Conversaciones de iglesia (11º Parte)
Escrito autóctono
Continuación…
¿Nos debe preocupar que millones entiendan
la iglesia de una forma errada?
Sí y No. ¿Y esa ambigüedad?
¿Por qué, SÍ? Porque lamentablemente la
forma de iglesia que conocemos, se ha vendido a sí misma a tal nivel, que crea
dependencia so pena de condenación. Eso ya es muy grave. Por un lado las
personas creen que no hay nada más cerca de Dios que estar involucrado con una
iglesia, lo que a muchos les ayuda a sobrellevar sus “cargos de conciencia”. De
no estarlo, inmediatamente entran en un estado de culpabilidad descomunal
porque les han enseñado toda la vida que eso es sinónimo de no congregarse,
lo que representa clara desobediencia a la Palabra. Además tienen sobre ellos
la presión de los demás feligreses que les señalan por el “sacrilegio” de no “ir
a la iglesia”; les condenan y les hacen a un lado juzgándolos. Enfrentarlo les
hace en muchísimos casos alejarse totalmente de la comunión con Dios. Se sienten
como fuera del redil, creen quedar expuestos al diablo y por lo tanto se ven
inducidos a caer en el pecado. De allí que muchos no regresarán nunca a las
cosas de Dios.
¡Qué
mal hace realmente esa forma de comprender la iglesia! Estando fuera, no se
sienten ya que son iglesia porque por alguna fórmula demoníaca muy efectiva que
les implantaron, se tragaron que no se puede ser iglesia fuera de la iglesia.
¡Qué enredo! Claro, porque al haber dos formas de asimilar la iglesia -según
aprendieron-,… se quedan con la peor.
Encima
se tiene la mala formación de toda la vida referente a la dependencia del
sistema iglesia, la cual es otro de los grandes problemas. La persona se siente
incapaz de continuar con su vida de oración o conocimiento de la Palabra o de
contribución económica a la obra, porque son dinámicas que practicaba principalmente
mientras permanecía en la iglesia. Lógicamente se enfría porque tristemente fue
formada necesitando sus líderes para que le guiaran y le enseñaran. Estaba
sujeta a programas y fechas para poder desarrollar fielmente cada uno de los procesos
mencionados.
Si
a todo esto le sumamos la situación de vida social que significa estar en una
iglesia y al quedar fuera se les trunca por completo, entonces es claro que el
asunto se torna inmanejable. Para colmo, pesa también que si por alguna razón
hay la posibilidad de pensar diferente, les significa condenación porque
igualmente así fueron enseñados. Todo fuera de la iglesia -les dicen- es
pecado, y otra forma de entender las cosas representa un engaño seguro, una
secta, una herejía.
Note
cuán serio es el asunto.
Todos
estos factores y cualquiera que se desprenda de ellos, vienen a raíz de dicha deplorable
forma de comprender la iglesia. Las personas se encuentran en un laberinto del
cual no pueden salir solo y únicamente si Dios revela a su corazón la Verdad. Se
darán cuenta que esa Verdad no compagina con lo que les enseñaron y aprendieron
toda la vida.
Pero
un momento; no fueron enseñados así en la mayoría de los casos como un acto de
mala fe. Tan solo es la tradicional forma de ser enseñados que se ha legado de
generación en generación. A sus líderes igualmente les formaron de esa manera
quienes también lo hicieron con ellos. Y así, simple y sencillamente logra una filosofía mantenerse en pie.
Realmente
es una situación alarmante. A muchos les toma años desintoxicarse de farsas y
doctrinas manipuladas que les marcó hasta las entrañas. ¡Qué lamentable que
pase eso porque el Evangelio genuino nunca fue para tal cosa! Como muy bien se
dijo: “es más fácil engañar a alguien que sacarlo de su engaño”.
¡Oh,
por Dios!, si pudieran salir de la pecera mental del sistema, entonces verían
un lago. Si pudieran percibir que el brazo del Señor es más poderoso y suficiente
para sostenerles…; Si pudieran comprender que el Señor tiene su pueblo por todas partes edificándose y no solo un grupo
encerrado en un edificio; si tan solo pudieran entenderse en Dios, saber
quienes son y lo que tienen, entonces conocerían que no hay forma de salirse de
la iglesia del Señor porque permanecen en ella las 24 horas del día (eternamente)
porque la iglesia no es ningún edificio ni ningún grupo denominacional. Si
supieran que el Espíritu no ha dejado de ser nuestro maestro y abre cada día su
Palabra a nuestros corazones cuando nos sentamos a sus pies. Si pudieran
comprender la maravilla de saberse casa del Señor, por lo tanto la gloria de
Dios está y va con ellos a todas partes. Si pudieran darse cuenta las tantas
oportunidades que Dios nos dejó para bendecir a muchos pero principalmente a
nuestros hermanos en la fe que padecen necesidad, porque para ellos destinó el
Señor la mayor parte de los recursos conforme a su Palabra. Se podrían enterar
que verdaderamente hay una familia maravillosa de santos redimidos que está
dispersa en todo lugar esperándoles para edificarse como uno con ellos.
Pero
estas son cosas que no se pueden solo saber porque uno las lee, deben ser
reveladas en el poder del Espíritu con que están impregnadas, para realmente ser
comprendidas. Y eso solo Dios el Padre puede hacerlo en los corazones que se
encuentren abiertos. Si ellos estuvieran dispuestos a negarse a todo lo que
saben y creen comprender, entonces se caería el velo y Dios les enseñaría. Se
requiere nada para que Dios comience a hacer su obra.
Al
punto de la nada en el corazón,
voluntad, mente; para que Dios diga de nuevo: “Sea la Luz”.
Continuará…