domingo, 5 de febrero de 2023

Doctrinas y prácticas evangélicas en el ojo del escrutinio. 19° Parte

Doctrinas y prácticas evangélicas en el ojo del escrutinio. 19° Parte

Continuación…

Si conocemos que “aceptar a Cristo” no tiene fundamento ni razón de ser… entonces “llamados” para que los incrédulos vengan a “aceptar o recibir a Cristo” no tiene sentido alguno.

Si lo entendemos, entonces pedir que alguien levante su mano para eso, no tiene cabida y por cierto es ilusorio. Además que en la Palabra a nadie se ve ni haciendo un llamado como el característico que se ha hecho en eventos y cultos de iglesias y campañas evangélicas, ni pedidos a que nadie levante su mano (indáguelo en la Biblia y se dará cuenta).

Para ir terminando con este análisis..., ¿se trata entonces de cambiar el argumento siguiendo con la misma fórmula de invitación? es decir, ¿invitar clásicamente a la gente a recibir la Palabra en vez de a Cristo?

No necesariamente.

El mensaje (la Palabra) debe compartirse con todos como hace el sembrador (Lucas 8: 5-15). Note lo que dice el final del verso 8 del pasaje: “Hablando estas cosas, decía a gran voz: El que tiene oídos para oír, oiga”. No debemos invitar a nadie a nada... solo señalarles a gran voz que oigan. Por supuesto la idea es que al oír entonces crean a la Verdad los que son de buena tierra. Hay que brindarles el mensaje a todos sin temor, sin pedirles permiso para hacerlo. Solo abrir nuestras bocas. El mensaje (la Palabra) es para ellos. Pero finalmente como respondan a ese mensaje no depende de nosotros sino de Dios. Él hará con la Palabra lo que sabe hacer para que esta no vuelva a Él vacía (Isaías 55: 11). Dios abrirá el corazón de los que han sido ordenados para salvación (Hechos 13: 48 y 16: 14) y los salvará. Estos son los que reaccionarán y se acercarán a quienes les compartieron el mensaje para seguir al Señor (serán añadidos por Dios), no porque nadie los llame, excepto el Señor.

Es interesante resaltar de nuevo el pasaje de Lucas 8 que mencioné anteriormente respecto a que es la Palabra la que se recibe oyéndola, para que caiga en el corazón, sea entendida, creída, y dicha semilla (la palabra) germine y produzca salvación (versos 10, 12, 13, 15).

Y tal como decía al principio, nadie puede aceptar o recibir a Cristo realmente, porque no se tiene conocimiento de quién es Él por mero saber lo que hizo o que leamos lo que dijo al ver las páginas de la Biblia, sino que necesariamente ha de ser revelado al corazón para que el mensaje produzca el impacto que se requiere y eso no lo podemos hacer nosotros, ni enseñárnoslo ningún ser humano; es un asunto de Dios para con los que Él quiere.

Continuará…