domingo, 12 de febrero de 2023

Doctrinas y prácticas evangélicas en el ojo del escrutinio. 20° Parte

Doctrinas y prácticas evangélicas en el ojo del escrutinio. 20° Parte

Continuación…

Comprenderlo de esta manera nos cuesta, sobre todo cuando hemos estado acostumbrados a números y tratar de saber estadísticas para ver cuán efectivos somos en evangelización. A la verdad al Señor nuestros métodos no le interesan y espera que seamos obedientes y hagamos las cosas a su manera, sólo a su manera.

Veredicto: Si hacer invitaciones a aceptar o recibir a Cristo como hemos dado por sentado histórica y tradicionalmente que se debe hacer no tiene sentido, entonces tal procedimiento no concuerda con la sana doctrina de la Palabra. Sencillamente no debemos practicarlo ni insistir en ello

 

3- La oración del penitente

Lo primero que deberíamos preguntarnos es ¿Qué significa? o ¿Qué se quiso establecer con ella?

Como creyente, sé que la oración es el espacio en que interacciono con Dios y Él conmigo. Sí, tengo tanto que decirle pero también Él tiene tanto que enseñarme. Sucede en mi espíritu, en otra dimensión, aunque sigo aquí.

Por su parte penitencia es, según el Diccionario de Lengua Española, arrepentimiento frente a una mala acción. En círculos católicos, se refiere a la serie de ejercicios penosos que se le imponen a alguien o que decide aplicarse para la mortificación de sus pasiones y sentidos a fin de alcanzar el perdón. Puede incluir el auto infringirse daño como castigo a la carne para disque ahuyentar sus deseos pecaminosos, lo que a la luz de la Biblia es inefectivo. Más cercano al paganismo que otra cosa.

La expresión “oración del penitente” aunque no está literalmente en la Biblia, pretende expresar que es aquella especialmente formulada para que utilizada por el pecador arrepentido, le permita alcanzar misericordia de Dios. También se le llama la oración del pecador, tradicionalmente usada al momento en que se le ha convencido de tomar el ofrecimiento de Dios.

Y así han pasado Siglos en que se invita al inconverso a venir “arrepentido” al “altar” para que repita una oración prefabricada y dirigida, capaz según nosotros de ayudarle a decirle a Dios lo que creemos tiene que decir específicamente para asegurarse que sea salvo.

Vaya… ¡qué de vueltas para tratar de asegurarnos alcanzar un objetivo!, luego de lo cual, habiendo logrado que alguien accediera a “entregarse al Señor” de esta forma, justificamos su decisión diciendo que hay fiesta en los cielos cuando un pecador se arrepiente… creyendo ser muy bíblicos.

Pero ¿está en la Biblia todo esto?

Continuará…