viernes, 31 de octubre de 2014

“…Te invito a mi iglesia…” (Cristianos reciclados) 2° parte



“…Te invito a mi iglesia…” (Cristianos reciclados)
2° parte de 3
Escrito autóctono

Continuación…

Pregunto: ¿Qué pasa? ¿Por qué tanta insistencia? ¿Acaso nos toca llenar la que decimos es  nuestra iglesia con otros cristianos, o pretendemos un grado honorífico dentro de ella por cada desdichado sin fundamento que logramos seducir y traer con nosotros?

Sinceramente esto no ha producido más que un reciclaje de gente que va de un lugar a otro y muchos se desengañan o terminan por no creer en nada aislándose sin más ni más.  Hemos sido profesionales en vender la idea de que inclusive existe una iglesia para cada quien, en donde se puede “crecer mejor” por lo que si la suya no le satisface, busque otra en donde le caliente mejor el sol y ¡por cierto!, ... "le ofrezco la mía...".  Muchos hasta buscan un cierto menú de mensajes que no les confronte con el pecado pero que sí les asegure el cielo. Una iglesia a la medida. “Confort” cristiano. Y eso hace la gente.

Así  mismo conozco “iglesias” que por décadas permanecen de igual tamaño, pero con diferentes miembros. Tan solo unos pocos “fieles” a la manera de dinosaurios se mantienen allí. Lamentándose porque otros les ganaron a sus miembros, terminan entonces por llamarse -como para salvar la imagen-, “iglesias misioneras” pues cambiaron a todos los que pasaron por allí y ahora son cristianos “maduros” que sirven al Señor en otras iglesias.

¡Qué cuadro! ¡Qué necio e improductivo juego sin fin!

Otras iglesias de esas, “si rompieron el cascarón” y tomaron “más provecho” de sus miembros pues no solo lograron cautivar más sus necesitadas almas, sino que cautivaron de mejor manera también sus billeteras, lo que les permitió edificar grandes y ostentosos sitios consagrados que albergan a más personas, sin importar que fuesen cristianos de otras iglesias. Eso claro está, trajo también mejor nivel económico a sus líderes principales que disfrutan más de la “bendición de Dios”

Río revuelto, ganancia de pescadores -dice el refrán-. Y como todo, entre uno y otro cristiano que se apropian, se “enganchan” a algún inconverso.

Lo que digo no es invento; lo viví, lo miré, continúa ocurriendo y las estadísticas serias de muchas organizaciones lo confirman. Si preguntas al vecino o al compañero de trabajo, es muy posible que “haya estado en alguna iglesia cristiana” y quizá hasta fue líder. Quienes se declaran abiertamente y continúan allí, al menos en nuestro país (Costa Rica) en los años 80 se hablaba de hasta un 25%, pero hoy casi 40 años después se retrocedió a un 15%. Como quiera que se vea, tanto trabajo, tantos esfuerzos hechos, tanta labor “evangelística” y tantos miles de millones de dólares invertidos, no suben la taza porcentual. Estudios realizados definen que así como han ingresado personas a las iglesias cristianas, también han desertado por montones saliéndose por “la puerta de atrás”. De acuerdo a los números, parece que muchos de esos desertores más bien arrastran tras sí a algunos que se mantenían dentro repitiendo en gran cantidad de casos una vez más el ciclo. Reciclaje de personas.

Los “inteligentes” del modelo, saben “asegurar con candado” la puerta de atrás manteniendo así un poco más la gente, pero algunos se salen por las ventanas.

En fin, se sigue en la “fiel carrera” de “te invito a mi iglesia”.

¿Qué pensará Dios de verles sumidos en esa vagabundería?

No sé, quizá lo que usted y yo pensamos cuando vemos a las hormigas en un ciclo interminable de sobrevivencia. Están allí y no nos preocupa si comen o no, si pierden su fila o no. Simplemente hacen lo que hacen todas las hormigas en el mundo desde la creación y lo seguirán haciendo hasta que todo acabe.

¿Sabe?, Dios está en su asunto, Dios tiene su reino, Dios lleva adelante su propósito y terminará su trabajo. Y aunque le parezca increíble, en ello no está contemplada la figura tradicional de la iglesia que nosotros los hombres concebimos y es práctica de millones de cristianos.

