domingo, 26 de febrero de 2023

Doctrinas y prácticas evangélicas en el ojo del escrutinio. 22° Parte

Doctrinas y prácticas evangélicas en el ojo del escrutinio. 22° Parte

Continuación…

¿Hay una oración penitente en alguna parte en la Biblia? No como la que estamos estudiando aquí, ni prefabricada, ni ninguna recomendada, ni nadie que levantara su mano o viniera al “altar” a que le ayudaran a decirla para salvarse, ni nada por el estilo. Tampoco una llamada jamás así.

Pero oraciones de arrepentimiento por el pecado, sí que las hay, (El rey David la hizo, Jonás y muchos hombres de Dios también), pero se trata de otra cosa totalmente diferente.

La verdad es que la oración “penitente”, tan acogida en círculos religiosos, no ha hecho más que calmar conciencias de muchos que creyendo en ella, creen que su situación con Dios está solucionada cuando la recitan porque alguien lo lleva “de la mano” recitándosela. Se convencen de que con solo pronunciarla, reciben lo que se les ha prometido, y la verdad es que ninguna oración penitente por santa que parezca asegura nada.

Nunca en la predicación ni del Señor, ni de ninguno de los apóstoles, ni del quehacer de la iglesia Neotestamentaria, hubo la tal oración.

Lo que sí hubo fue muchos creyendo el mensaje y procediendo a arrepentirse (es decir, avergonzarse de su vida pecaminosa) y convertirse (es decir, cambiar diametralmente el rumbo de su vida) Ambas esenciales acciones para asir la salvación sin faltar por supuesto e inmediatamente el bautismo en agua, haciendo acto público de la decisión tomada. Por supuesto no falta la permanencia en el Señor como una vida continua, resultado de poseer la salvación.

Se ven personas humilladas delante del Señor clamando por sí mismas, reconociendo el peligro inminente de muerte a la que estaban expuestas cuando se les hablaba y la necesidad de creer en Jesús para ser salvos, siendo bautizados como un requerimiento serio e inmediato.

Se ve una ordenanza a bautizarse y lavar los pecados confesándolos (a Dios, porque no se ve a un nuevo creyente sentándose con quien le había predicado a hacer una lista de todas sus faltas).

Se ve a multitudes oyendo la Palabra y creyendo a ella, bautizándose y siendo unidas por Dios al cuerpo de Cristo (la iglesia) por el milagro del nuevo nacimiento que opera el Espíritu Santo.

Continuará…


 

domingo, 19 de febrero de 2023

Doctrinas y prácticas evangélicas en el ojo del escrutinio. 21° Parte

Doctrinas y prácticas evangélicas en el ojo del escrutinio. 21° Parte

Continuación…

Pero ¿está en la Biblia todo esto?

Increíble… ¡nada de ello, ni el supuesto fiestón celestial!… revíselo y se dará cuenta.

Perdemos de vista que la oveja perdida a la que se refiere el Señor en la parábola en que se encuentra la aparente fiesta, estaba antes en el redil… solo que por como son las ovejas… se ocupó en otras cosas, desvió su mirada del pastor cuando este le había llevado a pastar, se rezagó del rebaño y descuidadamente se halló perdida. No podemos aplicar eso al pecador que nunca estuvo en ningún redil… ¿o sí...?

No habla el pasaje de fiesta alguna en el cielo… lo que sí dice es que hay más gozo, porque gozo siempre hay allí.

Tampoco podemos justificar la tal fiesta por lo que ocurrió con el hijo pródigo cuando volvió a su padre que es una parábola en la que también hay un hijo que se molesta con su padre por lo que hace con aquel que se fue. Pero no pase por alto como allí también se trata de alguien que ya estaba con su padre pero se fue de allí y regresó. ¿Curioso?..., no en realidad. Existen conforme a la Palabra ordenados para salvación, solo que hay que regresarlos a donde ya pertenecían. (Profundo)

En fin… seguimos.

La situación es que además de poner a la gente a aceptar a Cristo, los hacíamos repetir una oración que supuestamente tiene todos los elementos necesarios para “satisfacer a Dios” para que otorgue su salvación. Y luego de cumplir dicho protocolo, le decíamos campantemente al recién “convertido”: “bienvenido, ya eres hijo de Dios”

Y aquel se iba feliz con una religión entre manos que por cierto le pedirá que no falte a los cultos, que debe leer la Biblia, que tiene que orar, ofrendar y diezmar, y le empezará a cargar con una serie de costumbres y ritos para que sea un cristiano digamos que promedio con todas las de ley. Mientras se parezca a uno normal, más que suficiente.

Todo eso parece como sacado de una novela, pero eso es lo que se hace.

Continuará…


 

domingo, 12 de febrero de 2023

Doctrinas y prácticas evangélicas en el ojo del escrutinio. 20° Parte

Doctrinas y prácticas evangélicas en el ojo del escrutinio. 20° Parte

Continuación…

Comprenderlo de esta manera nos cuesta, sobre todo cuando hemos estado acostumbrados a números y tratar de saber estadísticas para ver cuán efectivos somos en evangelización. A la verdad al Señor nuestros métodos no le interesan y espera que seamos obedientes y hagamos las cosas a su manera, sólo a su manera.

