Adán y Jesús (14° Parte)
Escrito autóctono
…Continuación:
Así que Dios se da de sí
dos veces por causa del hombre. La primera es al principio cuando lo crea. El
hombre se pierde posteriormente por su pecado. La segunda es en Cristo para
salvarlo restituyéndole de esta forma la vida, la Vida eterna.
La sangre animal solo
aplacaba a Dios cubriendo el pecado, pero la sangre del Cordero perfecto su
Hijo, paga a su justicia eliminando al pecado de raíz.
La deuda del pecado adámico
es cancelada (Juan 1: 29). Eso
soluciona el gran problema que tenía el hombre pero ahora, ya libre de su mal,
de nuevo con voluntad propia, debe decidirse o por la Vida o continuar en
muerte si es lo que quiere.
Al quitar el pecado del
mundo (el pecado cometido por Adán) el Cordero de Dios eliminó la
responsabilidad de la descendencia de éste que se vio afectada por el pecado de
su progenitor. A partir de ahora, cada quien ya no llevaría sobre sí el peso
del pecado de Adán, sino que cada cual deberá responsabilizarse y responder por
su propio pecado.
(La paga o demanda del
pecar es la muerte) Romanos 6: 23. Pero entendámoslo.
Cometer su propio pecado
mata al hombre doblemente. Primero,
lo mata instantáneamente en la parte espiritual cortando toda relación con la
Vida que es Dios. Sigue teniendo el mismo efecto que como al principio. Segundo, lo mata gradualmente pues
comienza a perder la vida en este mundo poco a poco hasta que lo extingue. Su
propio pecado demanda su vida, no le deja vivir más. Se cumple plenamente el
pasaje bíblico de Romanos 6: 23. Así que la vida abundante que poseía dada por
Dios, se redujo a apenas una breve existencia de vida terrenal. Esta “paga
terrenal” de morir aquí, sucede porque fue aquí que pecó. Morir aquí es la
consecuencia de no vivir la totalidad de la capacidad que Dios en el principio le
había otorgado de vivir inclusive milenios en forma plena en ese cuerpo
terrenal.
Morir aquí no elimina el
que ya de por sí está muerto por decidir pecar, pues no se relaciona con Dios
que es la Vida misma (Mateo 8: 22).
Morir aquí habiendo vivido sin relación con Dios por su propia decisión no hace
más que prolongar esa falta de relación con la Vida que es Él solo que ahora,
al acabar su vida aquí, permanecerá separado de Dios para siempre.
Es su propia cuota o
consecuencia que el hombre debe afrontar: morir en esta existencia terrenal,
entregar su vida por causa de su pecado. De esa no se libra ningún vivo por más
creyente genuino que sea.
Pero entonces ¿qué es lo
que Dios perdona (olvida) cuando nos arrepentimos y de qué nos libramos?
Es lo que veremos a
continuación pues con morir en esta existencia no termina el daño provocado
cuando pecamos.
Continuará…