sábado, 28 de marzo de 2015

Primordialmente por las casas… ¿Y el templo? 9° y última parte



Primordialmente por las casas… ¿Y el templo?  9° y última parte
Escrito autóctono

Continuación…

¿Templo Futuro?
¿Volverá alguna vez el templo judío físico?
Proféticamente hablando, sí; los judíos volverán a levantar su templo, sacarán a la luz y colocarán en él el Arca de la Alianza perdida o harán una nueva, pero será para los tiempos del fin (la gran tribulación). Lo que deben recordar aquellos que no sean judíos, es que tampoco entonces tendrán acceso a él.

Conclusión:
Posiblemente le sorprenderá lo que le voy a decir pero si de construir edificios-templo se trata, en ninguna parte de la biblia (ni Antiguo ni Nuevo Testamento) Dios da su aval a ningún otro pueblo fuera del judío para que erijan templo. Si revisamos las enseñanzas de Cristo, tampoco Él jamás habló al respecto; y si vamos a las doctrinas apostólicas, tampoco está contemplado. ¿Por qué insistimos entonces?

Igualmente por mucho que le hayan dicho o haya sido su creencia toda la vida, tampoco encontrará en el Nuevo Testamento el concepto de “ir a la iglesia”. No está por ninguna parte. Ni siquiera en el Antiguo, porque la iglesia no había sido revelada.

¿Asustado?

Aquello de “no dejar de congregarnos” es en palabras entendibles simplemente juntarse con los hermanos en cualquier parte para tener koinonía que es compañerismo, comunión, para la edificación mutua y familiaridad (Hechos 2: 42; Romanos 14: 19; Gálatas 6: 10).

Lo he querido explicar paso a paso. Espero haber logrado el objetivo.

Llama la atención que en la actualidad ha empezado a darse una tendencia en muchos sitios que tradicionalmente llamaban templo o iglesia, a cambiarles el nombre por “auditorio”, “casa” “comunidad” o cualquier otro nombre desligado de “iglesia o templo”. Pareciera un avance, sin embargo, no es suficiente con cambiarle el nombre a los edificios. Todo cuanto se refiera o se haga en ellos que les dé una alusión de santuario o casa de Dios de manera que las personas que asisten a ellos asuman que lo son y los reverencien como tal, no consigue más que perpetuar un error.

Alguien podría pensar que exagero, sin embargo este concepto de templo/iglesia físicos nos ha hecho más daño que bien por siglos generando millones de personas dependientes de otras en aspectos de fe, cercenando los dones que el Espíritu le ha dado a todos en el pueblo del Señor para la funcionalidad también de todos (y no solo de algunos “divinamente llamados y capacitados”); creando figuras de gobierno insanas en el seno de la iglesia que han corrompido de poder a muchos; categorizando a los creyentes en grupos, razas y hasta estratos sociales. Esta forma de iglesia, patentó para sí el sitio a donde ir con el supuesto “estar cerca” de Dios, asignando días en los cuales abre sus puertas para facilitarlo. Son millones los que consideran un sacrilegio no asistir a ellos porque son sagrados y eso es “un pecado grave y una afrenta a Dios”.

Eso les significa condena a muchos, y aún ellos mismos condenan a quienes dejan de asistir. Para ellos es tan puro un sitio y sagrado también ciertos días, que a gran cantidad los tiene sin cuidado vivir vidas carnales fuera de esos lugares como si eso estuviera bien. Otros llegaron al colmo de vivir sus carnalidades aún dentro de esos sitios. Solo un pequeñísimo remanente de quienes van allí, si se guardan para Dios en pureza. 

Más le hablo de corazón a usted, hermano mío.

Lo realmente importante no es si usted se reúne en uno de esos edificios o si lo hace eventualmente en una casa. Lo que realmente importa es que esté plenamente seguro de quien es usted según la obra hecha en la cruz por Cristo; que viva según sus preceptos, que detecte a los verdaderos creyentes que viven vidas resucitadas para Dios y se junte con ellos, de lo contrario no pasa de ser un buen feligrés más con una religión, independientemente de dónde esté.

