Tras la Presencia de Dios (9°
parte)
Escrito Autóctono
Continuación…
El hombre gracias a Cristo y
por medio de Él es ahora casa de Dios,
templo, edificio de Dios, tabernáculo;
pues contiene a Cristo dentro de él. Lo material-físico del primer pacto pasó a
ser espiritual-invisible en el segundo. Inclusive la adoración, antes tan
visible usando una serie de utensilios consagrados en el antiguo pacto, pasó a
ser espiritual (Juan 4: 23 y 24). El hombre vendría al altar de su corazón a
rendirse él mismo en él (Romanos 12: 1), y entraría
libremente al lugar santísimo -ahora ubicado en lo más profundo de su ser- por
Cristo, cuando lo quisiera (Hebreos 4: 16) pues ha sido ungido
con aceite Sagrado (no material) que es el Espíritu Santo. ¡Gloria a Dios!
Haber sido ungido por ese
aceite Sagrado Celestial, no le habilita para acceder a la Presencia de Dios ni
lo protege de morir ante esa Presencia, como tampoco el aceite de la unción
antiguo lo hiciera con los sacerdotes aún cuando fueren consagrados y
santificados por él. Por ello dice la Palabra que Cristo es nuestro Sumo
Sacerdote y es por medio de Él que podemos ingresar al lugar santísimo en
nuestro interior hoy (Hebreos 7: 25 y 26).
Ahora el hombre común, cuando
cree al mensaje de salvación, es santificado por Cristo y convertido en
portador de la Presencia de Dios porque ella vive en él por medio de Jesús.
La nueva dispensación
originada en la cruz, definió entonces un
nuevo templo, ya no físico-material sino humano. Lo dice la biblia (1°
Corintios 3: 16); un nuevo edificio (3: 9), una nueva casa de
Dios (1° Pedro 2: 5), un nuevo tabernáculo (2° Corintios 5: 1 y 4), sacrificios
de otra índole, nuevos (Hebreos
13: 15 y 16) y también una nueva víctima (Romanos 12: 1). Todos, elementos
que antiguamente tenían en común una cosa: la Presencia de Dios. Ahora esa
Presencia venía a tomar otro santuario: al hombre mismo.
Así que visto de cierta forma,
Dios continúa santificando lo que antes también santificaba, el lugar al que
llegaba su Presencia; santifica ahora al ser humano que ha creído. Todo gracias
a y por medio de Cristo.
Eso dejó sin efecto en
definitiva al templo o al sitio físico consagrado para las generaciones venideras después de la cruz.
Continuará…