¿Seguro que sabe dónde está la iglesia?

Lo que le diré a continuación le podría sonar extraño o revelador pero es radical. Por eso le hago de nuevo la pregunta: ¿puede hallar la iglesia?

Le diré que tan imposible saber su ubicación y palparla como imposible hallar y tocar la vida que usted posee. La vida que le asiste y que le permite estar vivo como a cualquier ser humano, está dentro suyo, en alguna parte, pero ¿puede saber dónde como para que usted u otra persona pueda atraparla o tocarla literalmente con sus manos?

Continuará…


viernes, 24 de octubre de 2014

"...Te invito a mi iglesia..." (Cristianos reciclados) 1° Parte de 3



"...Te invito a mi iglesia..." (Cristianos reciclados) 
1° parte de 3
Escrito autóctono

“… para apacentar la iglesia del Señor, la cual él ganó por su propia sangre.” Hechos 20: 28b

¿Ha escuchado la expresión: “Te invito a mi iglesia”? ¿Se la ha dicho a alguien?

Me avergüenza decirlo: Yo también lo hice.

Pero… ¿Tenemos conciencia real de lo que estamos diciendo?

Hace un tiempo alguien me dijo: “te invito a mi iglesia”. Realmente no fue aquella invitación bonita de: “ven gózate con nosotros y conoce a otros hermanos en la fe”, sino la que tiene la intención oculta que todos sabemos que está allí pero nadie dice de: “sí, si, lo tuyo está bonito pero ven a la mía para que conozcas una iglesia de verdad”. Para colmo… una iglesia tradicional.

Me dio coraje “santo”.

Por respeto y tolerancia no le mostré mi incomodidad a esa persona, pero por poco y le pregunto que si era miembro activo del MRC (movimiento de reciclaje de cristianos).

Lo digo porque quien me presentara tan burda invitación, me conoce de mucho tiempo, mira y sabe que soy un creyente temeroso de Dios que está en pleno sirviendo a mis hermanos… Entonces, ¿qué pretende con invitarme a su iglesia? De hecho para él lo único bueno que hay en el universo son sus cultos.  No cree una palabra de lo que le digo de mi práctica de iglesia aunque lo autentica con su boca. Mejor se sincerara y lo dijera directamente. Si su argumento fuese firme como una roca basado en la Palabra, reconsideraría su invitación. Lamentablemente no lo tiene. Titubea ante mis ponencias y termina justificándose con argumentos humanos o religiosos porque no tiene donde apoyarse en la Escritura. Aquella conversación fue eso, una conversación. No discutimos más por respeto mutuo que otra cosa. Hubiese quedado como un diálogo de diferentes criterios hasta que apareció la mentada invitación esa fuera de lugar. Entre una y otra cosa que nos dijimos, estuve a punto de exhortarle con amor: “hermano, si quiere llenar su “buena iglesia”…, eche un vistazo a todos los que nos rodean; ¿por qué pierde el tiempo conmigo si sabe que soy creyente y ya pertenezco a la iglesia del Señor?”.

Sinceramente, eso de andar “sustrayendo ovejas”, me parece una manía muy desagradable. Solo que aquí no topó con un calentabancas, ni con un neófito - modestia aparte-.

La experiencia me animó a tratar más ampliamente el trasfondo del tema.

La expresión -según recuerdo cuando yo la decía-, conllevaba en sí un poco de digamos “buena intención” al menos por asegurarnos que todos pertenecieran a una iglesia diríamos que sanita. El problema es que ninguna fuera de la personal parecía serlo.  

Por un lado estuvimos convencidos de que aunque no estábamos en la iglesia perfecta, era la mejor. O como decían algunos: la menos mala. Pero a la verdad lo que teníamos era un desconocimiento total de la Palabra que no presenta por ninguna parte una iglesia mala o más o menos buena. La iglesia del Señor es la iglesia y nada más. Las imitaciones son las que sí resultan bastante malas y por cierto extremadamente peligrosas.

