Ya que Dios no
nos hizo Robots... (17° y última parte)
Escrito Autóctono
Continuación…
Si viviéramos
en una isla, en completa soledad, totalmente aislados de los demás, disciplinadamente
definiríamos estrategias (reglas) que conllevan auto deberes (responsabilidades) para
un fin: la supervivencia. Sin esas normas no duraríamos mucho. Decidir no hacer nada o realizar solo aquello
que no nos demande esfuerzo o el hacer lo que se nos dé la gana sin
responsabilidad alguna para no complicarnos que es igual a una libertad alocada
(libertinaje), nos llevaría pronto inevitablemente al fin (muerte).
Sobrevivir
es algo que está en nosotros y conlleva trabajo en atención, inteligencia, creatividad,
esfuerzo y responsabilidad; caso contrario, morimos.
Sobrevivir
está en nosotros, lo sentimos en el plano natural y está presente en el
espiritual también aunque lo obviemos; porque Dios no nos hizo robots, obedientes a una
programación definida sin salirnos de dicha sistematización.
Él no
quiso ni nunca fue su intención manipularnos a su antojo. Quiso que
experimentáramos lo que era estar con Él pero también estar sin Él.
Gracias
a esa oportunidad, conocemos ya no por información sino por experiencia propia
que definitivamente estar con Él nos representa desarrollarnos al máximo
potencial para alcanzar la plena libertad, y que la experiencia del mal no
hacía más que destruirnos como Él nos lo había señalado previamente.
El
creador de todas las leyes de la física al crear este ámbito o dimensión
material, puede y tiene total dominio de alterarlas si le place para cumplir su
voluntad como hemos leído en las páginas de la Palabra, esto porque sistematizó
la creación sin darle voluntad propia. Todo opera allí de manera perfecta y
coordinada, pero interesantemente al crearnos, no nos hace de la misma forma,
sino que aunque es consciente de que se generará una ley como consecuencia de
la libertad con la que nos hizo, será una ley que aún Él se obliga a sí mismo a
respetar en aras de la libertad con la que nos creó.
Esto explosiona
la mente, pues siendo el Dios ilimitado que es, en alguna forma se limita a sí
mismo por amor.
Podría
haber hecho con nosotros lo que quisiera pues ¿quién puede decirle que no si Él
es el Creador? Más se limita a sí mismo y no tiraniza a los hombres que creó.
¿Cómo
podemos los seres humanos ser tan ciegos ante tales dimensiones eternas de su
amor que aunque trascienden nuestro entendimiento, sí nos permiten captar que no
hay nadie más que Él detrás de todas estas cosas?
Él
nos permitió total libertad, el pecado no, nos encerró, nos esclavizó, nos
denigró, nos empobreció, nos puso en el camino de la extinción…, pero Él, nos
devolvió la Libertad y la Vida -si las queremos recuperar por supuesto-.
Si
eso no es Amor genuino que también desea y aprecia al amor genuino de vuelta,
no sé cómo llamarle.
Fin
Próxima
serie: Lo concerniente a la Vida