sábado, 21 de noviembre de 2015

Conversaciones de iglesia (11º Parte)



Conversaciones de iglesia (11º Parte)
Escrito autóctono

Continuación…


¿Nos debe preocupar que millones entiendan la iglesia de una forma errada?

y No. ¿Y esa ambigüedad?

¿Por qué, SÍ? Porque lamentablemente la forma de iglesia que conocemos, se ha vendido a sí misma a tal nivel, que crea dependencia so pena de condenación. Eso ya es muy grave. Por un lado las personas creen que no hay nada más cerca de Dios que estar involucrado con una iglesia, lo que a muchos les ayuda a sobrellevar sus “cargos de conciencia”. De no estarlo, inmediatamente entran en un estado de culpabilidad descomunal porque les han enseñado toda la vida que eso es sinónimo de no congregarse, lo que representa clara desobediencia a la Palabra. Además tienen sobre ellos la presión de los demás feligreses que les señalan por el “sacrilegio” de no “ir a la iglesia”; les condenan y les hacen a un lado juzgándolos. Enfrentarlo les hace en muchísimos casos alejarse totalmente de la comunión con Dios. Se sienten como fuera del redil, creen quedar expuestos al diablo y por lo tanto se ven inducidos a caer en el pecado. De allí que muchos no regresarán nunca a las cosas de Dios. 

¡Qué mal hace realmente esa forma de comprender la iglesia! Estando fuera, no se sienten ya que son iglesia porque por alguna fórmula demoníaca muy efectiva que les implantaron, se tragaron que no se puede ser iglesia fuera de la iglesia. ¡Qué enredo! Claro, porque al haber dos formas de asimilar la iglesia -según aprendieron-,… se quedan con la peor.

Encima se tiene la mala formación de toda la vida referente a la dependencia del sistema iglesia, la cual es otro de los grandes problemas. La persona se siente incapaz de continuar con su vida de oración o conocimiento de la Palabra o de contribución económica a la obra, porque son dinámicas que practicaba principalmente mientras permanecía en la iglesia. Lógicamente se enfría porque tristemente fue formada necesitando sus líderes para que le guiaran y le enseñaran. Estaba sujeta a programas y fechas para poder desarrollar fielmente cada uno de los procesos mencionados. 

Si a todo esto le sumamos la situación de vida social que significa estar en una iglesia y al quedar fuera se les trunca por completo, entonces es claro que el asunto se torna inmanejable. Para colmo, pesa también que si por alguna razón hay la posibilidad de pensar diferente, les significa condenación porque igualmente así fueron enseñados. Todo fuera de la iglesia -les dicen- es pecado, y otra forma de entender las cosas representa un engaño seguro, una secta, una herejía.

Note cuán serio es el asunto.

Todos estos factores y cualquiera que se desprenda de ellos, vienen a raíz de dicha deplorable forma de comprender la iglesia. Las personas se encuentran en un laberinto del cual no pueden salir solo y únicamente si Dios revela a su corazón la Verdad. Se darán cuenta que esa Verdad no compagina con lo que les enseñaron y aprendieron toda la vida.

Pero un momento; no fueron enseñados así en la mayoría de los casos como un acto de mala fe. Tan solo es la tradicional forma de ser enseñados que se ha legado de generación en generación. A sus líderes igualmente les formaron de esa manera quienes también lo hicieron con ellos. Y así, simple y sencillamente logra una filosofía mantenerse en pie.

Realmente es una situación alarmante. A muchos les toma años desintoxicarse de farsas y doctrinas manipuladas que les marcó hasta las entrañas. ¡Qué lamentable que pase eso porque el Evangelio genuino nunca fue para tal cosa! Como muy bien se dijo: “es más fácil engañar a alguien que sacarlo de su engaño”.

¡Oh, por Dios!, si pudieran salir de la pecera mental del sistema, entonces verían un lago. Si pudieran percibir que el brazo del Señor es más poderoso y suficiente para sostenerles…; Si pudieran comprender que el Señor tiene su pueblo por  todas partes edificándose y no solo un grupo encerrado en un edificio; si tan solo pudieran entenderse en Dios, saber quienes son y lo que tienen, entonces conocerían que no hay forma de salirse de la iglesia del Señor porque permanecen en ella las 24 horas del día (eternamente) porque la iglesia no es ningún edificio ni ningún grupo denominacional. Si supieran que el Espíritu no ha dejado de ser nuestro maestro y abre cada día su Palabra a nuestros corazones cuando nos sentamos a sus pies. Si pudieran comprender la maravilla de saberse casa del Señor, por lo tanto la gloria de Dios está y va con ellos a todas partes. Si pudieran darse cuenta las tantas oportunidades que Dios nos dejó para bendecir a muchos pero principalmente a nuestros hermanos en la fe que padecen necesidad, porque para ellos destinó el Señor la mayor parte de los recursos conforme a su Palabra. Se podrían enterar que verdaderamente hay una familia maravillosa de santos redimidos que está dispersa en todo lugar esperándoles para edificarse como uno con ellos.

Pero estas son cosas que no se pueden solo saber porque uno las lee, deben ser reveladas en el poder del Espíritu con que están impregnadas, para realmente ser comprendidas. Y eso solo Dios el Padre puede hacerlo en los corazones que se encuentren abiertos. Si ellos estuvieran dispuestos a negarse a todo lo que saben y creen comprender, entonces se caería el velo y Dios les enseñaría. Se requiere nada para que Dios comience a hacer su obra.

Al punto de la nada  en el corazón, voluntad, mente; para que Dios diga de nuevo: “Sea la Luz”.

Continuará…