Por otro, quisimos que todos se convencieran de que la nuestra era exactamente la que ellos necesitaban pues la que tenían hasta ese momento realmente no daba la talla a cabalidad “con lo que el Señor mandaba”, concluíamos. Intentábamos mostrarles “la maravilla de iglesia que teníamos”, lo “centrados en la Palabra que estábamos”, “cómo fuimos cambiados para bien desde que llegamos a esa iglesia”, “El mover de Dios permanente que experimentábamos en ese lugar”,  “nuestros inmaculados líderes que prácticamente gobernaban bajo la sabiduría de Dios” sentados a su diestra, y más bla, bla, bla. Nos sentíamos felices por creer que hacíamos crecer el reino del Señor cuando persuadíamos a alguien de venir con nosotros.

Por alguna razón, no sé si por lavado de cerebro o qué, creíamos que salvábamos gente llevándolos a nuestras trincheras. A los líderes en su mayoría por supuesto no les incomodaba ni entonces ni ahora, pues entre más grande la membrecía, más respuesta económica y éxito ministerial.

Y es que nos lanzábamos a una cacería de personas como si fuese una competencia. Tanto así que comprendía no solo inconversos; también incluía a otros cristianos de otras iglesias que queríamos “halar” hacia la nuestra. Una gran mayoría se dedicaban solo a “halar” hermanos. Al fin y al cabo ya estaban encaminados en el Señor y representaban menos trabajo en bregar con argumentos incómodos.

Y eso tristemente no ha dejado de ser.  

Continuará…


viernes, 17 de octubre de 2014

Meditaciones sobre adoración (2° parte y última)


Meditaciones sobre adoración
(2° parte de 2)
Escrito autóctono

Continuación…


Lo expongo de otra manera.

Estuve soltero hasta que me casé; es decir, no puedo vivir como casado sin haber dado el sí. No puedo vivir como soltero después de ese sí. Haga lo que haga, cualquier cosa, estoy casado. No lo estoy solo cuando participo en intimidad de matrimonio con mi esposa, lo sigo estando aunque nos separe medio mundo de distancia. Ella es la única que tiene el estatus de esposa aunque halla otras mujeres alrededor. Estoy casado, es mi condición.

La adoración entonces es una condición, un estado de vida. La música no es preponderante en esa condición.

Soy adorador no porque cante bien, o porque sea un virtuoso en un instrumento musical que haga “llorar” a los oyentes cuando me escuchan cantar o tocar. Las lágrimas y los sentimientos más profundos pueden salir a brote producidas igualmente por cantante o músico que no es ni siquiera creyente.

Tampoco soy adorador porque tenga cierto perfil de adorador que alguna mercadotecnia patentó.

No tengo nada contra la música; no podría, es parte de mi vida y la disfruto plenamente, pero he de dejar en claro cuán importante o imprescindible es ella para mi adoración, o más bien cuanto he permitido que mi adoración dependa de su presencia o no. Quiero dejar por sentado que no debemos limitar nuestra adoración a que haya música o canto. Debemos permitirle al Espíritu de Dios que nos enseñe a expresarnos en toda la gama de la adoración de la cual la música o el canto podrían ser tan solo una pequeña parte de entre toda esa gama. Es imprescindible que crezcamos y vallamos más allá. Es imprescindible explorar en la Palabra la infinidad de formas de adoración que ella muestra para nuestro provecho, sin que le impongamos música y canto a todo. La única forma de saber cuán dependiente estamos del pentagrama, es si podemos adorar de cuantas formas seamos inspirados sin que esté presente. No estoy llamando a que eliminemos la música de la adoración, solo a que nos abramos a nuevas formas de adorar que no dudo el Padre apreciará. Me llama poderosamente la atención como los seres vivientes del cielo no cesan de decir de día y de noche a Dios “Santo, santo, santo es el Señor Dios Todopoderoso, el que era, el que es, y el que ha de venir”. ¿Notas como aquí no dice “cantan Santo, Santo, Santo...”?. Si lo vemos humanamente hablando, nos parecería un disco rayado, pero ¿qué profundidad y amplitud de adoración hay en esa sola expresión en que ni siquiera existe la música o el canto?. ¡Cuán hermosa y sobrenatural capacidad deben tener esos seres para cantar!, pero ni siquiera está en su “repertorio” del Santo, Santo, Santo adorar cantando. De nuevo nos hemos quedado cortos…