Veredicto: Si hacer invitaciones a aceptar o recibir a Cristo como hemos dado por sentado histórica y tradicionalmente que se debe hacer no tiene sentido, entonces tal procedimiento no concuerda con la sana doctrina de la Palabra. Sencillamente no debemos practicarlo ni insistir en ello

 

3- La oración del penitente

Lo primero que deberíamos preguntarnos es ¿Qué significa? o ¿Qué se quiso establecer con ella?

Como creyente, sé que la oración es el espacio en que interacciono con Dios y Él conmigo. Sí, tengo tanto que decirle pero también Él tiene tanto que enseñarme. Sucede en mi espíritu, en otra dimensión, aunque sigo aquí.

Por su parte penitencia es, según el Diccionario de Lengua Española, arrepentimiento frente a una mala acción. En círculos católicos, se refiere a la serie de ejercicios penosos que se le imponen a alguien o que decide aplicarse para la mortificación de sus pasiones y sentidos a fin de alcanzar el perdón. Puede incluir el auto infringirse daño como castigo a la carne para disque ahuyentar sus deseos pecaminosos, lo que a la luz de la Biblia es inefectivo. Más cercano al paganismo que otra cosa.

La expresión “oración del penitente” aunque no está literalmente en la Biblia, pretende expresar que es aquella especialmente formulada para que utilizada por el pecador arrepentido, le permita alcanzar misericordia de Dios. También se le llama la oración del pecador, tradicionalmente usada al momento en que se le ha convencido de tomar el ofrecimiento de Dios.

Y así han pasado Siglos en que se invita al inconverso a venir “arrepentido” al “altar” para que repita una oración prefabricada y dirigida, capaz según nosotros de ayudarle a decirle a Dios lo que creemos tiene que decir específicamente para asegurarse que sea salvo.

Vaya… ¡qué de vueltas para tratar de asegurarnos alcanzar un objetivo!, luego de lo cual, habiendo logrado que alguien accediera a “entregarse al Señor” de esta forma, justificamos su decisión diciendo que hay fiesta en los cielos cuando un pecador se arrepiente… creyendo ser muy bíblicos.

Pero ¿está en la Biblia todo esto?

Continuará…

 

domingo, 5 de febrero de 2023

Doctrinas y prácticas evangélicas en el ojo del escrutinio. 19° Parte

Doctrinas y prácticas evangélicas en el ojo del escrutinio. 19° Parte

Continuación…

Si conocemos que “aceptar a Cristo” no tiene fundamento ni razón de ser… entonces “llamados” para que los incrédulos vengan a “aceptar o recibir a Cristo” no tiene sentido alguno.

Si lo entendemos, entonces pedir que alguien levante su mano para eso, no tiene cabida y por cierto es ilusorio. Además que en la Palabra a nadie se ve ni haciendo un llamado como el característico que se ha hecho en eventos y cultos de iglesias y campañas evangélicas, ni pedidos a que nadie levante su mano (indáguelo en la Biblia y se dará cuenta).

Para ir terminando con este análisis..., ¿se trata entonces de cambiar el argumento siguiendo con la misma fórmula de invitación? es decir, ¿invitar clásicamente a la gente a recibir la Palabra en vez de a Cristo?

No necesariamente.

El mensaje (la Palabra) debe compartirse con todos como hace el sembrador (Lucas 8: 5-15). Note lo que dice el final del verso 8 del pasaje: “Hablando estas cosas, decía a gran voz: El que tiene oídos para oír, oiga”. No debemos invitar a nadie a nada... solo señalarles a gran voz que oigan. Por supuesto la idea es que al oír entonces crean a la Verdad los que son de buena tierra. Hay que brindarles el mensaje a todos sin temor, sin pedirles permiso para hacerlo. Solo abrir nuestras bocas. El mensaje (la Palabra) es para ellos. Pero finalmente como respondan a ese mensaje no depende de nosotros sino de Dios. Él hará con la Palabra lo que sabe hacer para que esta no vuelva a Él vacía (Isaías 55: 11). Dios abrirá el corazón de los que han sido ordenados para salvación (Hechos 13: 48 y 16: 14) y los salvará. Estos son los que reaccionarán y se acercarán a quienes les compartieron el mensaje para seguir al Señor (serán añadidos por Dios), no porque nadie los llame, excepto el Señor.

Es interesante resaltar de nuevo el pasaje de Lucas 8 que mencioné anteriormente respecto a que es la Palabra la que se recibe oyéndola, para que caiga en el corazón, sea entendida, creída, y dicha semilla (la palabra) germine y produzca salvación (versos 10, 12, 13, 15).

Y tal como decía al principio, nadie puede aceptar o recibir a Cristo realmente, porque no se tiene conocimiento de quién es Él por mero saber lo que hizo o que leamos lo que dijo al ver las páginas de la Biblia, sino que necesariamente ha de ser revelado al corazón para que el mensaje produzca el impacto que se requiere y eso no lo podemos hacer nosotros, ni enseñárnoslo ningún ser humano; es un asunto de Dios para con los que Él quiere.

Continuará…