En fin, quiera el Señor permitirnos pasar por esta vida para lo mejor, para lo que Él quiso, en medio de un mundo del cual no nos saca, sino que quiere que seamos luz y sal para con quienes no lo conocen y bendición para con nuestros hermanos.  Fue lo que vino a hacer hace 2000 años, fue lo que hizo en la cruz.

¿Lo ignoraremos deliberadamente nosotros?

Fin

Nota importante: Si desea darnos a conocer su opinión o consultar cualquier asunto, escríbanos al correo iglesiasencilladecostarica@gmail.com . Será muy grato saber de usted.


sábado, 21 de marzo de 2015

Primordialmente por las casas… ¿Y el templo? 8° parte


Primordialmente por las casas… ¿Y el templo?  8° parte
Escrito autóctono

Continuación…

Me llama la atención que después de conocer por más de 3000 años la figura del altar de piedra, los hombres de Dios nunca más lo volvieron a utilizar desde que llegó el templo en obediencia a lo que Dios había dispuesto; ni tampoco lo retomaron aún cuando este fue derribado.  ¿Por qué nos empeñamos nosotros en conservar el concepto de templo físico “santificado”, si el último fue tumbado hace 2000 años y ha quedado demostrado que Dios dispuso otro templo? Estamos repitiendo lo que le ocurrió a Israel, manteniendo por más de 700 años una serpiente de bronce que fue levantada en el desierto, la cual Dios utilizó en su momento para sanar a quienes eran picados por víboras pero que ahora tuvo que destruir el rey Ezequías (2° Reyes 18: 4) por que la habían convertido en un ídolo de adoración. Edificamos templos creyendo que eso debe seguir siendo así y engañamos a las personas por siglos diciéndoles que esa es la casa de Dios y su santuario y nos engañamos también a nosotros mismos.

¿Comprenderlo significa entonces no volver a los templos físicos que se han erigido? ¡Que no se me juzgue acusándome de tal cosa! Quien lo quiera entender así es su problema y también su excusa.

Tampoco que nadie pretenda decir que saber estas cosas les resta fe a las personas (ya bastante diezmada por cierto) y les hará alejarse de sus “iglesias” o “templos”. Creo que ya existen razones suficientes y no necesariamente el conocimiento de la Palabra por la que muchos abandonan los templos y las llamadas iglesias -locales físicos- en la actualidad. Cada quien sabrá sus razones reales para mantenerse o alejarse de un sitio, pero por Dios ¡basta de ignorancias! pues la verdad de las cosas ha estado disponible y abierta para todos en la Palabra de Dios.  

No avalo el templo físico moderno porque sé que nunca ha sido la casa de Dios. No lo desecho ni motivo su cierre, porque es un edificio material como cualquier otro. Lo que las personas se atrevan a hacer allí dentro, bueno o malo, es algo por lo que tendrán que responderle a Dios igualmente como lo bueno o malo que hagan fuera de esos sitios. No hay diferencia.

Si usted santifica un sitio y lo respeta creyendo que está bien, lo hace por religiosidad y atadura al pacto terminado en la cruz. Lo hemos visto en la Palabra. Si insiste en ir a un sitio por relacionarse con Dios o por estar con los hermanos, insiste en ello porque quiere, pues Dios mostró hace 2000 años un camino nuevo muchísimo más excelente y práctico para alcanzarlo y ese es Cristo. La forma y manera de hacerlo en esta nueva dispensación según está expuesto en la Palabra no es un santuario físico.

Lo que necesitamos es cambiar de forma de pensar.

Para los que no aprecien ninguna otra forma más de reunirse a adorar a Dios; pues que sigan haciendo sus cultos allí. Nuestro enfoque ha de ser en la Palabra; ¡es nuestro deber!

¿Saben?, esos edificios podrían ser sumamente provechosos si no se les da solamente un uso de seis horitas de cultos a la semana. (¡Qué desperdicio de recursos!)