Y algo más para meditar -hablando de adoradores genuinos-, es que no hay tantos en esa condición. Realmente no surgen a granel. Si el Padre los busca, es porque no están tan a la mano. Hablar de una “generación de adoradores” porque todo el mundo adora lindo en los congresos de alabanza y adoración o en las reuniones de hermanos, levantando las manos, cerrando los ojos y concentrados en cantar las letras poniendo en ello todo su sentimiento y corazón con coros de exquisita armonía, no me dice que toda esa cantidad de personas sean adoradores de verdad. Tampoco porque la adoración llegó a convertirse casi en una moda surgiendo equipos de alabanza con expositores impresionantes en canto y música cada nada a diestra y siniestra.

La respuesta es simple. No es fácil encontrar corazones verdaderamente rendidos a Dios.

Aquellos que se dicen ser adoradores modernos porque cantan bien o tocan con virtuosidad un instrumento, hay que verles en el diario vivir, lejos de las tarimas, amplificadores, instrumentos, luces y bullicio de las masas, a ver si reconocen a Dios genuinamente en sus vidas y estas se mantienen postradas, entregadas y humilladas ante Él durante las situaciones más normales, comunes y cotidianas. Hay que ver si sus compañeros de trabajo o sus vecinos pueden testificar de ellos si son lo que dicen ser. Más, no pongamos solo músicos y cantores en la lista. La observación también va dirigida para cualquiera que lea y a quien jamás le pasó por la mente involucrarse en la música o el canto.

Otra cosa, NO existen “fábricas” para formar adoradores, está fuera de la realidad y contexto bíblicos.

Así como no podemos producir vida en un laboratorio, no podemos producir adoradores. Recordemos que para serlo, la primera característica es haber sido vivificados en el espíritu sin lo cual no hay posibilidades de comunicación o relación con un Dios que es Espíritu. Y eso es algo que produce la Vida de Dios; aquellos nacidos no por voluntad de varón sino por voluntad de Dios mismo. Entonces ¿dónde quedamos los hombres aquí? Definitivamente es un campo ajeno a nosotros. A pesar de lo que te hayan dicho o pretendido hacerte ver en la Palabra, en ninguna parte de ella se lee que halla alguien produciendo ejércitos de adoradores. Tampoco por ninguna parte se nos hace una invitación a que “produzcamos” adoradores. Sí se nos dice claramente que hagamos discípulos, pero el que entre ellos hallan adoradores o las diferentes formas en que expresarán su adoración es un asunto de Dios y ellos en su relación con Él.

La vida ofrendada de los primeros cristianos mártires fue adoración pura, genuina y santa que saturó el trono de Dios. Ninguno de ellos posiblemente era músico, pero si se atrevían a morir cantando. Les aseguro que hasta los ángeles callaron anonadados por la hermosura de su canción, aunque quizá terrenalmente ninguno hubiese calificado para formar parte de un coro.

Por último, ¡qué interesante resaltar algo que ya hemos mencionado pero no debemos pasar por alto! La adoración genuina se desarrolla en lo espiritual; sucede en ese plano -“adorarán en espíritu y en verdad”-. No es algo material o en que puedas espiritualizar lo material sea este un sitio o unos utensilios. Las formas de adoración del primer pacto eran sombra de algo mejor que ahora poseemos. Está descrito según las mismas palabras del Señor que el sitio físico, santificado o dedicado para la adoración y por ende todo su contenido, dejaría de ser. Observa la expresión: “ni en este monte, ni en Jerusalén…” San Juan 4: 21. Nos preguntamos… ¿Entonces, dónde? Ahora la adoración real tendría lugar en el espíritu. Sería irracional a estas alturas creer que puedo llevar una guitarra al plano espiritual. No se puede, no es ni tiene vida ni espíritu. No se comunica con Dios porque es material aunque suene muy bien. Pero yo si, tengo total acceso a Él porque soy espíritu como Él es Espíritu y nos comunicamos en un código espiritual en el cual muchas veces mi entendimiento tampoco participa. Esto de que la adoración es espiritual no es solamente información, se necesita imperiosamente que lo comprendamos para adorar de verdad porque únicamente aquí se lleva a cabo, “en espíritu y en verdad es necesario que adoren”

