Meditaciones sobre adoración
(1° parte de 2)
Escrito autóctono
Mas la hora viene, y
ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en
verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren. Dios es
Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren.
Juan 4: 23 y 24
Me es necesario compartir algo
sobre adoración, sobre todo por tanto que se ha dicho y hasta aprendimos por mucho tiempo. Me
parece oportuno hacer un aporte sobre el sitio de la música en la adoración.
Lo hago porque además soy músico y comprenderán
que llegó a ser imprescindible e infaltable en mi adoración; más no pretendo presentar
una nueva perspectiva de la adoración ni tampoco quiero generalizar. Creo, por lo que hablo con las personas, que existe ignorancia sobre lo que es realmente la adoración y
cómo expresarla. Siendo tan vital, ha venido a ser una práctica ordinaria, rutinaria
y hasta mecánica para muchos.
Pregunto, ¿podría adorar sin
música o sin canto?; ¿Podríamos reunirnos a adorar eximiendo totalmente ambos
elementos y desarrollarnos en otras formas de adorar?
Parecen obvias las preguntas,
pero muchos de los seminarios de adoración y alabanza que conocí eran un
compendio de un 80% de músicos y cantores de toda clase y un 20% de líderes que
buscaban con toda sinceridad adorar de mejor manera y aprender más eficazmente
a dirigir al pueblo en adoración. Aquello de ser “salmista” debía ser tomado tan en serio
que desató hasta una nueva forma de llamarles a quienes se desenvolvían como "ministros de la música". Claro hoy comprendemos por la Palabra que serlo no está ligado con música necesariamente y cualquiera puede ser salmista, pero en esa época, no se estaba tan ubicado si no se conocía el secreto davídico para hacer
huir al enemigo con las notas de nuestro instrumento y tocar las fibras más
elementales de un pueblo sediento de Dios con las letras inspiradas de nuestras
canciones. De hecho, llegar a tocar el corazón de Dios.
Generalmente los seminarios de
alabanza y adoración en nuestro país en aquel tiempo, cerraban con una poderosa noche de
exposición musical para honrar a Dios en conjunto con los asistentes.
Conciertos multitudinarios con un gran despliegue técnico-artístico que nada
tenían que envidiarle a los mejores montajes que vemos por televisión.
Lo menciono no como una
crítica; es cierto que la música posee el poder por sí misma de mover nuestros
sentimientos más profundos y alterar nuestros estados de ánimo. Por el lado
cristiano, crea rápidamente un ambiente propicio para disponernos a adorar que,
junto a las letras de las canciones; nos inducen a rendirnos y postrarnos ante
el Señor. Definitivamente logran su cometido en cuanto a nuestras emociones se
refiere y cumplen en disponernos a Dios. Persiguen la mejor de las intenciones, sin duda.
Pero -y aquí está mi
planteamiento- ¿debe ser esta la única forma y medio para adorar y quedar
satisfechos como adoradores?, ¿Acaso una generación de adoradores de verdad
está conformada por una mayoría de músicos y/o al menos cantores? No digo “al menos cantores” en el sentido de
que serlo es ser menos sino de que todos podemos cantar más o menos sin
necesariamente ser músicos. Mírelo en los cumpleaños.
Entonces vuelvo a la pregunta que
hice hace algunos momentos: ¿Podría adorar plenamente sin que utilice una sola
nota de música y ni siquiera un canto?
He aquí un dilema importante,
porque muchos al no tener la posibilidad de expresarse con un instrumento
musical recurren a métodos electrónicos (un cd, ipod o cualquier tipo de
grabación moderna) para sus tiempos de adoración (¿¿¿???). En toda mi vida,
nunca participé en ningún culto tradicional en que se alabara o adorara sin notas
musicales o sin cantos. Y si hablamos inclusive de reuniones informales, parece
que no cabía tampoco esa posibilidad.
Reitero, no porque esto esté mal, de hecho la Palabra de Dios nos insta
a hablar y cantar con gracia en nuestros corazones al Señor con salmos e himnos
y cánticos espirituales, Colosenses. 3: 16 y Efesios 5: 19. Sin embargo la alabanza, que es diferente a la
adoración, es igualmente amplia de manera que hasta en eso nos hemos quedado
cortos. Note que la Escritura resalta que la creación alaba a Dios. Interesante,
pues no he visto a una hormiga ni a un árbol con una guitarra sin embargo esos
seres alaban a Dios a su manera. Tampoco la alabanza es exclusiva para la Divinidad ni contiene necesariamente la música como parte
imprescindible de su expresión. Pero de ella ampliaremos en otra oportunidad.
En cuanto a adoración, otro
dilema que le acompaña y mencioné hace unos instantes: ¿Tiempos de adoración?
