Adán y Jesús (13° Parte)
Escrito autóctono
…Continuación:
Es en este punto en donde se me hace particularmente
interesante hacerme las siguientes preguntas:
¿Qué hubiese ocurrido si Adán deja perder a su mujer y
decide no comer del fruto?
Su amor no hubiese sido sacrificial y ese es el mayor
amor que hay. Poner la vida por quienes se ama es el mayor amor que puede
mostrar el hombre según dijo Cristo (Juan
15: 13). Él lo tenía en él. Dios sabía que su hijo Adán mostraría todo el
amor que Él mismo como su Padre y Dios también tuvo. Era su hijo, en su perfección se comportaría a la altura, mostrando sus
mismas cualidades pues estaba hecho a su imagen y semejanza. Por otro lado, él
no podría amar igual a otra mujer aunque Dios volviese a repetir el proceso con
otra costilla. ¿Sabe por qué? Porque las heridas del amor verdadero son ineludibles,
únicas e irrepetibles.
Las heridas del amor verdadero se originan en Dios.
Tampoco Dios amaría igual a otra humanidad aunque
hubiese creado una nueva. Ya había entregado su primer amor a Adán y su especie.
No existe tal bendición para un segundo amor.
¿Qué hubiese ocurrido si Adán y Eva se hubieran
arrepentido, humillándose y reconociendo
la responsabilidad por su pecado? Sinceramente no cabía tal posibilidad, pues
el pecado convierte al hombre en un ególatra, interesado solo en él mismo, en
un altivo que cree saberlo todo y no necesita a Dios. El pecado entraba a la
humanidad con toda su fuerza y poderío haciendo del hombre creado a imagen de
Dios su máximo exponente hasta ese momento.
Pero el pecado no lo despoja totalmente. La eternidad
queda en él. Lea de nuevo el pasaje de Eclesiastés
3: 11. Así que queda latente una posibilidad en él de ver la Luz. No es
fácil que la halle. La encontrará en un momento de reconocimiento de su real
estado y en medio de su humillación, percibiéndose amado profundamente desde
fuera de su dimensión; más allá de cualquier comprender humano. La encontrará
porque le permitió en un momento dado a su razón ser y Dios le iluminó. La
encontrará porque Dios así lo quiso.
Dios hace una última cosa antes de echarlos de su
presencia en aquel Paraíso y es que sacrifica un animal para vestir al hombre con
su piel (Génesis 3: 21). Esto denota
dos aspectos importantes: a) Para
obtener pieles, evidentemente debe sacrificar a un animal; derrama sangre como
lo único que Él sabe conserva la vida y se comunica con Él. b) Abriga al hombre, cubre su vergüenza.
En un gesto que verán las edades, la muerte de un
animal, el derramamiento de su sangre que aplaca su ira, el pecado es cubierto
para que no quede expuesto, su ira es apaciguada. Pero además abriga al hombre con
amor. Primero, habla de la muerte
(sacrificio del Cordero su Hijo) que provee solución para siempre al pecado del
hombre y tendrá que derramarse en esta dimensión en el futuro. Segundo, habla del no abandono para con
el hombre en la frialdad de su descarrío, abrazándolo cuando éste acude a Él en
su precaria y vergonzosa condición. No lo desecha.
Sin derramamiento de sangre no hay remisión de pecado
(Mateo 26: 28; Colosenses 1: 14; Tito 2: 14; Hebreos 9: 22).
Continuará…