Pensar que el arpa de David tenía o adquiría un poder especial para alejar el espíritu que atormentaba a Saúl es mal interpretar la Palabra. Quien tenía relación con Dios era David, no su arpa. Es de su corazón conforme al de Dios de lo que se habla y no de la maestría con que podía sacar notas de su instrumento propiamente. Se sabe que era un gran músico, se sabe que conocía lo que era adorar a Dios pero, no se menciona su arpa por ninguna parte como algo santificado o dedicado o con un poder sobrenatural especial.  Su instrumento era eso, nada más que un instrumento y no un amuleto. Pensar lo contrario es como los que usan la Biblia abierta en el salmo 91 durante la noche esperando que mantenga alejados los malos espíritus. Sería como creer que la fuerza de Sansón estaba en su cabellera o pensar que el sonido de las trompetas del pueblo de Israel marchando alrededor de Jericó fue lo que causó la destrucción de sus muros. 

Cuándo Jesús calmó la tormenta en medio del mar y sus discípulos se impresionaron por este hecho, reconocieron que estaban en presencia del Señor de la creación que obedecía su voz. Entonces dice la palabra que le adoraron. Y no cargaban ningún instrumento en la barca…, sin embargo le adoraron; tampoco cantaron ninguna canción…, pero le adoraron.

Qué maravillosa experiencia significa estar muchas veces en cualquier situación normal mientras trabajo, camino, manejo o simplemente descanso y de repente experimentar un sentimiento profundo en mi espíritu que me da conciencia de su misericordia, de su grandeza y señorío, de su amorosa  paternidad, de su cuido o provisión; que me produce en ese momento cerrar mis ojos, suspirar, y expresarle con mis palabras mi amor. Salen lágrimas de mis ojos. ¿Saben? Estoy adorándole. Y no he escuchado ni cantado una sola nota. Ni siquiera ha habido una vaga melodía en mi mente, pero estoy adorándole.  Me ha ocurrido de forma parecida al estar leyendo su Palabra, o compartiéndola en familia.

La adoración expresada por la mujer que ungió al Señor con perfume de nardo (San Juan 12: 1-3), logró tocar el corazón del Señor sin cantar, ni tocar un instrumento, ni levantar sus manos, ni decir una sola palabra. El idioma de la adoración estaba generándose en toda su expresión, desde la realidad de aquel corazón humillado y contrito que reconocía quién era el que estaba allí. ¡Qué claro podemos ver que alrededor de un hecho visible y material como este, hay toda una situación espiritual en progreso! El perfume caro (elemento material) no fue el que adoró, únicamente cumplió su cometido natural como cualquier otro perfume de alto valor que al ser derramado sobre el Señor (hecho visible) llenó toda la casa de su agradable olor (reacción natural y percibible con el sentido del olfato). Pero “el olor de la adoración” (hecho invisible) de quién lo derramó (adoradora) si llenó el cielo. Y les aseguro que esta mujer nunca recibió un seminario de cómo adorar efectivamente, y nunca fue parte de un equipo de alabanza.

¿Es Dios Amo, Dueño y Señor de todo cuanto eres en la realidad de tu vida, cuya voluntad incuestionable obedeces sin importar nada y aún en contra de todo? Entonces eres adorador, no un adorador del montón u ocasional, sino uno de verdad, de los que el Padre busca para que le adoren. Es el aroma que tanto agrada al Padre y aprecia su corazón.

sábado, 11 de octubre de 2014

Meditaciones sobre adoración (1° Parte de 2)



Meditaciones sobre adoración
(1° parte de 2)
Escrito autóctono

Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren. Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren.  Juan 4: 23 y 24

Me es necesario compartir algo sobre adoración, sobre todo por tanto que se ha dicho y hasta aprendimos por mucho tiempo. Me parece oportuno hacer un aporte sobre el sitio de la música en la adoración.

Lo hago porque además soy músico y comprenderán que llegó a ser imprescindible e infaltable en mi adoración; más no pretendo presentar una nueva perspectiva de la adoración ni tampoco quiero generalizar. Creo, por lo que hablo con las personas, que existe ignorancia sobre lo que es realmente la adoración y cómo expresarla. Siendo tan vital, ha venido a ser una práctica ordinaria, rutinaria y hasta mecánica para muchos.

