domingo, 26 de marzo de 2017

Paz en Tiempo de Tragedia. (1° parte)



Alexis, es un apreciado hermano con quien vivimos hace poco más de una década los primeros pasos de esta -en aquel entonces- nueva experiencia de iglesia en casa cuando un grupo de hermanos de diferentes denominaciones nos encontrábamos sedientos por el Señor, empezando apenas a comprender la realidad de un resurgimiento de su casa en que el señorío volvía a sus manos como un hecho.

Recientemente pasó por una prueba increíblemente difícil que renovó su vida. Paso a compartírselas con su permiso a manera de serie tal como él mismo la describe de su puño y letra, totalmente convencido de que impactará y edificará su vida así como lo ha hecho con todos aquellos quienes le conocemos.


Paz en Tiempo de Tragedia. (1° parte)

¿Es posible experimentar paz profunda bajo aflicción?

Enfrentar la amenaza de una enfermedad, un accidente automovilístico grave, un descalabre financiero o familiar, un desastre de la naturaleza o una crisis nacional; son algunas de las tragedias que unos u otros hoy debemos enfrentar. Podemos vivir con esperanza, con serenidad y atravesar estos valles tenebrosos impulsados por el gozo de Papá el cual es nuestra fuerza; y con su paz, la cual es trascendente, inexplicable y para cada hija (o) suyo.

Vivimos en un mundo caído. Dios mismo maldijo a la tierra: "Por cuanto le hiciste caso a tu mujer, y comiste del árbol del que te prohibí comer ¡maldita será la tierra por tu culpa!" Gn. 3:17. Es por eso que desde entonces, la existencia del ser humano experimenta el dolor y la muerte, en un claro proceso de involución, tanto en su cuerpo como en toda la creación. Jesús prometía a los suyos: "Yo les he dicho estas cosas para que en mí hallen paz. En este mundo afrontarán aflicciones, pero ¡anímense! Yo he vencido al mundo." -Jn. 16:33. ¡Este planeta aún es muy hermoso! Sin embargo, las aflicciones son parte del estado de guerra, propio de la vida de los cristianos, en un mundo al que no pertenecemos. Por lo cual, Cristo es la fuente donde hallamos paz. Si usted se considera hija (o) de Papá Dios, no se acomode mucho, estamos en territorio hostil, estamos en una guerra sobrenatural y sin tregua; pero no tema ¿Cómo pelea sus batallas cuando sabe que la guerra ya fue ganada?

La paz de Cristo, es de carácter celestial, diferente a la paz humana: "La paz les dejo; mi paz les doy. Yo no se la doy a ustedes como la da el mundo. No se angustien ni se acobarden." -Jn. 14: 27. Pablo apóstol, define esta paz como trascendente: "4 Alégrense siempre en el Señor. Insisto: ¡Alégrense! 5 Que su amabilidad sea evidente a todos. El Señor está cerca. 6 No se inquieten por nada; más bien, en toda ocasión, con oración y ruego, presenten sus peticiones a Dios y denle gracias. 7 Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, cuidará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús." Fil. 4: 4-7. Debemos cambiar el hábito de afanarnos, de angustiarnos, de entregarnos a la ansiedad, al estrés; por el hábito de la oración apasionada. Cada vez que nos asalta el afán, la angustia (así como el enojo, la depresión, etc.) caigamos de rodillas clamando, pidiendo y dando gracias. Esa acción de dependencia y Fe, detona la paz inexplicable de Dios. La expresión "cuidará sus corazones" (v.7) significa que esta paz nos rodea y protege, así como un poderoso ejército guarda una ciudad.

La fuente de esta paz sobrenatural es Dios. No sólo se trata de experimentar una sensación de serenidad frente a las aflicciones; sino que nuestra paz es una persona gloriosa, es Él, Papá muy dentro de nosotros. Y al asirlo a Él y elegirle en la práctica de vida, su presencia nos asegura su reposo interior, seguridad, esperanza. Pablo continúa diciendo:  "8 Por último, hermanos, consideren bien todo lo verdadero, todo lo respetable, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo digno de admiración, en fin, todo lo que sea excelente o merezca elogio. 9 Pongan en práctica lo que de mí han aprendido, recibido y oído, y lo que han visto en mí, y el Dios de paz estará con ustedes." Fil. 4:8, 9.

