Conversaciones de iglesia (12º Parte)
Escrito autóctono
Continuación…
¿Por qué, NO? Porque la verdad, conviene
que las cosas permanezcan como están y dejar que el Espíritu de Dios liberte a
los que Él quiera, para los propósitos que Él quiera.
¿Qué
quiere decir esto?
Cualquiera
puede leer razones y terminar convenciéndose, pero salirse de donde está por el
solo hecho de haber adquirido información, no hace nada en él, de hecho
puede más bien perjudicarlo.
Tampoco
deberíamos nosotros andar sacando a nadie de su forma de entender
tradicionalmente la iglesia, porque es hacerle un daño y eso es pecado ante el
Señor. Es como sacar a un pez del agua y dejarle a la intemperie ahogándose;
porque aunque respira oxígeno, su cuerpo biológicamente no está adaptado para
respirarlo fuera del agua. El único que puede y sabe brindarle “el oxígeno” que
necesita para sobrevivir fuera de “su agua” es Dios, pues Él le puede trasladar
a otro ambiente sin que peligre.
Nuestra
labor ha de mostrar el camino como lo define la Palabra para bien de aquellos a
los que el Señor llame fuera. Insisto, esto es algo dirigido a los que el Señor
llame o esté llamando fuera.
Sacar
a alguien de la iglesia tradicional cristiana por voluntad humana convenciéndole
con argumentos fuertes, es crear zombis, aunque dichos argumentos sean válidos. La
Vida y Verdad de Dios en alguien es un asunto del Padre, del Hijo y del
Espíritu, donde nosotros no tenemos injerencia alguna aunque hayamos recibido
revelación por su gracia y misericordia. La revelación de la Vida de Dios es
personal e intransferible. No se puede implantar en nadie por medios humanos. Aunque
lo intentemos de cualquier manera, el Espíritu de Vida que tiene la revelación
de Dios no se puede manipular ni reproducir en ninguna persona. Simplemente no
podemos, así como no nos es posible resucitar un muerto.
La
reacción lógica de quien no comprende o que solo ha recibido información, es
juzgar. Juzgar a quienes le enseñaron toda su vida y juzgar a los que le
enseñan ahora. Es algo que no podemos evitar. Por eso la Palabra nos llama a
ser tolerantes y aún a perdonar. Esto porque lo que tenemos por su gracia, no
nace de nosotros, sino que somos llevados misericordiosamente por el Espíritu
de Dios a esta su revelación. Tan solo sentimos en algún momento que algo no compaginaba
con lo que vivíamos cristianamente hablando y pedimos a Dios su ayuda y Él que
es tan compasivo acudió.
Se
ha preguntado, ¿dónde iría la gente si les sacamos de sus sistemas sin que
hayan tenido revelación de parte de Dios? Es más peligroso eso que el que
permanezcan allí.
Sinceramente
y aunque manipulado, el sistema les ofrece alguna oportunidad de conocer del
Señor y como sea, los niños, los jóvenes y las familias en general es lo único
que tienen, lo que es mejor que nada.
No
estoy desmeritando lo que el entender la iglesia tradicionalmente de esa forma ha
sido por siglos por el simple hecho de hacerlo, o como alguien malagradecido
que no valore los años en que fue parte de ese medio, porque sin lugar a dudas,
las experiencias vividas allí durante mucho de mi vida, fueron muy
enriquecedoras en conocimiento y relación con hermanos que todavía hoy están
vigentes. Si existen cosas valorables que inclusive marcaron mi vida de manera
positiva fueron esas.
He
mencionado en otras ocasiones que no hay pecado en congregarse en una iglesia
tradicional cristiana. (Cualquier hermano de una de esas iglesias que lea esto
pensará que ¡qué gran atrevimiento el
mío de decir tal cosa!, porque desde su perspectiva en su vivir de iglesia más
bien es al revés). Perdóneme el hermano, pero no comprenderá mis palabras estando
dentro.
Para
hermanos y amigos de la iglesia tradicional que me conocen y saben en lo que
estoy, ver mi vida les ha convencido a no juzgarme comprendiendo que Dios no se
encasilla para hacer las cosas de manera tal o cual. Saben que estoy bien y también
ellos a su vez se sienten bien como están. No lo pongo en duda, sinceramente. Conozco
hermanos muy comprometidos, genuinos en Dios, que están y son parte de la
iglesia tradicional. El sistema no ha logrado dañar su relación con Dios pues
Él les ha guardado. Tenemos comunión porque a la verdad somos de los mismos, es
decir pertenecemos al cuerpo de Cristo y el mismo Espíritu que les trata a
ellos es el mismo que me trata a mí. La misma sangre nos limpió y el mismo
Señor nos sostiene y vendrá por nosotros.
He
entendido que Dios tiene un pueblo único y trata con su pueblo donde quiera
esté. Dentro o fuera del sistema que los hombres empoderaron llamándolo “iglesia”.
Por lo tanto su interés no es el sistema en sí, eso es humano y carnal y Él no
tiene relación con eso, pero sí tiene total relación con quienes son suyos.
Continuará…