Pregunto, ¿podría adorar sin música o sin canto?; ¿Podríamos reunirnos a adorar eximiendo totalmente ambos elementos y desarrollarnos en otras formas de adorar?

Parecen obvias las preguntas, pero muchos de los seminarios de adoración y alabanza que conocí eran un compendio de un 80% de músicos y cantores de toda clase y un 20% de líderes que buscaban con toda sinceridad adorar de mejor manera y aprender más eficazmente a dirigir al pueblo en adoración. Aquello de ser “salmista” debía ser tomado tan en serio que desató hasta una nueva forma de llamarles a quienes se desenvolvían como "ministros de la música". Claro hoy comprendemos por la Palabra que serlo no está ligado con música necesariamente y cualquiera puede ser salmista, pero en esa época, no se estaba tan ubicado si no se conocía el secreto davídico para hacer huir al enemigo con las notas de nuestro instrumento y tocar las fibras más elementales de un pueblo sediento de Dios con las letras inspiradas de nuestras canciones. De hecho, llegar a tocar el corazón de Dios.

Generalmente los seminarios de alabanza y adoración en nuestro país en aquel tiempo, cerraban con una poderosa noche de exposición musical para honrar a Dios en conjunto con los asistentes. Conciertos multitudinarios con un gran despliegue técnico-artístico que nada tenían que envidiarle a los mejores montajes que vemos por televisión.

Lo menciono no como una crítica; es cierto que la música posee el poder por sí misma de mover nuestros sentimientos más profundos y alterar nuestros estados de ánimo. Por el lado cristiano, crea rápidamente un ambiente propicio para disponernos a adorar que, junto a las letras de las canciones; nos inducen a rendirnos y postrarnos ante el Señor. Definitivamente logran su cometido en cuanto a nuestras emociones se refiere y cumplen en disponernos a Dios. Persiguen la mejor de las intenciones, sin duda.

Pero -y aquí está mi planteamiento- ¿debe ser esta la única forma y medio para adorar y quedar satisfechos como adoradores?, ¿Acaso una generación de adoradores de verdad está conformada por una mayoría de músicos y/o al menos cantores?  No digo “al menos cantores” en el sentido de que serlo es ser menos sino de que todos podemos cantar más o menos sin necesariamente ser músicos. Mírelo en los cumpleaños.

Entonces vuelvo a la pregunta que hice hace algunos momentos: ¿Podría adorar plenamente sin que utilice una sola nota de música y ni siquiera un canto?

He aquí un dilema importante, porque muchos al no tener la posibilidad de expresarse con un instrumento musical recurren a métodos electrónicos (un cd, ipod o cualquier tipo de grabación moderna) para sus tiempos de adoración (¿¿¿???). En toda mi vida, nunca participé en ningún culto tradicional en que se alabara o adorara sin notas musicales o sin cantos. Y si hablamos inclusive de reuniones informales, parece que no cabía tampoco esa posibilidad.  Reitero, no porque esto esté mal, de hecho la Palabra de Dios nos insta a hablar y cantar con gracia en nuestros corazones al Señor con salmos e himnos y cánticos espirituales, Colosenses. 3: 16 y Efesios 5: 19.  Sin embargo la alabanza, que es diferente a la adoración, es igualmente amplia de manera que hasta en eso nos hemos quedado cortos. Note que la Escritura resalta que la creación alaba a Dios. Interesante, pues no he visto a una hormiga ni a un árbol con una guitarra sin embargo esos seres alaban a Dios a su manera.  Tampoco la alabanza es exclusiva para la Divinidad ni contiene necesariamente la música como parte imprescindible de su expresión. Pero de ella ampliaremos en otra oportunidad.

En cuanto a adoración, otro dilema que le acompaña y mencioné hace unos instantes: ¿Tiempos de adoración?

