Lo concerniente a
la Vida (1°Parte)
Escrito Autóctono
“Dios no es Dios de muertos, sino de vivos;…” Marcos
12: 27
Poco más de una
década (alrededor de 13 años) nos fue necesario para comprender algo tan
elemental.
Otros tal vez en
menos tiempo no lo dudo y otros quizá les tome más años. En realidad es tan
elemental que sencillamente uno lo entiende en la mente por mucho tiempo y
surte su efecto evidentemente porque en realidad lo leemos alrededor de toda la Escritura. Está allí tan
presente, pero queda impreso como letra, como información en nosotros.
Sin embargo era y
es más profundo. Era y es para nosotros. Pero se necesita tiempo… tiempo para
estar listo, tiempo para ser poseído por ella. El misterio del poder del
evangelio revelado en Cristo el Señor, en su cruz de lo cual Pablo habló y de
hecho no se avergonzó porque se dio cuenta que se trataba del más grande Poder
en el universo: la Vida misma.
Nuestra mente
finita la encapsula a esta, a la que tenemos y que un día se nos va y dejamos
de ser. Pero la Vida es mayor que un leve paso por esta dimensión en la que nos
encontramos. La Vida trasciende a la eternidad porque viene de allí. Sólo uno
la posee y solo uno la puede dar en toda su extensión porque solo uno es la
Vida: Dios.
Ella es la
responsable de la salvación para el ser humano, sumido en un imperio de muerte
y destrucción en que no existe la posibilidad de obtenerla por medios propios
sino hasta que Dios en su bondad y misericordia la provee.
Entonces vivimos.
Pero eso es apenas
la primera etapa, porque luego nos muestra nuestra realidad y caemos en cuenta
que no podemos vivir por nosotros mismos y que arrastramos todo lo que nos dejó
la muerte y entonces, conscientes de ello alcanzamos a divisar la cruz, lugar
en que nos despojamos de todas nuestras cargas para ser crucificados con Cristo
y entregarnos plenamente como Él lo hizo; nos abandonamos en Dios y encomendamos
a Él nuestro espíritu para morir, y luego resucitar, y vivir por su Vida.
Continuará…