La prueba de la Verdad
(1° parte)
Escrito autóctono
“…el que aborrece a su hermano…” 1° Juan 2: 11 y 3: 15
Desde ya hago de su
conocimiento que estos serán los únicos pasajes bíblicos que usted verá en el
transcurso de este escrito y únicamente aquí en el inicio nada más. Todos los
que podría utilizar, los compilo al cierre del tema, por si alguien necesita
comprobar lo que quiera.
Lo hago por una simple
razón: usted debería comprender sin más ni más lo que voy a decirle porque
parto del hecho que conoce la Palabra. Si no, al final puede actualizarse con
los pasajes.
Dicho esto… comienzo.
AMOR, característica de
los hijos de luz. Distintivo de quienes conocen realmente a Dios.
Particularidad irrefutable de los salvos. Peculiaridad definitiva de los que sí
son en contraste de los que no. Singularidad de los escogidos. Típico de
quienes siguen al Maestro. Propio de sus discípulos. Señal inequívoca de los
redimidos. Atributo principal de los creyentes. Marca indeleble de los santos. Concerniente
a quienes transitan el Camino angosto. Implícito
de la iglesia comprada con sangre. Signo de quienes caminan en la verdad.
No existe nada más. Usted
diferenciará los que aman de entre todos los demás mortales absolutamente.
No importa qué crea o a
qué filosofías se haya adherido, qué costumbres haya incorporado a su vida a
partir de ellas, cuánto ha aprendido, cómo visiona su realidad en Dios, qué
hace o no hace para Él, cuán bueno o apto se sienta, inclusive cuánto esfuerzo
o dinero ha puesto por su fe, cuánto trabajo haya invertido, cuánto sacrificio.
Lo cierto del caso es que
todo se resume en esta sola y única posesión: amor. Es todo. Se tiene o no se
tiene.
Continuará…