Se dijo muy atinadamente que la adoración no es un género o estilo de música sino una forma de vida. Esto es real.  La adoración se reconoce como una entrega profunda a quien es Señor de la vida. Es decir, un reconocimiento genuino de quién es y a quién llamas Dios sobre ti y lo expresas en tu forma de vivir diariamente y a toda hora. La adoración tiene cómo objetivo final dejar clara e integralmente definido en tu vida a quién reconoces como Dios y todo lo que eso implica en sometimiento, obediencia, dominio, señorío, humillación, entrega, rendición, dedicación, devoción, etc. La adoración  se encausa a la Divinidad que estás reconociendo como tal. Siempre es eso. Por eso una de las tentaciones de Satanás para Jesús tuvo que ver con su adoración. Rescatar la humanidad (su propósito) -hacerlo de manera simple sin que mediara el sacrificio- a cambio de redirigir su enfoque de a quién sometía su voluntad total (adoración). La respuesta contundente del Señor lo afirma: “Al Señor tu Dios adorarás…” Satanás no le pidió al Señor que le cantara una canción o (ridículamente hablando) que le tocara un instrumento musical. Eso nada tenía que ver. Le pidió postración (humillación) y reconocimiento (sometimiento). Aunque no se le nombra, va implícita la obediencia es decir, hacer algo que otro te manda.

Una de las características del ser Dios es que admite adoración. La evidencia inequívoca de que alguien reconoce una deidad sobre su vida, es que lo adora y se ve en sus hechos o en lo que toma su atención e interés.

Cuando Juan se postró en adoración en la Isla de Patmos ante el ángel mensajero (Ap. 22: 8-9) éste le dijo claramente: Mira no lo hagas, porque yo soy consiervo tuyo y de tus hermanos…, adora a Dios.

Cualquiera que diga tener un “dios” lo adora a su manera. Y aunque muchos ni siquiera lo tengan formalmente como tal, sin saberlo expresan adoración a alguien o algo en sus vidas. El ateo por ejemplo, dice no creer en Dios, pero si tiene muchos dioses y también es adorador de ellos. Primeramente adorador de sí mismo, también de sus doctrinas, de todo cuanto pudiese producirle satisfacción o placer. (Esos son sus dioses, a ellos se dedica, por ellos muere)

En Hechos 14: 8-15 se narra que cuando por mano de Pablo se hizo un milagro, el pueblo de Listra proclamó: “Dioses bajo la semejanza de hombres han descendido a nosotros” e iban a adorarlos y rendirles sacrificios. Más Pablo les hacía ver su error y no admitía ser adorado. Esto porque la adoración es de exclusividad para la Divinidad o finalmente a quien se proclama y reconoce como tal en la vida. Sabemos que todo hombre que admita o imponga adoración de otros para sí, se está constituyendo o proclamando “dios”. Esto es una aberración. Lo recordamos ejemplarizado en los césares romanos.

Satanás muere porque le reconozcan como Dios. Siempre quiso ser igual a Dios y por ende recibir adoración. Otra vez, ese reconocimiento exclusivo a la Divinidad se expresa y se identifica con la adoración. No sucede igual con la alabanza.

Ahora, ¿hay adoración solo cuando se expresa de cierta manera o se está en cierta posición física o en ambiente alguno?

La respuesta a esa pregunta es un contundente no. Se es adorador no por serlo en algunos momentos de tu día y aunque no estés adorando de alguna manera específica o aprendida tradicionalmente. Es como una identidad. Duermas, camines, desayunes, ores, hagas deporte, converses, estudies, viajes, veas televisión, etc; eres adorador. No dejas de serlo ni siquiera por actividad alguna que estés desarrollando.

Claro que existen tiempos para intimar los cuales no deben faltar en nuestra vida diaria en donde quizá nos arrodillamos, nos postramos, nos sentamos o sencillamente nos quedamos en quietud en un sitio aparte y cerramos nuestros ojos para evitar cualquier interrupción, pero eso no quiere decir que son los únicos tiempos para expresarse como adorador.

Entonces ¿Cómo ser adorador en todo ese tiempo en que no estoy en intimidad?

De nuevo, define quién es Dios sobre tu vida aún para las más pequeñas o grandes decisiones de tu diario vivir. ¿Cuál es tu percepción de Él y cómo reaccionas a todas las cosas de ese diario vivir frente a esa percepción? Te sonará chistoso lo que te voy a decir, pero no necesitas llevar una guitarra a la Compañía eléctrica para que no te corten el servicio. Ni un instrumento ni la música tienen cabida en un trámite de esos. Pero esa situación no hace que dejes de ser adorador si lo eres. 

Continuará…