domingo, 24 de febrero de 2019

Lo concerniente a la Vida (2° Parte)


Lo concerniente a la Vida (2° Parte)
Escrito Autóctono

Continuación…

Lo asimilábamos solo como un hecho histórico que le ocurrió a Cristo y lo leemos en las páginas de los evangelios, pero cuando la Palabra dice que fuimos crucificados con él entonces tomó también connotaciones reales aun para nosotros, de hecho no físicas pero sí espirituales. No me refiero a la conversión, sino a un evento que tendría que ocurrir mucho tiempo después.

No significaba llegar a una nueva forma de vivencias, ni a vivir nuevas experiencias que se dan a granel en el cristianismo en general. Visiones, sobrenaturalidades, momentos extraordinarios que nos marcaron, épocas de mucho gozo, tiempos de meditación, carnalidades, tiempos espirituales, etc.

Todo eso nos moldea y nos da nuevas formas que se regeneran cada vez que llega cualquier otra experiencia sublime(o al menos eso eran para nosotros) que nos configuraba a otra nueva forma de ser como ocurriera la última vez. Siempre deseosos, siempre en la búsqueda de algo más, siempre pendientes del mover de Dios, expectantes, algunas veces desmotivados, otras con fe, sostenidos de su mano.

El hecho al que me refiero no ocurre físicamente, ni en nuestra mente ni entendimiento sino en nuestra esencia y en otra dimensión. Somos llevados allí en el espíritu, pero de una manera inentendible que no podemos “cronologizar”. No sabemos cuánto tiempo nos llevó, si fue un sueño, una visión o ninguna, pero repercute en nosotros desde ese momento y para siempre. Nuestro espíritu es finalmente perfeccionado (Hebreos 12: 22 y 23) algo que ocurre para consumar una relación más profunda y real con el Santo Espíritu de Dios que nos revela lo profundo de Dios para vivir en este mundo. Esto es así porque es un asunto concerniente a la Vida (“lo espiritual corresponde a lo espiritual”) 1° Cor. 2: 13

No sucede porque lo sabemos o porque tenemos la información de que ha de suceder, ocurre en el momento preciso de Dios para nosotros, en su tiempo, tal como le ocurrió al Señor cuando fue a la cruz; Él sabía para qué estaba en este mundo pero el momento de concretar su misión misma que le demandaría un sufrimiento indescriptible, lo tenía Dios. Así que no nos es posible agendarlo en nuestros términos. Y suele suceder alrededor de un momento clave en la vida en que todas nuestras esperanzas se fueron, en que toda la ruina habida y por haber nos alcanzó en todas la áreas de nuestra vida y ya no pudimos más y nos encontramos literalmente con nada, sí, con nada de lo que era nuestra fortaleza y nuestra confianza para que así mismo, desprovistos de todo nos encontremos en total sensibilidad y dependencia, solos y en rendición completa, listos para algo, lo que sea, lo que Dios tenga si es que tiene algo. Y sucede; como una revelación.

Continuará…

domingo, 17 de febrero de 2019

Lo concerniente a la Vida (1°Parte)


Lo concerniente a la Vida (1°Parte)
Escrito Autóctono

“Dios no es Dios de muertos, sino de vivos;…” Marcos 12: 27

Poco más de una década (alrededor de 13 años) nos fue necesario para comprender algo tan elemental.

Otros tal vez en menos tiempo no lo dudo y otros quizá les tome más años. En realidad es tan elemental que sencillamente uno lo entiende en la mente por mucho tiempo y surte su efecto evidentemente porque en realidad lo leemos alrededor de toda la Escritura. Está allí tan presente, pero queda impreso como letra, como información en nosotros.

Sin embargo era y es más profundo. Era y es para nosotros. Pero se necesita tiempo… tiempo para estar listo, tiempo para ser poseído por ella. El misterio del poder del evangelio revelado en Cristo el Señor, en su cruz de lo cual Pablo habló y de hecho no se avergonzó porque se dio cuenta que se trataba del más grande Poder en el universo: la Vida misma.

Nuestra mente finita la encapsula a esta, a la que tenemos y que un día se nos va y dejamos de ser. Pero la Vida es mayor que un leve paso por esta dimensión en la que nos encontramos. La Vida trasciende a la eternidad porque viene de allí. Sólo uno la posee y solo uno la puede dar en toda su extensión porque solo uno es la Vida: Dios.

Ella es la responsable de la salvación para el ser humano, sumido en un imperio de muerte y destrucción en que no existe la posibilidad de obtenerla por medios propios sino hasta que Dios en su bondad y misericordia la provee.

Entonces vivimos.

Pero eso es apenas la primera etapa, porque luego nos muestra nuestra realidad y caemos en cuenta que no podemos vivir por nosotros mismos y que arrastramos todo lo que nos dejó la muerte y entonces, conscientes de ello alcanzamos a divisar la cruz, lugar en que nos despojamos de todas nuestras cargas para ser crucificados con Cristo y entregarnos plenamente como Él lo hizo; nos abandonamos en Dios y encomendamos a Él nuestro espíritu para morir, y luego resucitar, y vivir por su Vida.

