viernes, 3 de octubre de 2014

Analogía sobre la iglesia en Juan Cap.11: 1-44


Analogía sobre la iglesia en Juan Cap.11: 1-44

2da. y última parte.

Escrito autóctono

Continuación…


Ahora, luego de haber orado, los espectadores no tienen duda alguna de quién es el que está al frente de la situación. El Señor clama a gran voz y dice “Lázaro, ven fuera” y segundos después la momia sale por sus propios medios viva.

Pero notemos el cierre de la historia; no es el Señor quien la desata, son los hombres quienes acostumbraban a embalsamar de esa forma a sus muertos quienes reciben la orden de quitar todas esas ataduras y dejarla ir.

¡Que gran enseñanza de primeramente entender quién es el que debe tener el control en la iglesia! ¡Definitivamente el Señor! ¿Por qué será que no comprendemos que nosotros debemos de quitar todo, absolutamente todo lo que estorba y hemos puesto?

¿Es esto una realidad evidente en la iglesia de nuestros días o sólo algo que decimos? Pensar en este momento como la Escritura narra la participación activa del Espíritu Santo dirigiendo como Señor toda la operación de la iglesia del primer siglo (Hechos 13: 2; 15: 28), se nos hace tan lejano y hasta le hemos dejado fuera de nuestro contexto actual.

¿Estaremos dispuestos a desatar de todo cuanto impide moverse con libertad al recién resucitado y dejarle ir?

¿Volvió el Señor a entablar la comunión con su amigo Lázaro después de resucitarle así como lo había sido antes de que falleciera? No cabe duda.

Dios tiene un plan y un diseño el cual no ha cambiado así como Él no cambia. Es su diseño lo que funciona y es su diseño original lo que está emergiendo una vez más para mostrar al mundo su señorío. Porque es su diseño lo que lo modela a Él y le hace lucir bien.

Si deseamos estar alineados al plan de Dios, hemos de volver a las raíces de su diseño, hemos de trabajar acorde a ese diseño. Si queremos mirar una iglesia verdaderamente funcional y efectiva en este mundo, el modelo está en la Palabra de Dios: La iglesia temprana o también llamada: del primer siglo.

Si no nos parecemos a esa iglesia relacional y funcionalmente hablando, conclusión: somos cualquier cosa menos la iglesia del diseño de Dios.