Naturalmente queremos vivir sin problemas, sin dolor, confortables y llenos de alegría siempre. Intuitivamente asociamos ese estado ideal, con vivir la paz de Dios. Entonces nos confundimos, porque la promesa del Señor es esta: ¡fortalecernos, protegernos, darnos esperanza y guía para atravesar la aflicción! No nos exime de ella. Nos promete su compañía cuando bajemos al valle de sombra y de muerte: "Y les aseguro que estaré con ustedes siempre, hasta el fin del mundo." Mt.28:20. “Aun si voy por valles tenebrosos, no temo peligro alguno porque tú estás a mi lado; tu vara de pastor me reconforta." -Sal. 23:4. Sí, vamos a atravesar valles donde la muerte amenaza y aún nos ataca y morimos. Debemos cambiar la perspectiva de la vida. Viajamos como si nuestro camino fuera un paseo en un jardín, en el que ocasionalmente nos toca pelear alguna batalla; no obstante, la realidad es que estamos enfrascados en una guerra continua y cruenta, contra un enemigo que no es de este mundo. Tome su lugar en esta lucha y defienda su trinchera día a día. Contamos con los recursos celestiales como soldados del Reino: "Las armas con que luchamos no son del mundo, sino que tienen el poder divino para derribar fortalezas." 2Co. 10:4

Consideremos tres armas sobrenaturales que nos aseguran victoria y paz:

Continuará…




domingo, 19 de marzo de 2017

La alabanza suprema (3° y última parte)



La alabanza suprema (3° y última parte)
Escrito autóctono

Continuación…

La alabanza suprema tiene que ver con “rajar” de Dios (Salmo 18: 46) de todas las formas. Es como “hacer porras” de nuestro Dios.

En realidad hay un universo de alabanza esperando que lo exploremos. En eso la creación nos gana según leímos en Job.

Ahora, no se trata que haga "vivas" de Dios porque hizo el sol, o cae la lluvia, o tiene aire para respirar. Nadie verá grande a su Dios por eso. La verdad es que cualquiera sin conocerle ni servirle recibe también dichos beneficios.

Pero ¿puede contarles lo que le está pasando ahora mismo de forma particular y maravillosa por ser Él su Dios y que no lo hace el dios de ellos con ellos? Eso ya haría la gran diferencia ¿no le parece?
  
Le aseguro que el gadareno al contar su historia después de ser alguien abandonado de todos y hasta temido, ahora al verle cuerdo y lleno de vida, muchos que le conocían podrían decir cuán afortunado era de haberse encontrado con alguien que sí pudo liberarle y cambió de forma tan impresionante su vida. Creo que a muchos les provocaba hasta envidia.

¿Es su vida la envidia de quienes le conocen por el Dios que usted tiene?

¿Qué puede usted decir de su Dios que sea verdaderamente extraordinario, fuera de lo normal pero que lo haya hecho con usted? En otras palabras, aquello que lo hace un testigo real de que Dios no solamente existe sino que obra palpablemente en usted.

Quizá que en medio de la necesidad y que a nadie le alcanza, a usted sí y que recibe el alimento en su mesa todos los días y está satisfecho; quizá que en medio de la angustia usted tiene paz, que en medio de la desesperanza usted si tiene genuina esperanza y la está disfrutando ahora mismo…; quizá que en medio del miedo y temor de salir a la calle que tienen todos, usted va y viene tranquilo porque Dios es su protector y guardaespaldas; quizá que entre tantas familias disfuncionales, usted tiene una familia que se ama, está unida y confía en el Señor. O podría ser que en medio del dolor de su cuerpo usted disfruta más allá del alivio de su carne. Tal vez que en tal o cual problema que desesperaría a cualquiera, usted halló propósito y vio a Dios actuar en su favor sobrenaturalmente. 

No sé, tanto y tan sorprendente podría contar de cómo le trata Dios a usted por el hecho de que usted es su hijo.