¡Cómo cambiarían para bien los lugares en donde están erigidos si se usaran para el beneficio de la comunidad o región en que se encuentran! Imagine a los hermanos y hermanas invirtiendo una o dos horas de su tiempo semanal para enseñar a trabajar y a cómo ganarse la vida honestamente a las personas (hombres, mujeres, jóvenes) de esos lugares. ¿No dice Hechos que los hermanos tenían favor con todo el pueblo? Hechos 2: 47. Están los locales, están los recursos a la mano. Esas grandes obras con las que hemos querido servirle a Dios, podrían beneficiar de manera práctica a la nación en que Él nos ha puesto. Le aseguro que los no creyentes amarían esas “iglesias” pues estarían siendo beneficiados directa y gratuitamente sin necesariamente temer que les metan una religión con cuchara. Allí si que verdaderamente se sería luz a las naciones acercando a los hermanos a los no creyentes y ellos podrían ver la diferencia de las personas seguidoras del Señor. Nos expondríamos y ganaríamos al mundo pero para Cristo sin estrategias millonariamente improductivas ni tampoco estratagemas de unos pocos aprovechados interesados solo en el dinero. Eso podría traerles vida a los no creyentes sin proponérnoslo como tal (“y el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos”). Imagine la felicidad de los hermanos y hermanas en poder servir. Revolucionaríamos a nuestra generación, nuestras comunidades y países y el reino de las tinieblas retrocedería. Imagine si todos los templos que hemos erigido lo hicieran, ¡cómo bajaríamos los índices de pobreza en nuestras naciones y cómo subiríamos la productividad! Entonces veríamos a los hermanos ofrendando y colaborando para lograr esos sanos propósitos y Dios se haría real para todos. También veríamos a los no creyentes colaborar, deseosos de que cosas así continúen y crezcan. Se dejaría de ser una de tantas cansadas religiones y se cumpliría la voluntad de Dios. Imagine un invertir recursos para cubrir las necesidades básicas de los pobres o para cuidar sus niños mientras se les enseña un oficio a los padres, todo de manera gratuita “dadles vosotros de comer” Marcos 6: 37.

Pero cuidado con algún “iluminado” o líder religioso corrupto que mire esto y lo vea como una oportunidad política o económica. ¡El Señor les trate!

Cualquiera pensaría que llegar a algo como esto es una fantasía, pero bendito sea el Señor que ya hay hermanos haciéndolo y bendiciendo sus comunidades y zonas.  Ahora las obras que edificaron desarrollan labores sociales gratuitas para los necesitados e inclusive están generando algunas fuentes de trabajo para muchos creyentes. Están cambiando sus regiones para bien, y le digo más, esas regiones los aman y hasta los defienden. ¿Acaso no hemos sido llamados a eso? ¿Acaso no hemos de ser agentes de cambio honestos para con el mundo?  Porque nuestro enfoque no es quedar bien con el mundo ni que se nos haga un monumento por benefactores, sino servir a Dios y mostrarle con hechos contundentes.

Continuará…

Nota importante: Gracias por sus opiniones y consultas. Nuestro correo continúa estando disponible para usted:  iglesiasencilladecostarica@gmail.com . ¡Dios le siga bendiciendo!


viernes, 13 de marzo de 2015

Primordialmente por las casas… ¿Y el templo? 7° parte



Primordialmente por las casas… ¿Y el templo?  7° parte
Escrito autóctono

Continuación…

La Presencia de Dios por primera vez y en definitiva en un hombre; ¡Cristo!

Después de manifestarse en sitios físicos, la Presencia de Dios vendría a encarnarse en Jesús mismo,  siendo Él ahora el templo. Nadie había llegado hasta ese punto de considerarse a sí mismo templo, ni hubiese podido antes de Él serlo, pues el pecado se lo impedía. Jesús fue sin pecado alguno. Su cuerpo santo tenía todas las condiciones para poseer la Presencia de Dios en Él sin profanarla. Nadie antes de Él lo hubiese logrado, nadie después de Él lo sería jamás. Dios quería asegurarse que su Presencia Sagrada nunca más volviese a estar expuesta directamente a los hombres para no exponerlos a morir. Entonces se proveyó un “sitio” seguro y fiel: su propio Hijo.

