domingo, 20 de septiembre de 2020

El daño nefando que asesta la mala percepción de la autoridad (Parte 13)

          El daño nefando que asesta la mala percepción de la autoridad (Parte 13)

Continuación…

Para muchas y muchos, el matrimonio es la tumba del amor y maldicen a Dios por ello. Pero de nuevo, el problema no lo generó Dios; simplemente nunca conocieron el gobierno de Dios ni quisieron que reinara en ellos ni en sus hogares por estar malformados y malinformados desde todas las esferas incluyendo la iglesia.

El hogar era el espacio para servirse y construirse por amor requiriendo esos conceptos del gobierno de Dios en él, no los conceptos del gobierno y autoridad humanos que son malignos.

Servir según el gobierno de Dios (tanto en el hogar como en la iglesia genuina del Señor), no tiene para nada referencia alguna con el concepto del servicio adulterado del gobierno de Luzbel el cual es el usado en el mundo. Este se aplica en forma de esclavitud, atadura, control, abuso y hasta humillación, cuyas “víctimas” son mayormente empleados, servidores, los más débiles; y los victimarios son empleadores, jefes, señores, fuertes, etc. que finalmente vienen a ser víctimas también de ese perverso sistema.

Pero el servir según el concepto de Dios significa cuido, protección, sustento, ejemplo, formación, enseñanza, pureza; todo bajo el régimen nuevo del Espíritu de Dios (Romanos  7: 6) que se basa en el amor (Gálatas 5: 13).

Por ello en la genuina casa del Señor quienes deseen “figurar” lo ejercerán sirviendo a los demás y serán reconocidos como grandes en el reino de Dios (Marcos 10: 42 y 43). Ellos se dedican sacrificialmente en beneficio de los demás (servir más que los demás) y cuya práctica abarcará al hogar por defecto, según lo que plantea la sana doctrina que leemos en el Nuevo Testamento.

Pero continuemos con más del hogar y la iglesia porque hay más.

El mayor ejemplo de cómo tratar a la mujer y como ser cabeza de hogar en el caso de los hombres,  estaría en Cristo mismo.

Leamos Efesios 5: 25 al 29

No existe lugar aquí para el irrespeto, ni el maltrato; tampoco para el abuso ni el abandono. Cristo no trata así a la iglesia. Ese ejemplo es el gran secreto revelado y Pablo lo establece como un gran misterio (verso 32). ¡Es una maravilla!

Continuará…