domingo, 28 de mayo de 2023

Doctrinas y prácticas evangélicas en el ojo del escrutinio. 35° Parte

Doctrinas y prácticas evangélicas en el ojo del escrutinio. 35° Parte

Continuación…

Participar de esta nueva cena, iba a ser característica importante de todos cuántos creían en Él y habían sido beneficiarios de su obra redentora.

Pero llamarle cena a un solo pan y una copa de vino no parecía verdaderamente una cena. Por supuesto si se habla de cena es porque lo era… y representaba la importancia que también le daba Dios a un tiempo de comer juntos en una actitud de familiaridad, gozando de una mesa completamente servida para los participantes. En la casa del Señor se comería un banquete de comunión y amor y allí en medio de esta cena completa, estaría sin falta tal como había ordenado el Señor, la representación de su cuerpo en un solo pan que sería partido y comido por todos y su sangre representada en una sola copa de vino de la que beberían todos igualmente.

Comer junto con los hermanos dicha cena, representaba un pacto distintivo que los definía también a todos como un cuerpo. Todo un acto de obediencia y recordación.

Llamarle Santa Cena no tiene fundamento, ni mucho menos minimizarlo a un pedacito de galletita salada o dulce y una copita miniatura con una bebida cualquiera de coloración roja y saborizante dulce. Tampoco a algo que bebe solo un ministro y deja una especie de galleta hiper delgada a los feligreses y listo. Todo pura religión. Nada de eso le hace honor a lo bien planteado en la Palabra, pero que no se ha practicado como está en ella ordenado por el mismísimo Señor.

¡Qué pésimo y lamentable!

Veredicto: Por cuanto ni en su nombre define nada que esté en la Palabra, no forma parte de la santa doctrina ni la práctica del genuino pueblo del Señor.

Continuará…


domingo, 21 de mayo de 2023

Doctrinas y prácticas evangélicas en el ojo del escrutinio. 34° Parte

Doctrinas y prácticas evangélicas en el ojo del escrutinio. 34° Parte

Continuación…

12- ¿Santa cena?

¡Qué bueno llegar a este punto! Pero sobre todo ¡cuán importante!

Se refiere -conforme a la manera que alguien le acuñó- a una cena de corte religioso cuyos elementos son un pan y un vino. Claro, se toman de la cena Pascual que tuvo Cristo el Señor con sus discípulos la última noche antes de ser entregado según relatan las Escrituras, pero increíblemente sin llevarlo a cabo como tal, ni observando el mandamiento del mismo Señor cuando la instituyó.

Si leemos todos los pasajes referentes a esa última cena, nos damos cuenta que por ninguna parte se le llama Santa Cena a lo instituido por Cristo, ni tampoco a lo que se practicó en la iglesia del Nuevo Testamento.

¿De dónde vino ese nombre tan reverenciado? No lo sé, porque hasta el mismo editor o editores que pusieron subtítulos a los pasajes bíblicos lo comprendieron bien. Pero de nuevo debe ser producto de la religión que quiso darle “santidad” a una práctica desvirtuada sin duda. Desvirtuada porque nada de lo que hacen se parece a lo que está en la Palabra.

Ahora bien, la Escritura usa varios nombres para referirse a ella: La cena del Señor, la mesa del Señor y el partimiento o partir el pan.

La cena del Señor aparece como el sacramento más importante de celebración y recordación que implementa Cristo a partir de la Pascua judía que tenía una serie de elementos, rituales y significados que la conformaban. El Señor no dice a sus discípulos que continúen dicha práctica judía con aquellos que serán sus seguidores, como es importante notar, sino que resalta de entre toda la cena pascual únicamente el pan sin levadura y una de las 4 copas de vino que había en ella a los que les da un nuevo significado: Su cuerpo y su sangre.

Continuará…

 

domingo, 14 de mayo de 2023

Doctrinas y prácticas evangélicas en el ojo del escrutinio. 33° Parte

Doctrinas y prácticas evangélicas en el ojo del escrutinio. 33° Parte

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11- La reverencia en la casa de Dios

Al no haber casa de Dios, ni santuario físicamente hablando, la reverencia en esos sitios así mal llamados no es más que un requerimiento de hombres antes que observancia cristiana.

Se ha de guardar la compostura allí como en cualquier otro sitio en que se deba tener un comportamiento digno, pero jamás por asuntos de santidad ni mandamiento de Dios por supuesto, ni mucho menos del sitio como tal, ni lo que los hombres los hagan representar.

Como hablamos en los puntos anteriores, nuestro comportamiento en cualquier lugar ha de ser el digno, decoroso, respetuoso, amable, etc, pero es resultado de lo que llevamos dentro que es al Señor. Y eso debe ser en cualquier sitio en donde nos encontremos. Hay quienes no matan una mosca en esos “sitios sagrados santificados por los hombres”, pero son el diablo fuera de ellos. ¡Qué disparate de vidas!.

Gente que usa máscaras. Hipocresía en su más pura expresión. Lamentablemente muchos cristianos cayeron en lo mismo y parecen al camaleón que cambia de color según donde esté para camuflarse.

El creyente genuino lo es donde sea porque es su naturaleza y no un disfraz.

Veredicto: Otra práctica de hombres y no de la Palabra. Hay que desecharla.


Continuará…

 

domingo, 7 de mayo de 2023

Doctrinas y prácticas evangélicas en el ojo del escrutinio. 32° Parte

Doctrinas y prácticas evangélicas en el ojo del escrutinio. 32° Parte

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9- ¿Es el templo físico un santuario santo?

Por todo lo visto hasta aquí, por supuesto que no. Ni templo, ni santuario, ni santo. Solo un edificio físico como cualquier inmueble edificado, que puede servir para que se reúnan los creyentes como cualquier otro edificio o lugar, sin hacer de él nada especial. Esto último debería estar muy claro en el corazón y la mente de las personas, pero la religiosidad ha hecho que eso no pueda ser. Se les ha asignado a ellos y a todo lo que en ellos hay y se hace, un mote santo y un respeto reverente que verdaderamente no merecen.

Veredicto: Producto de lo que los hombres hemos hecho y no Dios. No nos conciernen.

 

10- Cuando valla a la casa de Dios debe vestirse de la mejor manera.

Es una costumbre religiosa, una tradición de hombres que se ha santificado y se respeta como si fuese de Dios quien lo hubiese ordenado, lo cual no tiene ninguna base bíblica.

Lo que hemos de entender es que si normalmente dedicamos tiempo y dinero para lucir de la mejor forma para cualquier reunión que hagamos fuera de lo que concierne a la iglesia, pues no deberíamos de ser unos descuidados para juntarnos con los hermanos creyentes. No acudiremos a una reunión de los santos, maltrechos, sudados, sin bañarnos, con ropas sucias y malolientes, deshaciados. Por sentido común, no lo hacemos. Vamos de buena manera por consideración y amor para con ellos y no por nada de santificación de un sitio en que nos reunamos, pues eso no existe.

Tampoco porque Dios nos reciba de mejor forma si vestimos de cual o tal forma. Eso a Él no le interesa. Recordemos que Dios mira el corazón, no lo de afuera. Debemos ser centrados y maduros en nuestra forma de pensar y por supuesto vestir con decoro y pudor.

Veredicto: No hay nada en la Palabra acerca de vestir de cierta forma físicamente hablando para ir a un sitio santificado en nuestros tiempos.

Continuará…