Cristo es el primero en llamarse así mismo templo (Juan 2: 18-22). Luego de la cruz, quienes creyesen serían santificados para poder tener en ellos la Presencia de Dios también pero no de forma directa, sino por medio de Cristo. Recordemos, la Santidad de su Presencia no la podemos resistir los hombres a causa de nuestro pecado y por ello estamos expuestos a morir por ella. Como dijimos, nada ni nadie más podrían contener la Presencia de Dios, solo Cristo (Colosenses 1: 15 dice: “Él es la imagen del Dios invisible” y en el 2: 9 recalca: “Porque en él (en Cristo) habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad,...”). Entonces ahora la Presencia de Dios dejaría de estar en lugar alguno, sólo estaría en Cristo. Quienes creyesen serían santificados en Él y por sus atributos.

El hombre gracias a Cristo y por medio de Él es ahora casa de Dios, templo, edificio de Dios, tabernáculo; pues contiene a Cristo dentro de él. Lo material-físico del primer pacto pasó a ser espiritual-invisible en el segundo. Inclusive la adoración, antes tan visible usando una serie de utensilios consagrados en el antiguo pacto, pasó a ser espiritual (Juan 4: 23 y 24). El hombre vendría al altar de su corazón a rendirse él mismo en él (Romanos 12: 1), y entraría libremente al lugar santísimo -ahora ubicado en lo más profundo de su ser- por Cristo, cuando lo quisiera (Hebreos 3: 16) pues ha sido ungido con aceite Sagrado (no material) que es el Espíritu Santo. Haber sido ungido por ese aceite Sagrado Celestial, no le habilita para acceder a la Presencia de Dios ni lo protege de morir ante esa Presencia, como tampoco el aceite de la unción antiguo lo hiciera con los sacerdotes aún cuando fueren consagrados y santificados por él. Por ello dice la Palabra que Cristo es nuestro Sumo Sacerdote y es por medio de Él que podemos ingresar al lugar santísimo en nuestro interior hoy (Hebreos 7: 25 y 26).

Ahora el hombre común, cuando cree al mensaje de salvación, es santificado por Cristo y convertido en portador de la Presencia de Dios porque ella vive en él por medio de Jesús. ¡Gloria sea a Dios!

Ahora bien… ¿Recuerdan que teníamos tres preguntas pendientes de contestar? Es el momento justo de hacerlo.

¿De dónde viene el templo moderno según dicen quienes lo defienden?
Todos dirán sin dudar y a una voz que de la biblia. ¿Es eso cierto? Si el modelo es el de la biblia, entonces físicamente hablando ni se parece.  Los modelos modernos no tienen tres atrios, no tienen los muebles que usaba el de Israel, no está ni dispuesto ni dividido como el tabernáculo, ni el templo de Salomón ni el de Herodes en los tiempos de Jesús.  Lo que llaman altar (una plataforma a manera de escenario) no es ni la sombra de lo que se llamaba altar en el templo que muestra la biblia, ni estaba ubicado dentro del santuario, tampoco toda la liturgia actual tiene referencia a lo que se hacía en el templo de la biblia. ¿De dónde sacan entonces que es el de la biblia? No lo sé, pero si quieren el de la biblia, debía tener todo lo que este tenía, debía estar dispuesto como este lo estaba, debía funcionar de la misma manera que funcionaba…, y muy importante, debía estar en un sitio elegido por Dios para erigirlo; pero no, ningún modelo actual ni hace, ni está, ni se parece al templo judío.

Si los judíos vuelven a edificar uno igual (de hecho lo harán), no podríamos entrar a él porque como gentiles estamos excluidos. Y si como gentiles nos lo edificamos, tampoco sirve puesto que no somos judíos, ni tenemos un lugar físico en donde Dios haya puesto su Nombre. Y como si esto no bastara, tampoco podemos servir en él pues no somos sacerdotes descendientes de Leví. Así que ¿hay alguna duda?

Quien quiera espiritualizar cualquier cosa del antiguo pacto para justificar el templo físico moderno, está errando pues ya Dios espiritualizó el templo y es el hombre.

