Alexis, es un apreciado
hermano con quien vivimos hace poco más de una década los primeros pasos de
esta -en aquel entonces- nueva experiencia de iglesia en casa cuando un grupo
de hermanos de diferentes denominaciones nos encontrábamos sedientos por el Señor,
empezando apenas a comprender la realidad de un resurgimiento de su casa en que
el señorío volvía a sus manos como un hecho.
Recientemente pasó por una
prueba increíblemente difícil que renovó su vida. Paso a compartírselas con su
permiso a manera de serie tal como él mismo la describe de su puño y letra,
totalmente convencido de que impactará y edificará su vida así como lo ha hecho
con todos aquellos quienes le conocemos.
Paz en Tiempo de Tragedia. (1° parte)
¿Es posible experimentar paz profunda bajo aflicción?
Enfrentar la amenaza de una enfermedad, un accidente automovilístico
grave, un descalabre financiero o familiar, un desastre de la naturaleza o una
crisis nacional; son algunas de las tragedias que unos u otros hoy debemos
enfrentar. Podemos vivir con esperanza, con serenidad y atravesar estos valles
tenebrosos impulsados por el gozo de Papá el cual es nuestra fuerza; y con su
paz, la cual es trascendente, inexplicable y para cada hija (o) suyo.
Vivimos en un mundo caído. Dios mismo maldijo a la tierra: "Por
cuanto le hiciste caso a tu mujer, y comiste del árbol del que te prohibí comer
¡maldita será la tierra por tu culpa!" Gn. 3:17. Es por eso que desde
entonces, la existencia del ser humano experimenta el dolor y la muerte, en un
claro proceso de involución, tanto en su cuerpo como en toda la creación. Jesús
prometía a los suyos: "Yo les he dicho estas cosas para que en mí hallen
paz. En este mundo afrontarán aflicciones, pero ¡anímense! Yo he vencido al
mundo." -Jn. 16:33. ¡Este planeta aún es muy hermoso! Sin embargo, las
aflicciones son parte del estado de guerra, propio de la vida de los
cristianos, en un mundo al que no pertenecemos. Por lo cual, Cristo es la
fuente donde hallamos paz. Si usted se considera hija (o) de Papá Dios, no se
acomode mucho, estamos en territorio hostil, estamos en una guerra sobrenatural
y sin tregua; pero no tema ¿Cómo pelea sus batallas cuando sabe que la guerra
ya fue ganada?
La paz de Cristo, es de carácter celestial, diferente a la paz humana:
"La paz les dejo; mi paz les doy. Yo no se la doy a ustedes como la da el
mundo. No se angustien ni se acobarden." -Jn. 14: 27. Pablo apóstol,
define esta paz como trascendente: "4 Alégrense siempre en el Señor.
Insisto: ¡Alégrense! 5 Que su amabilidad sea evidente a todos. El Señor está
cerca. 6 No se inquieten por nada; más bien, en toda ocasión, con oración y
ruego, presenten sus peticiones a Dios y denle gracias. 7 Y la paz de Dios, que
sobrepasa todo entendimiento, cuidará sus corazones y sus pensamientos en
Cristo Jesús." Fil. 4: 4-7. Debemos cambiar el hábito de afanarnos, de
angustiarnos, de entregarnos a la ansiedad, al estrés; por el hábito de la
oración apasionada. Cada vez que nos asalta el afán, la angustia (así como el
enojo, la depresión, etc.) caigamos de rodillas clamando, pidiendo y dando
gracias. Esa acción de dependencia y Fe, detona la paz inexplicable de Dios. La
expresión "cuidará sus corazones" (v.7) significa que esta paz nos
rodea y protege, así como un poderoso ejército guarda una ciudad.
La fuente de esta paz sobrenatural es Dios. No sólo se trata de
experimentar una sensación de serenidad frente a las aflicciones; sino que
nuestra paz es una persona gloriosa, es Él, Papá muy dentro de nosotros. Y al
asirlo a Él y elegirle en la práctica de vida, su presencia nos asegura su
reposo interior, seguridad, esperanza. Pablo continúa diciendo: "8 Por último, hermanos, consideren bien
todo lo verdadero, todo lo respetable, todo lo justo, todo lo puro, todo lo
amable, todo lo digno de admiración, en fin, todo lo que sea excelente o
merezca elogio. 9 Pongan en práctica lo que de mí han aprendido, recibido y
oído, y lo que han visto en mí, y el Dios de paz estará con ustedes." Fil.
4:8, 9.
Naturalmente queremos vivir sin problemas, sin dolor, confortables y
llenos de alegría siempre. Intuitivamente asociamos ese estado ideal, con vivir
la paz de Dios. Entonces nos confundimos, porque la promesa del Señor es esta:
¡fortalecernos, protegernos, darnos esperanza y guía para atravesar la
aflicción! No nos exime de ella. Nos promete su compañía cuando bajemos al
valle de sombra y de muerte: "Y les aseguro que estaré con ustedes siempre,
hasta el fin del mundo." Mt.28:20. “Aun si voy por valles tenebrosos, no
temo peligro alguno porque tú estás a mi lado; tu vara de pastor me
reconforta." -Sal. 23:4. Sí, vamos a atravesar valles donde la muerte
amenaza y aún nos ataca y morimos. Debemos cambiar la perspectiva de la vida.
Viajamos como si nuestro camino fuera un paseo en un jardín, en el que
ocasionalmente nos toca pelear alguna batalla; no obstante, la realidad es que
estamos enfrascados en una guerra continua y cruenta, contra un enemigo que no
es de este mundo. Tome su lugar en esta lucha y defienda su trinchera día a
día. Contamos con los recursos celestiales como soldados del Reino: "Las
armas con que luchamos no son del mundo, sino que tienen el poder divino para
derribar fortalezas." 2Co. 10:4
Consideremos tres armas sobrenaturales que nos aseguran victoria y paz:
Continuará…