Se dijo muy atinadamente que la
adoración no es un género o estilo de música sino una forma de vida. Esto es
real. La adoración se reconoce como una
entrega profunda a quien es Señor de la vida. Es decir, un reconocimiento genuino
de quién es y a quién llamas Dios sobre ti y lo expresas en tu forma de vivir
diariamente y a toda hora. La adoración tiene cómo objetivo final dejar clara e
integralmente definido en tu vida a quién reconoces como Dios y todo lo que eso
implica en sometimiento, obediencia, dominio, señorío, humillación, entrega,
rendición, dedicación, devoción, etc. La adoración
se encausa a la Divinidad
que estás reconociendo como tal. Siempre es eso. Por eso una de las tentaciones
de Satanás para Jesús tuvo que ver con
su adoración. Rescatar la humanidad (su propósito) -hacerlo de manera simple
sin que mediara el sacrificio- a cambio de redirigir su enfoque de a quién sometía
su voluntad total (adoración). La respuesta contundente del Señor lo afirma: “Al Señor tu Dios adorarás…”
Satanás no le pidió al Señor que le cantara una canción o (ridículamente
hablando) que le tocara un instrumento musical. Eso nada tenía que ver. Le
pidió postración (humillación) y reconocimiento (sometimiento). Aunque no se le
nombra, va implícita la obediencia es decir, hacer algo que otro te manda.
Una de las características del
ser Dios es que admite adoración. La evidencia inequívoca de que alguien reconoce
una deidad sobre su vida, es que lo adora y se ve en sus hechos o en lo que
toma su atención e interés.
Cuando Juan se postró en
adoración en la Isla
de Patmos ante el ángel mensajero (Ap. 22: 8-9) éste le dijo claramente: Mira no lo hagas, porque yo soy consiervo
tuyo y de tus hermanos…, adora a Dios.
Cualquiera que diga tener un
“dios” lo adora a su manera. Y aunque muchos ni siquiera lo tengan formalmente como
tal, sin saberlo expresan adoración a alguien o algo en sus vidas. El ateo por
ejemplo, dice no creer en Dios, pero si tiene muchos dioses y también es
adorador de ellos. Primeramente adorador de sí mismo, también de sus doctrinas,
de todo cuanto pudiese producirle satisfacción o placer. (Esos son sus dioses,
a ellos se dedica, por ellos muere)
En Hechos 14: 8-15 se narra que cuando
por mano de Pablo se hizo un milagro, el pueblo de Listra proclamó: “Dioses bajo la semejanza de hombres han descendido a nosotros”
e iban a adorarlos y rendirles sacrificios. Más Pablo les hacía ver su error y
no admitía ser adorado. Esto porque la adoración es de exclusividad para la Divinidad o finalmente a
quien se proclama y reconoce como tal en la vida. Sabemos que todo hombre que
admita o imponga adoración de otros para sí, se está constituyendo o proclamando
“dios”. Esto es una aberración. Lo recordamos ejemplarizado en los césares
romanos.
Satanás muere porque le
reconozcan como Dios. Siempre quiso ser igual a Dios y por ende recibir
adoración. Otra vez, ese reconocimiento exclusivo a la Divinidad se expresa y
se identifica con la adoración. No sucede igual con la alabanza.
Ahora, ¿hay adoración solo cuando
se expresa de cierta manera o se está en cierta posición física o en ambiente
alguno?
La respuesta a esa pregunta es un
contundente no. Se es adorador no por serlo en algunos momentos
de tu día y aunque no estés adorando de alguna manera específica o aprendida tradicionalmente.
Es como una identidad. Duermas, camines, desayunes, ores, hagas deporte,
converses, estudies, viajes, veas televisión, etc; eres adorador. No dejas de
serlo ni siquiera por actividad alguna que estés desarrollando.
Claro que existen tiempos para
intimar los cuales no deben faltar en nuestra vida diaria en donde quizá nos
arrodillamos, nos postramos, nos sentamos o sencillamente nos quedamos en quietud en un sitio aparte y cerramos
nuestros ojos para evitar cualquier interrupción, pero eso no quiere decir que
son los únicos tiempos para expresarse como adorador.
Entonces ¿Cómo ser adorador en
todo ese tiempo en que no estoy en intimidad?
De nuevo, define quién es Dios
sobre tu vida aún para las más pequeñas o grandes decisiones de tu diario vivir.
¿Cuál es tu percepción de Él y cómo reaccionas a todas las cosas de ese diario
vivir frente a esa percepción? Te sonará chistoso lo que te voy a decir, pero no
necesitas llevar una guitarra a la
Compañía eléctrica para que no te corten el servicio. Ni un
instrumento ni la música tienen cabida en un trámite de esos. Pero esa situación no hace que
dejes de ser adorador si lo eres.
Continuará…