¿De dónde viene el templo realmente?
Por mucho que se les quiera defender, la realidad cruda, pero finalmente la realidad es que los modelos modernos de templo descienden de sus antecesores, los templos paganos a falsos dioses. Toda su forma (lugares para que estén los “fieles” siendo ministrados o ayudados a acercarse a su dios, altar (tarima) para que ministre un sacerdote o ministros divinamente capacitados y elegidos para ello, y hasta presencia de imágenes o ídolos allí como muchos casos que no nos son desconocidos), todo eso era normal en esos templos. Un pequeño sector (la minoría) entendida y especializada para conocer y manipular lo concerniente a su dios, y otro (la mayoría), viniendo para recibir lo que estos les daban, hablaban o bien ofrecían por ellos; todo dispuesto a días y/o momentos específicos para funcionar. Léalo, está en los libros de historia. Así lo fue en Grecia; así lo fue en toda la cultura que adoptaron los romanos y lo impusieron donde quiera conquistaron; así lo legaron en el año 300 de nuestra era a la iglesia gracias a Constantino.

¿Cuál era el plan de Dios para este siglo?
La nueva dispensación originada en la cruz, definió un nuevo templo, ya no físico-material sino humano. Lo dice la biblia (1° Corintios 3: 16); un nuevo edificio (3: 9), una nueva casa de Dios (1° Pedro 2: 5), un nuevo tabernáculo (2° Corintios 5: 1 y 4), una nueva forma para presentar sacrificios (Hebreos 13: 15 y 16) y también una nueva víctima (Romanos 12: 1). Todos, sitios que tenían en común una cosa: La Presencia de Dios. Ahora esa Presencia venía a tomar otro santuario: al hombre mismo.

Así que visto de cierta forma, Dios continúa santificando lo que antes también santificaba, el lugar al que llegaba su Presencia; santifica ahora al ser humano. Todo gracias a y por medio de Cristo.

Ya el hombre no tendría que ir a buscarlo a ningún sitio, ni tendría mil barreras para poder acercarse a su Dios, ahora Dios estaba dentro de él. Ahora el hombre como templo se constituiría en parte de otro edificio mayor (Efesios 2: 21; 1° Pedro 2: 5), también espiritual; la iglesia el cuerpo de Cristo, universal y eterna. Entonces donde quiera que estuviera el hombre, estaría la casa de Señor porque él mismo era la casa de Dios, y el templo, y el tabernáculo, y el edificio, y el sacrificio en el altar.

¿Cómo niega esto la sana doctrina? ¿Por qué se asustan y reaccionan sorprendidos muchos con esta verdad como si de algo nuevo de tratara? ¿Cómo podemos no ver lo que está a la vista? Pero no se trata solo de verlo o saberlo, se trata de que sigamos el plan de Dios que es una nueva forma de relacionarse con el hombre terminando definitivamente todas las formas anteriores llámese altar de piedras, tabernáculo o templo.

Continuará…

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sábado, 7 de marzo de 2015

Primordialmente por las casas… ¿Y el templo? 6° parte



Primordialmente por las casas… ¿Y el templo?  6° parte
Por el hno. Víctor

Continuación…

Como decíamos previamente, a la manifestación de Dios en un lugar se le marcaba o señalaba como un santuario, o podía quedar allí como punto de testimonio de esa manifestación en forma de altar la mayor parte de las veces. Pero también el hombre usaría ese lugar como el sitio donde adorar a Dios y presentarle allí sus ofrendas y sacrificios de animales. Estaba en manos de Dios aceptar o no aquel gesto y desde luego era importante quién edificara dicho altar, sobre todo por su relación con Él. Algunas veces Dios ordenó que se le edificaran altares, otras los hicieron los hombres y eran aceptados por Dios. Pero en definitiva lo que hacía diferente un altar de otro, o un santuario de uno que no lo era, estaba determinado por la aceptación de Dios comprobada por la manifestación de su Presencia en ellos.

El hombre nunca pudo contener esa Presencia en ningún sitio por sí mismo como para manipularla o trasladarla a su gusto. Lo que vemos que ocurrió con el tabernáculo y posteriormente con el templo no contradice esta realidad ya que el pueblo en el caso del tabernáculo, nunca se movió en el desierto sin que la nube que les cubría lo hiciera antes. Así que no movieron el tabernáculo a criterio propio. La Presencia de Dios se movería solo en los hombros de los sacerdotes y por mandamiento del Señor. Cualquier otra forma hacía encender su ira. Respecto al templo, los sacerdotes colocarían el Arca de la Alianza dentro del santuario en el Lugar santísimo y luego la Presencia de Dios vendría a llenarla.

