llenarla de hijos que también se convertirían en sus servidores, tomando una posición de amos de su casa en donde su palabra es ley (machismo en su más pura expresión); gobierno diabólico de imposición y miedo. 

Esos hombres jamás buscarán servir como producto de amar, porque de eso no saben nada ni se formaron así.

Por su parte las mujeres llegan al matrimonio buscando atención, cuido, protección y se topan con tiranía, uso, humillación. Algunas creen -igualmente malformadas-, que el matrimonio ineludiblemente es así porque esa es la norma. Algunas viven en cárceles e infiernos literalmente. Malformación que les hizo llegar allí lamentablemente buscando respuesta a sus necesidades. Tampoco procurarán servir por amor porque su malentender es que servir es una imposición maldita que las convierte en esclavas. Claro!..., por la programación que infringió en ellas ese sistema indeseable y diabólico con su ejemplo.

Continuará…


domingo, 6 de septiembre de 2020

El daño nefando que asesta la mala percepción de la autoridad (Parte 11)

       El daño nefando que asesta la mala percepción de la autoridad (Parte 11)

Continuación…

Lo que realmente preocupa y enciende todas las alarmas, es que dichas problemáticas ha invadido hasta los hogares cristianos contaminándolos y se mantienen en ellos peligrosamente. Esto me causó una sacudida.

Dios no creó al hombre y a la mujer como competencia sino como complemento. Su gobierno no plantea control y dominio, ni mucho menos tiranía sino servicio por amor.

Esas pésimas prácticas de autoridad basadas en los conceptos humanos (que es lo que hemos entendido y vivido toda la vida como lo normal en todas las esferas), nos provoca estos grandes desastres del comportamiento en nuestras sociedades agravándose cada vez más. Sumamos las luchas por obtener el poder en los países que en demasía han producido enemistades, muerte y destrucción; luchas de poder en las instituciones que han generado enemistades y malos ambientes; luchas de poder en la iglesia (fíjese que pésimo testimonio al mundo) que generaron discordias y divisiones; y luchas de poder en la familia con los consabidos resultados de maltratos a mujeres, hijos y hasta a mismos hombres. Todos somos víctimas de eso de una u otra forma.

Inestabilidad y desorden en todo lo que la experimenta, realmente.

La autoridad humana reprime y hasta elimina a quien se le oponga, cosa que vemos en regímenes de gobiernos tiranos y dictatoriales pero también -insisto- lamentablemente en iglesias que lo aplican a los “inadaptados” o “rebeldes” de entre sus feligreses que no se alinean a sus demandas doctrinales al mejor estilo de los capos o carteles de la droga. Es así, de nuevo, porque esos grupos religiosos o iglesias que se autodefinen como cristianas, funcionan bajo el mismo sistema repugnante del mundo.

La autoridad del cielo por su parte, edifica y no destruye (2° Corintios 13: 10)

Pero se continúa achacando a Dios y se le culpa de algo que no provino de Él en ninguna forma.

Cristo siempre planteó en sus enseñanzas otros conceptos, los del gobierno celestial que nada tienen que ver con los terrenales y que son los que el hombre en términos generales necesita, pero por sobre todo su pueblo. La iglesia abrazó e implementó los humanos, como Israel hizo lo propio con los sistemas de las naciones vecinas paganas.

Parece que no aprendemos, repitiendo una y otra vez el mismo error.

Continuará…