Continuará…

domingo, 10 de febrero de 2019

Ya que Dios no nos hizo Robots... (17° y última parte)


Ya que Dios no nos hizo Robots... (17° y última parte)
Escrito Autóctono

Continuación…

Si viviéramos en una isla, en completa soledad, totalmente aislados de los demás, disciplinadamente definiríamos estrategias (reglas) que conllevan auto deberes (responsabilidades) para un fin: la supervivencia. Sin esas normas no duraríamos mucho.  Decidir no hacer nada o realizar solo aquello que no nos demande esfuerzo o el hacer lo que se nos dé la gana sin responsabilidad alguna para no complicarnos que es igual a una libertad alocada (libertinaje), nos llevaría pronto inevitablemente al fin (muerte).

Sobrevivir es algo que está en nosotros y conlleva trabajo en atención, inteligencia, creatividad, esfuerzo y responsabilidad; caso contrario, morimos.

Sobrevivir está en nosotros, lo sentimos en el plano natural y está presente en el espiritual también aunque lo obviemos; porque  Dios no nos hizo robots, obedientes a una programación definida sin salirnos de dicha sistematización.

Él no quiso ni nunca fue su intención manipularnos a su antojo. Quiso que experimentáramos lo que era estar con Él pero también estar sin Él.

Gracias a esa oportunidad, conocemos ya no por información sino por experiencia propia que definitivamente estar con Él nos representa desarrollarnos al máximo potencial para alcanzar la plena libertad, y que la experiencia del mal no hacía más que destruirnos como Él nos lo había señalado previamente.

El creador de todas las leyes de la física al crear este ámbito o dimensión material, puede y tiene total dominio de alterarlas si le place para cumplir su voluntad como hemos leído en las páginas de la Palabra, esto porque sistematizó la creación sin darle voluntad propia. Todo opera allí de manera perfecta y coordinada, pero interesantemente al crearnos, no nos hace de la misma forma, sino que aunque es consciente de que se generará una ley como consecuencia de la libertad con la que nos hizo, será una ley que aún Él se obliga a sí mismo a respetar en aras de la libertad con la que nos creó.

Esto explosiona la mente, pues siendo el Dios ilimitado que es, en alguna forma se limita a sí mismo por amor.

Podría haber hecho con nosotros lo que quisiera pues ¿quién puede decirle que no si Él es el Creador? Más se limita a sí mismo y no tiraniza a los hombres que creó.

¿Cómo podemos los seres humanos ser tan ciegos ante tales dimensiones eternas de su amor que aunque trascienden nuestro entendimiento, sí nos permiten captar que no hay nadie más que Él detrás de todas estas cosas?

Él nos permitió total libertad, el pecado no, nos encerró, nos esclavizó, nos denigró, nos empobreció, nos puso en el camino de la extinción…, pero Él, nos devolvió la Libertad y la Vida -si las queremos recuperar por supuesto-.

Si eso no es Amor genuino que también desea y aprecia al amor genuino de vuelta, no sé cómo llamarle.


Fin



Próxima serie: Lo concerniente a la Vida



domingo, 3 de febrero de 2019

Ya que Dios no nos hizo Robots... (16° Parte)


Ya que Dios no nos hizo Robots... (16° Parte)
Escrito Autóctono

Continuación…

De hecho la muestra más clara de la pérdida de la libertad es hacer lo que se nos dé la gana. Eso como ya dijimos, no es libertad sino libertinaje; igual como manejar alocadamente por la carretera solo porque nos es placentero y dispara nuestra adrenalina.

Ni aún en las pistas de carreras reina la imprudencia. Los que allí corren no lo hacen a lo loco porque están consientes de que un desconocimiento del peligro de la velocidad y la dinámica de los autos mata a quien las ignora.

Ya que Dios no solo quiere nuestro libre albedrío sino que lo ha restaurado, podemos decidir hacer el bien porque ya nos dimos cuenta que el libertinaje solo nos anula, esclaviza y nos produce muerte.

En otras palabras, pensando que al pecar era vivir libremente, realmente nos estaba matando; ahora podemos -gracias a la Justicia de Dios- optar por la vida y la libertad, obedecer sus preceptos y darle la espalda al pecado.

Su Justicia verdadera nos libera porque ella pone las cosas en su lugar según el espíritu de las reglas originales.  

Y ya que la Justicia es viva, ella tiene algo que decirnos. Si no ¿cómo la entenderíamos? De hecho no duramos mucho si no la escuchamos. Si caminamos sin escucharla, no aprenderíamos a vivir y a disfrutar nuestra libertad al máximo.

Por eso, porque no somos robots programados a hacer limitadamente alguna cosa y solo eso. Y ¿cómo podemos escucharla si no atendemos a su Fuente?

Entonces un Dios que nos hizo con libertad, no esconde el único recurso con el que podemos potenciar nuestra libertad. La Fuente de toda Justicia no es nadie más que Cristo (Hechos 17: 31, 1° Pedro 2: 24). Negarlo estúpidamente no solo afecta nuestra libertad sino que va en contra de nuestra supervivencia. Es como manejar por la carretera con los ojos vendados sin poder ver las señales que operan para nuestro bien o lo que es lo mismo como manejar ignorando deliberadamente las reglas.

Pero le digo algo más.

Esta Justicia y estas reglas también nos son inherentes naturalmente.

Se lo demuestro.

Continuará…