Cabe destacar que por cierto, el primer templo-edificio que aparece narrado en las Escrituras no es en el pueblo de Dios, lo edifican las naciones paganas que quisieron hacerle una casa terrenal a sus dioses para que vivieran en ella. Así que el primer templo nombrado en la biblia es pagano (Jueces capítulo 9). Interesantemente mucho tiempo después los israelitas le llaman templo al sitio en que está el Arca de la Alianza esto es en Silo (1° Samuel 1: 9). Eso no tenía referencia con el templo-edificio pagano.  

Edificar una casa para Dios no significaba que la misma fuese su casa para que Él viviera y Salomón que la edificó lo comprendió muy bien (lea 1° Reyes 8: 27; 2° Crónicas 2: 5 y 6)
La idea de edificarle una casa no provino de Dios aunque no la descarta (1° Reyes 8: 17 y 18) con todo Dios más bien les pregunta de manera diríamos que sarcástica “¿Dónde está la casa que me habréis de edificar…?” (Isaías 66: 1).

De verdad, pensar en hacerle una casa al Dios del Universo no resulta cuerdo, y Él se los dice: “El cielo es mi trono y la tierra estrado de mis pies”. Ni siquiera los cielos mismos le pueden contener.  Aún así, Dios no les deja a ellos el criterio de cómo construirla sino que les da el diseño como lo había hecho siglos antes igualmente con el tabernáculo (1° Crónicas 28: 19)

Pensar que el hombre pudiera contener al Dios verdadero en un edificio es como querer meter al Sol en un bolsillo del pantalón.

La forma en cómo Dios trajo su Presencia a un cofre como el Arca de la Alianza trasciende nuestro entendimiento. De nuevo, los hombres no podemos manipular dicha Presencia, ni mucho menos introducirla a ningún sitio. En realidad llamarle casa de Dios a un sitio, fue más la manera de decir que su Presencia estaba allí, más no necesariamente que Dios viviera allí. Dios lo afirma categóricamente: “Él no habita en templos hechos por manos humanas” (Hechos 7: 48; 17: 24).

Así como su Presencia inentendiblemente estuvo en un cofre y no porque los hombres la depositaran allí como dijimos, de la misma manera la Presencia de Dios estaría inentendiblemente dentro del hombre mucho tiempo después y no por disposición de ningún hombre. Esto sería así al fin y al cabo porque el hombre sería un templo pero no hecho de manos humanas.

La Presencia de Dios hacía santo o sagrado un lugar, nunca a la inversa. Eso ocurrió hasta la cruz. Los hombres no podemos santificar nada por nosotros mismos. Los sacerdotes en la época del tabernáculo y posteriormente del templo -únicos con la posibilidad de manipular y servir en ellos- antes de poder ejercer su ministerio sacerdotal fueron limpiados, vestidos y ungidos con aceite; santificados (consagrados) para Dios (Éxodo 40: 9-15). Sin eso, no habrían podido santificar nada ni a nadie en el ejercer de su sacerdocio.

Para esta dispensación de la gracia que vivimos, Cristo por medio de su sacrificio y su Palabra, limpia al individuo y lo santifica. El hombre es hecho sacerdote, vestido con vestiduras espirituales nuevas y ungido por el Espíritu Santo. Sólo hasta ese momento puede santificar a otros en él, antes no (1° Corintios 7: 14). Los objetos ni tampoco los lugares como veíamos anteriormente, ya no están contemplados para este tiempo. ¿La razón? Ya no se necesitan.

La Presencia de Dios que podía manifestarse de diferentes maneras convertía a un sitio en: su santuario, un lugar santo, su casa temporal (Génesis 28: 16 y 17; 35: 6); o a una montaña  (Horeb, Éxodo 3: 5), o un sitio cualquiera (Josué 5: 14 y 15). Luego transformó al tabernáculo al que se le llamó templo o casa de Dios por estar en él el Arca de la Alianza (1° Samuel 1: 7, 9 y 24;  2: 22; 3: 3) y por último al templo mismo ubicado en un sitio (Jerusalén) marcado o elegido por Él para ser su santuario por encontrarse allí su Nombre y por contener igualmente al Arca de la Alianza. (Esdras 6: 12).

¿Qué vendría después? 

Continuará…

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