domingo, 3 de febrero de 2019

Ya que Dios no nos hizo Robots... (16° Parte)


Ya que Dios no nos hizo Robots... (16° Parte)
Escrito Autóctono

Continuación…

De hecho la muestra más clara de la pérdida de la libertad es hacer lo que se nos dé la gana. Eso como ya dijimos, no es libertad sino libertinaje; igual como manejar alocadamente por la carretera solo porque nos es placentero y dispara nuestra adrenalina.

Ni aún en las pistas de carreras reina la imprudencia. Los que allí corren no lo hacen a lo loco porque están consientes de que un desconocimiento del peligro de la velocidad y la dinámica de los autos mata a quien las ignora.

Ya que Dios no solo quiere nuestro libre albedrío sino que lo ha restaurado, podemos decidir hacer el bien porque ya nos dimos cuenta que el libertinaje solo nos anula, esclaviza y nos produce muerte.

En otras palabras, pensando que al pecar era vivir libremente, realmente nos estaba matando; ahora podemos -gracias a la Justicia de Dios- optar por la vida y la libertad, obedecer sus preceptos y darle la espalda al pecado.

Su Justicia verdadera nos libera porque ella pone las cosas en su lugar según el espíritu de las reglas originales.  

Y ya que la Justicia es viva, ella tiene algo que decirnos. Si no ¿cómo la entenderíamos? De hecho no duramos mucho si no la escuchamos. Si caminamos sin escucharla, no aprenderíamos a vivir y a disfrutar nuestra libertad al máximo.

Por eso, porque no somos robots programados a hacer limitadamente alguna cosa y solo eso. Y ¿cómo podemos escucharla si no atendemos a su Fuente?

Entonces un Dios que nos hizo con libertad, no esconde el único recurso con el que podemos potenciar nuestra libertad. La Fuente de toda Justicia no es nadie más que Cristo (Hechos 17: 31, 1° Pedro 2: 24). Negarlo estúpidamente no solo afecta nuestra libertad sino que va en contra de nuestra supervivencia. Es como manejar por la carretera con los ojos vendados sin poder ver las señales que operan para nuestro bien o lo que es lo mismo como manejar ignorando deliberadamente las reglas.

Pero le digo algo más.

Esta Justicia y estas reglas también nos son inherentes naturalmente.

Se lo demuestro.

Continuará…