¿Ya ve como si es posible alabar en todo tiempo y de mil y una formas sin siquiera cantar afinadamente ni el feliz cumpleaños?

Pablo decía: hablen entre ustedes con salmos, con himnos y cánticos espirituales…  (Efesios 5: 19) Interesante que diga “hablen”.

Quizá porque es común que una letra impactante de una canción, fue primero una historia, una experiencia más allá de lo común antes de ser puesta en el pentagrama. Los salmos son testimonios y experiencias de los salmistas que vinieron posteriormente a ser cantos.

En ninguna manera este escrito está contra cantar o usar la música para alabar a Dios, evidentemente. Jamás podría, más cuando la música, el canto y la composición han sido parte de toda mi vida y lo sigue siendo. Pero estoy totalmente convencido de que Dios quiere ampliar nuestro rango de alabanza a solo cantar y usar música. Es un hecho.

Le invito a alabar a Dios, meditar en todas las formas que tiene a la mano y con las que puede hacerlo. Claro, y si de paso, como última opción, y si viene a su mente, a lo mejor y aparezca por allí una melodía en su corazón que elevar al Señor. 

Fin  

Próxima publicación: "Testimonio"


domingo, 12 de marzo de 2017

La alabanza suprema (2° parte)



La alabanza suprema (2° parte)
Escrito autóctono

Continuación…

Nunca nadie me habló de un glorioso culto de alabanza en que la música brillara por su ausencia.

Pero si todo lo que respira es motivado en la Palabra a alabar a Dios, entonces ¿cómo alaba a Dios una planta o una hormiga? Nunca he visto a un árbol cantar o a una mariposa tocar un instrumento. Tampoco a un gato o un perro "ministrar".  Lo cierto es que todos ellos alaban a Dios porque respiran, aún los peces mismos lo hacen. (Job 12: 7-9)
  
Bien, y yo que respiro, solo lo hago si hay música o me sé la última alabanza que está de moda.

Insisto, ¡qué cortos nos hemos quedado en cuanto alabar a Dios!

Hay quienes no saben que podrían alabar a Dios en sus trabajos, en la calle, mientras viajan, mientras van de compras, aún cuando hay problemas o se atraviesa la tormenta más terrible o se está en una cama enfermo… (“en todo tiempo” Salmo 34: 1).

Cualquiera nos tomaría por dementes si nos ponemos a cantar canciones en circunstancias como esas ¿no le parece? ¿Acaso no sería desequilibrado ponerse a cantar una canción o creer que es eso lo que nos pide Dios cuando nos quedamos sin trabajo, o nos cortan la luz, cuando muere un ser querido o quizá estando enfermos en una cama? Algún religioso le dirá que sí, que “sacrifique alabanza” aunque cantar sea lo último que le sale.

La Palabra bien define que una actitud de alegría es buena razón para cantar (Santiago 5: 13b) y por cierto, no es necesario estar en la mejor de las condiciones para mantener un corazón alegre y agradecido con Dios que nos inste a cantar conforme leemos en la propia experiencia del apóstol Pablo (Hechos 16: 24 y 25)

¡Qué cortos nos hemos quedado en alabar!

Si alabar a Dios es decir lo maravilloso que es Él y cuán grandes obras hace, creo que nos hemos dado más a la tarea de alabar, pero alabar a todo lo que no tiene nada que ver con Dios que a Dios.

Sí, alabamos a nuestro hijos frente a todos resaltando lo buenos que son en el estudio, alabamos a nuestros políticos cuando son las épocas de elecciones, alabamos a nuestra selección nacional de fútbol cuando gana a sus adversarios, alabamos nuestro vehículo contándole a todos lo bueno que nos salió y lo económico que es. Nos alabamos a nosotros mismos contándoles a todos lo exitosos que somos o las buenas decisiones que tomamos. Alabamos a nuestros líderes y a la iglesia en que estamos queriendo que todos vayan y vean como la Gloria de Dios sí que se manifiesta allí.

Alabamos, alabamos, alabamos… y no pedimos guitarra para hacerlo.

¿Me estoy explicando? ¡Qué cortos nos hemos quedado en alabar!


Continuará…