Adán y Jesús (16° Parte)
Escrito autóctono
…Continuación:
Ser esclavo de Cristo es ser libre en Él, obtener la
cancelación de la deuda y como si fuera poco obtener como regalo la Vida
eterna prometida.
Por el contrario, rechazar al Señor no registra ningún
cambio en la situación del hombre, quien de todas formas ya se encuentra
perdido (en condenación por su pecado) Juan
3: 18.
Perderse para siempre es la peor tragedia que le puede
ocurrir además de la que ya vive por cierto, pues en su esencia estaba
implícito el relacionarse con Dios, y no lo quiso por decisión o voluntad
propia. De hecho, por dudar deliberadamente del amor de Dios que dio a Cristo
por él; por no creer o ignorar abiertamente la verdad de que ya habían pagado
su deuda; por no reconocer su propia impotencia de afrontarla; por no entregarse
a quien la pagó comprándolo; con cada excusa o razón que exponga solo confirma la
condenación que arrastra.
Me impresiona cómo se sigue manifestando la bondad de
Dios como al principio de continuar respetando la libre voluntad de los hombres,
incluso habiendo pagado por ellos, quienes expuestos a tan grandiosa noticia,
no los obliga a recibir la salvación por un asunto de consideración a esa
libertad y hasta como una muestra de amor y respeto. ¡No nos hizo robots que le
obedecieran sin chistar!
Él no fue un tirano que por el derecho de habernos
creado y posteriormente comprado, nos cuartara la voluntad de escoger.
Solo espera día a día con todo su corazón y anhelo que
procedamos al arrepentimiento y que recibamos libremente el beneficio. La
Palabra del Señor dice: “El Señor no
retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente
para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al
arrepentimiento” 2° Pedro 3: 9; pero también deja la puerta abierta para que
lo rechacemos si es lo que decidimos aunque nos destruyamos a nosotros mismos
con tal proceder, cosa que quiso evitar a toda costa hasta dar su propia sangre,
haciendo lo máximo a su alcance.
Por las Escrituras nos ha revelado a todos la verdad
de sus intenciones, así que nadie puede alegar ignorancia ni abandono divino en
su defensa.
De modo que la Palabra de Dios me enseña que todo
hombre sin excepción, bueno o malo, ya ha sido comprado por Cristo. Pero como
no somos objetos, corre por nuestra propia cuenta entregarnos al comprador para
recibir el beneficio de esa obra de redención (exoneración o liberación) de la
deuda a la Justicia de Dios.
Continuará…